doce

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Harry le había llevado flores. 

Nunca lo había visto tan formal. Quizá por que siempre lo frecuentaba en el hospital y el rizado siempre llevaba puesto su bata, o su pijama quirúrgica. Pero ese día era su cumpleaños, y Harry lucia muy apuesto usando botas negras, con ese pantalón acampanado color blanco, con tirantes que se anclaban desde el borde pasando por sus hombros donde una camisa de manga larga negra se divisaba, pulcra, con un diseño diminuto de puntos.  Sostenía en sus manos un ramo de tulipanes de distintos tonos: rojos, naranjas, amarillos, y se lo extendió con delicadeza cuando algunos minutos pasaron y el silencio envolvió el ambiente.

—¿Puedo pasar?—Louis parpadeó, regresando en sí al notar que se había quedado congelado en el sitio con una mano en la puerta y otra en su rostro, tapando su sorpresa. 

Tragó duro y asintió, abriéndose a un lado para dejarle entrar. Louis vestía un simple cárdigan color blanco que, casualmente, hacía juego con la ropa del alfa, este era bombacho, hasta la cintura, con unos pantalones negros que se amoldaban completamente a sus piernas. Unos tenis deportivos, para no perder el estilo, según él. 

Tenía el pelo mojado, unas cuantas gotas cayendo aún por sus puntas, llevando una de sus manos tocando aquellas, mirándole con preocupación—: Te vas a resfriar. 

—Ah, esto... si, salí muy rápido de la ducha y no me sequé bien el cabello—concluyó, sonriendo diminuto. Harry suspiró en resignación, dejando a sus labios curvarse y acompañar el gesto. Le entregó las flores dejando que el rubor de nuevo se adueñara de sus mejillas, acercando esa pequeña nariz de botón que olisqueó curioso los tulipanes hasta saciarse. 

Harry solo le obsevró, con las cosquillas molestando en su pecho, carraspeando para llamar su atención y extenderle entonces una bolsa de papel kraft. Su rostro detonó curiosidad y sorpresa.

—Para ti. Es un pequeño detalle, y espero que te guste. 

—Oh, Harry, no tenías por qué...

—Claro que sí. A pesar de mi insistencia, tu decidiste prepararnos una cena, yo solo quise contribuir con un obsequio. 

Louis asintió, dejando las flores a un lado, en una pequeña mesa disponible en la esquina de la sala, volviéndo sobre sus pasos hasta él, tomando la bolsa. Era bastante grande, no tan pesada. Una sensación burbujeante se apoderó en su garganta al abrirla, dentro dos cajas y una botella. Era un vino Monastrell y Louis supo que ese "detalle" no había sido nada económico. Le sonrió pequeño, apenado, dejando a un lado la botella y procediendo a ver lo que había en la siguiente caja, al abrirla, un envoltorio de papel de seda rosa, que traía consigo cuidadosamente doblado un sueter de algodón de color azul cielo, que al abrirlo bien, tenía de adorno un pollito amarillo saliendo de su cascarón. Le pareció tierno y lindo, mordiendo su labio superior, y admirando el datalle hasta que la etiqueta de la prenda salió a relucír. Claro que conocía muy bien Gucci, tanto para saber que no era una marca de su consumo personal por sus, muy evidente, elevados precios. 

—¡Harry!, esto es demasiado, yo no...

—Tranquilo, es mio—confesó antes de que pudiera expresar su desespero ante la excesiva prenda. Louis le miró dubitativo dejándole continuar—: Yo, me lo puse solo una vez, y no es que me esté deshaciendo de él por que no me guste o algo así es solo... pensé que se te vería mejor a ti...—. Ladeó el rostro rascándose la nuca, una risita vaga llena de vergüenza que no sabía que podía experimentar frente al beta. 

Pero cuando al fin pudo sentir que controlaba la emoción, al verle, la gran sonrisa de Louis formaba esas pequeñas arruguitas al costado de sus ojos, su perlada dentadura, los ojos brillantes de ese azul electrizante que le hizo erizarse por completo, abrazando la prenda como si fuera lo más valioso que poseyera en ese momento, lo supo. 

Mi perfume~ Ziall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora