veintisiete

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Los labios del alfa no pudieron soltarle con facilidad, gruñendo por lo bajo cuando se vieron interrumpidos por un constante toque al otro lado de la puerta. Louis respiraba de forma agitada, mirando con intensidad al alfa que por primera vez veía actuar como la imponente bestia arriba de la pirámide jerarquica.

—Louis—su madre tocó de nuevo parando cuando la respuesta llegó.

—Ya salimos—murmuró lo suficientemente alto sin poder aun normalizar su respiración. Sus manos temblaban, notando estas sobre el cuerpo del alfa, quien había acercado de nuevo sus labios a su boca, pasando por su cuello, sintiendo el calor de su aliento empezar a merodear. 

Cerró los ojos por un momento dejándose llevar, una sensación de confort que estremecia su cuerpo, sintiéndose deseado. Los labios de Harry chuparon su cuello, repasando con la lengua una parte de él, acariciando la piel de este con sus colmillos. 

—Ahora ya lo sabes—cuando pudo al fin respirar, sin saber cuanto tiempo duró reteniendo el aire en sus pulmones, su mirada perdida enfocaba la oscura visión del alfa. Este apretaba los labios, su cuerpo tenso, sus labios húmedos—. La razón por la que he estado siendo cauteloso—

—Harry yo no...—

—Pero yo sí—refutó—. No podría perdonarme nunca el herirte de ninguna forma habida o por haber. 

—Harry yo no—

—Louis, no... por favor—le suplicó, pero el beta no se rindió, tomando sus mejillas, impulsando su cuerpo al suyo, besando sus labios de nuevo, a pesar de el rechazo del rizado, que poco a poco dejó de tensar su cuerpo, respondiendo al estímulo de su boca. 

Lo besó de nuevo, lo saboreó con la lengua, sus manos aprisionaron sus piernas, sus caderas, su cintura, atrayendo su cuerpo al suyo, cargándole hasta sostenerle por completo. Louis se deshacía entre sus brazos, se evaporaba entre su tacto, soltando gemidos agudos tan imperceptibles, solo para él. Y se volvía loco, Louis le volvía loco, siendo capaz de liberar a ese lado bestial que cada alfa tenía dentro, volviéndole un demonio. 

Cuando escuchó el pequeño gemido distorcionado que el beta soltó, sus sentidos regresaron a su cuerpo, parando todo movimiento. 

Louis tenía la respiración incoordinada, mirandole desequilibrado. De sus labios, una fila línea rojiza se acumulaba, manchando estos bermellón. Le miró doloroso, bajando lentamente su cuerpo. El castaño negaba acunando entre sus manos sus mejillas. 

—Estoy bien—susurró.

—No puedo controlarme... no cuando se trata de tí—confesó, colocando sus manos sobre las suyas. La cantarina risita de Louis le estremeció. 

—Jamás quisiera que lo hicieras, yo solo quiero ser suficiente para ti—

—Ya eres suficiente para mi, Louis—Harry gruñó por lo bajo, con un timbre de voz grave—. Nunca he esperado algo mejor, por que eres más que mejor, lo intangible, lo extraordinario. No necesito nada más—. Sus mejillas se colorearon intensamente, sintiendo un nudo en su garganta, un puchero se formó en su boca, tratando no romper a llorar en ese momento. 

Harry volvió a besarle con intensidad, no podría cansarse de ello, provocando una sonrisa en su rostro, que le valía la suya. 

—¿Eso es una confesión, Doctor Styles?—murmuró con la voz algo temblorosa pero alegre cuando se separaron. El alfa, acarició su mejilla con sus pulgares, besando el puente de su nariz de botón. 

—Para ti, lo que quieras. 



Mi perfume~ Ziall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora