Capítulo 50 (Camus... Estás a salvo)

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Degel, Kardia, Manigoldo, Asmita y Deuteros después de tanto caminar entre toda aquella maleza del bosque necesitaban descansar un poco.
Por su parte Manigoldo seguía haciéndole burla al rubio porqué se quejaba mucho sobre los insectos del lugar, algunos ya le habían producido picazón y no dejaban de seguirlo, el zumbido de los mosquitos cerca lo acompañaba en todo momento.

— Te lo dije Asmita, aquí no es un lugar fácil — Se burló Manigoldo quitando con sus manos todas esas hierbas de su camino.

— ¡Miren por allá hay una cabaña! — Gritó Kardia señalando a lo lejos ese lugar donde podrían por lo menos pedir un poco de agua y descanso después de su búsqueda exhausta.





El joven galo lentamente abría los ojos, llevó sus manos a la cabeza mientras bostezaba, se sentía muy mareado.
Poco a poco fué levantandose de esa cama, grande fué su sorpresa al darse cuenta que esa cabaña no era precisamente donde lo estaban cuidado.

— ¿Milo... Saga?— Llamó a ese par que tenía como cuidadores pero nadie le contestaba. Con mucho esfuerzo logró sentarse en la orilla de la cama, de no ser por el molesto yeso de su pierna.

— Esto debe ser una broma — Susurró mientras intentaba buscar su celular en sus prendas, pero no encontró nada. Estar en un lugar desconocido y eso comenzaba a ponerlo nervioso.






Kyoko y Rigel se encontraban en la puerta de su cabaña atendiendo a esas personas misteriosas que llegaron a su cabaña.
Al instante Kyoko pudo reconocer que se trataba de las personas que Milo les había platicado, uno de ellos era muy idéntico a Milo, solo que mucho mayor y el otro señor era muy similar al joven que estaba en su cabaña descansando.
Le contaron el motivo de su búsqueda, así mismo Kyoko y Rigel agregaron en aquella plática sobre Milo y Camus, también les contaron como los encontraron en medio del camino.

— Lo mejor será que pasen, el chico que buscan está en mi cabaña — Respondió Kyoko con una sonrisa después de escuchar la versión de esos hombres encantadores.
No eran personas malas, eso lo pudo notar.

El primero en querer pasar fué Degel justo en el momento cuando la joven le mencionó que Camus estaba dentro — ¿Puedo pasar a ver a mi hijo? — Preguntó muy entusiasmado con esa noticia, al fin lo habían encontrado.

— Adelante, está descansando en la habitación de arriba... Es de mi hermana.

— ¿Quieres que te acompañe copito...? — Kardia no terminó de decirle a su amado porqué Degel salió corriendo en dirección a la habitación que le habían mencionado.

— Yo necesito hablar con usted sobre Milo — En ese momento Rigel se llevó a Kardia a otro lado para platicarle aquella idea descabellada que su sobrino había tomado.

Shoko en ese momento llegó con una charola donde llevaba algunos vasos de agua para aquellas visitas, fué entregándole a cada uno de ellos para que pudieran calmar su sed después de aquella búsqueda exhaustiva.

— Disculpen... ¿Puedo pasar para ayudar a Degel? — Se acercó Deuteros con Kyoko esperando que aceptara su petición.

— Claro... Adelante.

El gemelo menor subió rápidamente, la habitación de Shoko por fortuna así como subió las escaleras, estaba a la derecha el cuarto donde estaban.
La puerta estaba abierta, Degel abrazaba a su hijo, sin embargo Camus no mostraba un afecto por él... Aún no recuperaba la memoria y eso lo hacía dudar todavía de la gente que lo rodeaba.

— Sigue renuente contigo Degel — Respondió Deuteros acercándose a ellos de manera tranquila.

Camus levantó su mirada y miró a Deuteros, lo único que podía recordar de él, fué cuando ellos lo llevaron a la cabaña.

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