Ordenó todo en su habitación y tiró el estuche de las navajas a la basura. Cuando terminó salió a la cocina, su padre no estaba en ningún lado, así que pudo prepararse una sopa instantánea con toda la calma, buscó un tenedor en uno de los cajones y se encontró con el frasco de sus antipsicóticos, su padre ni siquiera se había molestado en esconderlos, solo los había botado en el lugar más cercano que encontró. Ella los tomó y regresó a su habitación con todo y su sopa.
Se quedó dormida cuando terminó la sopa y se levantó temprano a la mañana siguiente, se dio una merecida ducha y se vistió, acomodó su cabello y atoró unos mechones con unos bonitos broches de colores, que combinaban con su suéter de lana de colores pasteles, lista para vivir un nuevo día.
Caminó con calma por las calles, se sentía de un humor sorprendente, al cual no le tenía ninguna explicación, solo se sentía bien estar viva, como hace mucho no se sentía, así que, sin más, se permitió sentirse así de bien ese día, tal vez nunca más lo volvería a sentir.
Lena caminó hasta su casillero cuando llegó al colegio y dejó algunas cosas, cerró un poco el casillero cuando escuchó el escándalo en los pasillos; todos los chicos rodeaban a Oziel, aun con la cara mallugada después de los golpes que le metió Matt hace unos días. Le resultaba sorprendente como aun tenía un color demasiado morado y no se miraban para nada sanos, la golpiza ya tenía días.
Los chicos realmente parecían sorprendidos y no los culpaba, Oziel había faltado, tal vez con la idea de que sus golpes sanarían en esos días, pero al ver que no, tal vez no le había quedado más remedio que volver a la escuela.
—¡Oh, Dios! Oziel, ¿que te pasó? —Le pregunta Scarlett, con toda la preocupación acumulada en su rostro, mientras le tocaba la cara con cuidado.
—Una pandilla, sí, una pandilla me atacó el otro día.
Scarlett soltó un chillido más y miles de preguntas volaron, sobre ¿quiénes eran? ¿Qué querían? ¿Denunciaste? Oziel parecía ignorarlos a todos, solo podía verla a ella, con más odio que nunca, pero, Lena seguía sin temerle.
—Con que una pandilla, ¿eh?
Lena respingó y volteó de inmediato, mirando los ojos chocolate de Matt, todos sus sentidos se adormecieron y solo centró su atención en él, justamente ese día, se miraba diferente, y no era por su cabello recién lavado, o por la sonrisa juguetona que adornaba sus labios, Matt se miraba... cuerdo.
Matt observó los ojos azules de la chica, ella se miraba diferente y no era ese suéter de colores pastel, ni los broches que embellecían su cabello, o la luz que ese día adornaban sus ojos, no, Lena se miraba... viva.
—Tal vez solo le avergüenza el hecho de que tú lo hayas golpeado.
—O tal vez solo quiere ahorrarse problemas.
Ella lo pensó, tenía sentido que, si él decía algo, se llevaría otra golpiza o algo mucho peor, tal vez Matt divulgaría que él, había intentado matarla. Una familia como la de él, no estaba lista para un escándalo como ese.
—Tal vez —Murmuró Lena, cerrando por completo el casillero, comenzando a caminar hasta su salón.
Matt la miró alejarse y no pasó desapercibido para él la forma en como Oziel la miraba, para Matt, eso le fue suficiente para dar el segundo paso con él. Lena no vio al castaño en las primeras tres clases, ni siquiera en el almuerzo y no evitó preguntarse dónde se había metido.
Lo buscó con la mirada todo el receso en la cafetería, pero no estaba, Matt realmente era demasiado bueno para desaparecer. Compró varias golosinas antes de entrar a su siguiente clase y se sentó en su lugar, tomando un chocolate, guardando los demás para después, quitó el envoltorio, pero el chocolate no alcanzó a llegar a su boca cuando miró a Matt entrar al salón.
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Mental Decadencia
Ficção AdolescenteLena solía odiar todo aquello que tenía en la vida; su casa, la escuela, el pueblo, pero sobre todo a ella misma. Boulder Colorado no le brindaba la seguridad que ella necesitaba, sólo había una razón por la cual ella seguía andando y esa razón llev...