"DE CAMINO AL HOSPITAL"

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He llegado a casa junto con Sara.

Ambos estamos completamente agotados debido al día que hemos pasado en la playa.

- Sara, voy a meterme en la ducha!

La escucho asentir y me meto en el baño.

Me quito la camisa y empiezo a quitarme los pantalones en el momento justo en que mi móvil empieza a vibrar como loco.

Acepto la llamada y antes siquiera de poder decir nada, la voz de Erika me perfora el timpano.

- DIME QUE SARA ESTÁ CONTIGO!

Me rasco la nuca incomodo.

- Si... está conmigo... a que viene tanto grito?

- ASEGURATE QUE ESTÁ CONTIGO KAI MÉNDEZ!

Salgo del baño molesto y al llamarla, no recibo respuesta alguna.

Me dirijo a la entrada, y lo único que me encuentro es la puerta abierta de par en par.

- Parece que acaba de salir...

- DIRIGETE AL GIMNASIO INMEDIATAMENTE, NO ENTRES SIN QUE NOSOTROS LLEGUEMOS ANTES, NO TE ACERQUES A SARA, Y POR ENCIMA DE TODO, NO PERMITAS QUE SARA SALGA DEL GIMNASIO!

Me cuelga y mis alarmas se disparan al ver un aparato completamente roto en el suelo... es el teléfono de Sara.

Me pongo una sudadera encima rápidamente, las bambas y salgo cerrando la puerta tras de mi.

No puede estar muy lejos...

Llego al gimnasio completamente sin aire, pero me mantengo en pie e intento mirar dentro a través del cristal.

A través de este solo puedo ver un cuerpo tendido en el suelo y a Sara junto a este.

El miedo se apodera de mi, haciéndome olvidar por completo las palabras de advertencia de Sara.

Entro y me escondo en el mostrador.

Cierro las puertas desde dentro y accedo a las cámaras del gimnasio a través de mi teléfono.

En el momento en que tengo completa visibilidad de la zona en la que se encuentra Sara, me obligo a morderme con fuerza la mano y a contener las ganas de ir corriendo a su lado.

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He salido corriendo de casa de Kai en el momento en que he escuchado la voz de un desconocido al llamarme mi abuela.

Por suerte, las puertas del gimnasio siguen abiertas, así que no dudo en entrar para buscar a mi abuela.

No doy ni tres pasos después de pasar la recepción y encontrarme el cuerpo sin vida de mi abuela con un charco de sangre a su alrededor.

Me acerco con miedo y con lágrimas en los ojos a punto de caer.

En cuanto estoy frente al cuerpo y veo de quien se trata, caigo de rodillas y las lágrimas empiezan a caer sin freno de mis ojos.

- Abuela... abuela por favor... no puedes dejarme sola... no puedes dejarme aquí sola...

Cojo temblorosa su mano ensangrentada y me la llevo a la frente.

Una mano completamente fría.

La mirada de mi abuela está centrada en un punto a mis espaldas.

Con lágrimas aún en mis ojos, me giro y observo una cámara apuntando en la dirección en la que se encuentra mi abuela.

Me levanto y me dirijo a ella a pasos lentos.

Cojo la cámara aun cargada y con las manos temblorosas, me obligo a darle play al único vídeo que se encuentra en su tarjeta de memoria.

A medida que pasan los minutos en el vídeo, siento como toda mi racionalidad se muere.

Mis sentimientos empiezan a romperse y a dejar paso a las raíces del odio, de la rabia y de la venganza.

Consigo leer las últimas palabras que le dedica mi abuela a la cámara antes de que ese malnacido le dispare en la cabeza sin remordimientos.

Una última lágrima cae sobre mi rostro.

Dejo caer la cámara al suelo y giro mi cabeza a los espejos que se encuentran a mi lado.

Me acerco a ellos y me observo.

Mis manos están manchadas de sangre.

Manchadas de la sangre de mi abuela.

Aprieto los puños y con rabia empiezo a golpear los espejos.

Al tercer golpe el cristal ha empezado a desquebrajarse, causándome satisfacción a la vez que un dolor en los nudillos.

Miro mis puños, manchados de sangre, pero esta vez, es MI sangre la que veo.

Voy a volver a golpear el cristal cuando alguien me agarra el brazo y me estrecha contra su pecho.

No dudo en pegarle una patada en los genitales y un puñetazo en el abdomen.

Ahora mismo soy incapaz de ver el rostro de quien se trata, solo puedo empezar a asestar puñetazos mientras la persona que me abraza con fuerza no para de susurrarme que todo estará bien, que no estoy sola...

Es mentira.

Estoy sola.

Mi abuela ya no está.

Mis padres tampoco están.

No tengo a nadie.

De un momento a otro, siento como el cuerpo que he estado golpeando como saco de boxeo afloja su agarre sobre mi, dándome una oportunidad para deshacerme de el y empujarlo lejos de mi.

El cuerpo cae de espaldas, dejándome escuchar un gemido de dolor, pero ignorando por completo el sentimiento de culpa que intenta aflorar en mi.

Miro la puerta y me dirijo hacia ella.

Ignoro las suplicas de la persona que he dejado en el suelo y empiezo a patear el cristal del gimnasio hasta conseguir romperlo y hacerlo pedazos.

Ver los cristales caer, hacen que me sienta como ellos.

Completamente rota, perdida e incapaz de volver a mi estado anterior.

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Me agarro el abdomen después de no poder aguantar mas puñetazos por parte de Sara.

Me cuesta respirar, y siento un dolor enorme en el pecho.

Lo último que recuerdo antes de caer inconsciente es ver a Sara romper la puerta de cristal de la entrada y observar por unos segundos los cristales del suelo.

Escucho a lo lejos la voz de Sara, Jake y Derek.

- A todas las unidades... chica rubia... peligrosa... emergencia... forense... cuerpo herido por bala... cámara...

- Kai... aguanta... ambulancia... estarás bien...

Todo vuelve a oscurecerse, impidiéndome seguir consciente.

Cuando vuelvo a tomar consciencia me encuentro en una camilla camino a lo que parece ser un quirófano.

- Será una operación complicada... ocho costillas rotas... perforación en el pulmón... hemorragia interna...

Lo último que recuerdo es un "todo saldrá bien" antes de sentir la anestesia en mi cuerpo.

La conocí por un puñetazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora