Capítulo 61 (Rosa perfumada)

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Desde que todos se fueron con sus parejas a disfrutar el momento juntos, Manigoldo no sabía que hacer en todo este tiempo a solas.
Podría regresar a su hotel para seguir en frente como el dueño pero aquella vida aburrida la detestaba.
Le hacía falta mucha emoción a su vida, lo monótono no era lo suyo.

Después de meditarlo mucho decidió regresas a ese lugar donde había conocido por simple casualidad al joven de las rosas.

No tenía nada más hacer, adoraba molestar a  Asmita pero desde que se quedaron en el hotel de Kardia lo había visto muy poco, unos cuántos saludos y eso era todo.
Muy entusiasmado tomó el primer vuelo que lo llevaría a ese lugar para ver de nuevo a ese joven de cabellos cobaltos y esta ocasión, no se regresaría hasta que haya conquistado su corazón.

Al llegar sabía de ante mano donde se ubicaba la florería, estaba decido a llamar su atención.
Cuando llegó a ese lugar se dio cuenta que afuera de aquel negocio de flores, se encontraba el mismo joven de cabellos castaños, aquel que inútilmente ni con varias rosas se ganó el perdón de su pareja.
Aquellas mismas rosas que le pasó a tirar al joven que cautivó su corazón y esas mismas rosas que tuvo que pagar por su distracción.

Con pasos sigiloso se acercó hasta el local donde era atendido por un hombre de cabellos rojizos.

— ¡Por favor... Tiene que seguir insistiendo en entregar las rosas! — Suplicó el joven de  cabellos castaños sacando más dinero de su cartera y pagarle al dueño.

— Pero joven, ya le dije que su pareja no acepta las rosas que Albafica le ha entregado en las mañanas — Respondió Lugonis tratando de hacer entender al castaño quien seguía pidiendo ese gran favor.

— ¡Tiene que hacerlo... Shaka algún día recibirá las rosas! — Contestó Aioria muy preocupado esperando que el dueño le tuviera un poco más de consideración.

Manigoldo escuchaba cada palabra de ese hombre de cabellos castaños, era el mismo que aquella ocasión sufría por que su pareja no quería hablar con él.
Dejó escapar una sonrisa y con pasos firmes se fue acercando justamente frente a la florería.

— ¡Hey que tal! — Saludó amablemente colocando su brazo sobre el hombro del castaño.

Aioria levantó su mirada, no lo recordaba en realidad, solo le regaló una sonrisa muy forzada.
Lugonis se alejó un poco de ellos para poder atender a unos clientes que también habían llegado al lugar.

— ¡Oye, yo no te conozco! — Se quejó el castaño intentando liberarse de su brazo.

— Tal vez tu a mi no, pero yo a ti si gatito — Esto último lo dijo Manigoldo en un tono burlón.

— Espera... ¿Cómo me dijiste?

— Como te gritó el rubio aquella vez — Manigoldo se llevó una mano a su mentón para poder pensar en aquella ocasión cuando presenció aquel pleito entre ese chico y su pareja — ¡Ah ya me acordé! Te dijo gato pulgoso. Cielos porqué los rubios son bien conflictivos — Respondió esbozando una sonrisa.

Aioria estuvo por responder pero la llegada del hijo del dueño de la florería lo interrumpió.

— Buenas tardes... ¿En que les puedo ayudar— Saludó de manera cortés Albafica colocándose justamente frente a ellos sosteniendo un ramo de rosas rojas en sus brazos.

Manigoldo de manera inmediata se acercó para poder saludarlo mejor —  ¿Sabes? Me ayudarías más si me aceptaras una cita... Aquella ocasión no pude pedirte ese favor por entregar las rosas del gato que tiré sin querer.

Aioria le dedicó una mirada amenazante, estuvo por querer arreglarse con él a golpes pero fue Albafica quien se acercó para entregarle el ramo de rosas.

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