Me despierto con un dolor horrible de cintura para abajo.
Aparto la mano de Alan que se encuentra en mi cintura y salgo de la cama a pesar del dolor.
Me meto en la ducha e intento hacer desaparecer la asquerosa sensación de haber sido tocada por el por dos semanas.
En ese instante me viene a la cabeza Kai.
Me agacho y por primera vez, me permito derramar lágrimas de frustración.
Cuando salgo, me coloco la ropa que, para sorpresa mía, Alan todavía conserva de cuando yo vivía con el.
Salgo de su habitación y me dirijo a la entrada, pero un hombre corpulento me frena.
- No puede salir.
Fulmino al hombre y antes de que pueda decir nada, la voz de Alan resuena en todo el vestíbulo.
- No pasa nada, deja que salga, después de todo, nadie la está reteniendo aquí en contra de su voluntad.
Ver su sonrisa me provoca nauseas.
Salgo y me monto en una de las tantas motos que tenía en el pasado.
Conduzco hasta llegar al único lugar donde se me permite conservar mi parte humana.
Cuando entro, puedo ver como todos los hombres se giran a verme.
- Donde está Jake
Todos miran a mis espaldas, y no puedo evitar que se me escape una sonrisa.
Me giro y abrazo el torso bien trabajado de la única persona con la que puedo seguir siendo una niña mimada.
- Mírate Diabla... estás muy pero que muy buena.
Me río y le pego un puñetazo flojo en el abdomen.
A pesar de la alegría que desprendemos, puedo ver la tristeza que tienen sus ojos.
- Ha salido por lo que veo...
Asiento cabizbaja.
- Bueno, volved al trabajo!
Me coge de la mano y me lleva a su despacho.
Allí vuelve a abrazarme con fuerza y a acariciar mi cabeza.
- Tienes que salir de aquí Sara... este lugar no es el mismo, muchas cosas han cambiado, y temo que Alan te haga participar en peleas ilegales...
Un temblor me recorre al escuchar de nuevo esas dos palabras juntas.
- Jake... tengo miedo... tengo miedo de volver a convertirme en aquello que siempre odié... de hacer daño a la gente que me importa...
Sin poder evitarlo llevo mi mirada a la herida que tiene en su antebrazo.
Mi amigo me alza la mirada y me dedica una sonrisa.
- Esta bien Diabla, no permitiré que esto vuelva a pasar.
Cierro los ojos y agarro su mano con añoranza.
Un disparo en el exterior nos obliga a separarnos y a salir rápidamente a ver que está pasando.
Alan se encuentra en medio del gimnasio con una pistola apuntando al cielo.
En cuanto su mirada se posa sobre mi, se perfectamente que pretende hacer.
Jake me agarra para que le mire.
- No puedes hacerlo Diabla... no puedes...
Acaricio su rostro aguantándome las lágrimas e intentando evitar en lo que voy a tener que hacer para satisfacer a Alan.
- Jake... busca a mi abuela... búscala por favor...
Suelto su rostro y después de serenarme me acerco a Alan.
- Querida... sube al ring.
Obedezco y cierro los ojos, deseando que no me obligue a mandar a nadie al hospital, deseando que esta pesadilla sea una mera broma de mi mente... deseando poder volver a estar entre los brazos de Kai.
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Alquilo una moto y salgo a toda prisa del aeropuerto.
Cuando llego frente al gimnasio de Helena, no dudo ni un instante en dejar caer la moto y adentrarme a el.
Dos chicos corpulentos se giran bruscamente y se acercan a mi con intención de noquearme.
No tengo tiempo para esto.
Me enfrento a los dos chicos dejándolos en el suelo sin mucha dificultad y entro en el que sería el despacho de ella.
Al no verla, se que se encuentra en la habitación mas alejada.
Entro de golpe y no puedo evitar encontrarme con tres miradas furiosas.
- Helena...
- Jake! Dios mío... no me digas que...
Asiento y abrazo a la mujer.
- Lo siento Helena... no he podido hacer nada... hoy he visto a Diabla, y en cuanto me ha visto, me ha pedido que venga a buscarte enseguida...
Helena se aparta de mi y empieza a recorrer la sala nerviosa.
- El.. el volverá a ...
Asiento y miro al suelo.
- Quien eres? De que conoces a Sara?
Alzo la mirada al ver a otros dos chicos, mas fuertes que los dos de la entrada.
- Soy Jake, y la única posibilidad que tenéis de que ella salga del infierno donde van a meterla.
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Miro al techo sintiéndome muerta.
Miro a mi alrededor, todos los boxeadores que había en el gimnasio se encuentran inconscientes y en estado grave en el suelo.
Escucho unos aplausos y me giro a ver de donde provienen.
Alan se acerca a mi y acaricia mi rostro mientras me acerca a el cogiéndome de la cintura.
- Lo has hecho muy bien Sara... me alegra ver que no has olvidado nada de lo que te enseñé... estoy orgulloso de ti.
Vuelvo a mirar a mi alrededor y sin poder evitarlo sale una sonrisa de mis labios.
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A pesar de todo el infierno que se encontraba a su alrededor, ella pudo sonreír y sentir como algo dentro de ella empezaba a emerger de nuevo.
Lo que no esperaba, era que una pequeña voz en su cabeza, le suplicaba que aguantara, que debía mantenerse fuerte, que debía luchar.
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La conocí por un puñetazo
Teen FictionUn gimnasio conocido por sus peleas de lucha libre. Él, invicto en luchas y conocido en toda la zona. Ella, la nieta de la jefa del gimnasio. Y un puñetazo. Nada podía salir mal