Lena llegó al colegio y fue hasta su casillero, todo iba normal, ya nadie le gritaba cosas y eso estaba demasiado bien. Tomó un libro y al cerrar el casillero, miró a Matt, no pudo evitar un cosquilleo en el estómago, más fuerte de lo habitual. Estuvo a punto de saludarle con la mano, pero el chico ni siquiera la miró, como si ella no fuera nada en el universo.
Una pizca de decepción invadió su pecho, sin embargo, se concentró en dejar toda clase de sentimientos fuera, ella y Matt no eran amigos, él no la saludaría, ¿por qué lo haría? Saludar a la niña rara era como un suicidio social y él era lo suficientemente inteligente para evitarlo.
Lena tomó los tirantes de la mochila con fuerza y entró a los baños, se encerró en un cubículo y respiró con profundidad, se sentía demasiado impotente y la idea de lastimarse era asombrosa. Hizo sus manos puños y apretó con todas las fuerzas que tenía, hasta que la sensación se fue.
Al abrir las manos y contemplar sus dedos, notó como estos estaban llenos de sangre; sus palmas estaban sangrando, se había lastimado. Se acercó al lavamanos y abrió la llave, metiendo las palmas en el chorro de agua.
Uno de los baños se abrió y una chica que no conocía se acercó a los lavados. La castaña trató de esconder sus manos, pero la chica lo vio y dejó de arreglarse el cabello.
—Por Dios, ¿estás bien?
—Aaa, sí, solo...
No supo que más decir y cerró la llave, para después irse.
No entró a clases y no le importó llevarse un reporte por eso, solo estuvo en el patio, esperando a que las clases terminaran y regresar a casa. Ni siquiera desayunó, no tenía ganas de nada y solo quería estar sola.
Tomó su pastilla, eso haría que el estómago le ardiera, pero a veces era necesario saber que aún podía sentir, aunque sea dolor, aún estaba viva por dentro.
Al terminar el día, esperó a que todos se fueran y regresó a los pasillos, abrió su casillero, metiendo todo, no había entrado a ninguna clase y eso significaba que no tenía que preocuparse por hacer tarea.
Suspiró y comenzó a caminar hasta la salida, iba tan perdida en ella misma que no se dio cuenta de la persona que estaba parada en frente de ella.
—Aaa, lo siento, yo...
Levantó la cabeza y se quedó sin habla cuando miró a los chicos.
La castaña pasó saliva, eso no terminaría nada bien para ella, los chicos realmente se miraban molestos.
—Hola, Lena —Le dice Oziel mientras le sonríe.
Lena entrecerró los ojos, tratando de descifrar el significado de esa sonrisa. Había aprendido con el paso de los años a diferenciar las sonrisas de Oziel y Michael, de todos ellos, ellos dos eran los más macabros, pero, por más que revisó su manual, no pudo descifrarla, esta era nueva y prometía hacerla sufrir como nunca.
Por primera vez, después de mucho tiempo pudo sentir algo diferente; miedo.
Los chicos la tomaron del brazo y comenzaron a llevársela. Lógicamente, Lena comenzó a luchar, intentando soltarse, su destino incierto la hacía sentir un poco de ansiedad.
Siguió luchando, pero lo único que consiguió fue que los chicos la arrastraran. Sus pantalones se rasgaron cuando salieron del colegio, gimió de dolor cuando sintió los raspones en sus rodillas.
—¡Basta! —Gritó ella con desesperación.
Jordan soltó una carcajada y siguieron llevándola como si de un costal de papas se tratase.
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Mental Decadencia
Teen FictionLena solía odiar todo aquello que tenía en la vida; su casa, la escuela, el pueblo, pero sobre todo a ella misma. Boulder Colorado no le brindaba la seguridad que ella necesitaba, sólo había una razón por la cual ella seguía andando y esa razón llev...