Miraba a todos los niños en el parque, no quería acercarse, le daba miedo, no quería que ninguno de ellos le pegara o le dijera algo hiriente. Su hermano la esperaba en los columpios, así que se llenó de valor y corrió hasta él, sabía que con él no corría ningún peligro.
Él le sonrió y Lena le correspondió la sonrisa, ella quería mucho a su hermano, siempre había deseado ser como él cuando ella tuviera su edad, su hermano era su ejemplo por seguir. Lena subió al columpio y su hermano comenzó a empujarlo, Lena sonrió, amaba sentir el viento en la cara, sentía que podía volar.
De pronto, el columpio se detuvo, sabía que era hora de regresar, pero ella no quería regresar, ella quería seguir en el columpio y nunca irse. Su hermano la bajó del columpio y le tomó la mano, para regresar con su madre.
Su madre se acercó a ellos y le dio un beso en la mejilla a su hermano, se acercó a ella y le sonrió dulcemente, como ella solía hacerlo siempre que la miraba. Pasó sus manos por sus mejillas y se acercó a su cara.
—Mi linda Lena.
Su madre se acercó a su oído lentamente susurrándole: "Despierta, zorra".
Lena se levantó rápidamente y miró su habitación, se sentía un poco desorientada y demasiado cansada, las cosas seguían exactamente igual.
"Lena"
Volteó la cabeza en cuanto escuchó su nombre, pero en su habitación no había nadie, estaba completamente sola, como siempre. Ella se puso de pie, sabía lo que significaba, sabía que tenía que tomar su pastilla antes de que empeorara. Intentó abrir la puerta, pero seguía cerrada.
"Creo que no abre"
Escuchó la segunda voz. Lena puso las manos en su cabeza, ¿ahora que hacía? ¿A quién le pedía ayuda?
"Llámalo, Lena"
Escuchó la tercera voz.
"No, Lena, no lo llames"
"Ahora solo somos nosotros cuatro"
La primera y la segunda voz contratacaron a la tercera. La chica cerró los ojos, hacia tanto tiempo que no las escuchaba y, no las extrañaba para nada.
Caminó hasta su cama y tomó el celular, buscando a alguien a quien llamar, pero no había nadie, los pocos contactos que tenía eran de sus vecinos y ellos nunca se involucraban en lo que pudiese pasar con ella y realmente, no los culpaba, las personas que supuestamente deberían de preocuparse por ella no lo hacían, ¿por qué los vecinos tendrían que hacerlo?
Siguió mirando sus contactos, hasta que se topó con en el de Matt, ni siquiera recordaba que lo había registrado, así que, sin pensarlo, lo llamó, no quería seguir molestándolo, pero tampoco quería enloquecer por completo, prefería mil veces su mirada fría que las voces en su cabeza.
El pitido de espera nunca llegó, solo la enviaba directamente a buzón, lo que le daba a entender que Matt estaba en una zona donde no había señal o, había apagado su celular.
¿Y ahora qué?
Cerró los ojos y trató de controlarse, tenía que mantenerse cuerda por ella misma, sin importar lo que las voces le dijeran, tenía que luchar. Marcó cuantas veces pudo, pero él nunca contestó, dejó caer el celular al suelo y miró la ventana. Podría salir, pero sabía que era mala idea, ¿a dónde iría? No tenía con quien ir. Además, sabía que enloquecería y no quería hacerlo en frente de todas las personas que estuvieran a su alrededor.
Se sintió molesta consigo misma, si hubiera tomado su medicamento, estaría bien, al menos hasta la mañana siguiente.
Con el paso de las horas, la desesperación comenzó a consumirla, las voces hablaban de vez en cuando y estaba comenzando a perder las esperanzas.
ESTÁS LEYENDO
Mental Decadencia
Teen FictionLena solía odiar todo aquello que tenía en la vida; su casa, la escuela, el pueblo, pero sobre todo a ella misma. Boulder Colorado no le brindaba la seguridad que ella necesitaba, sólo había una razón por la cual ella seguía andando y esa razón llev...