Se pasó todo el día encerrada en el baño, tratando de ahogar todo el miedo que su cuerpo estaba acumulando. Traba de hacerse a la idea de que su padre solo la quería asustar, pero no podía engañarse a ella misma, sabía que no mentía.
Esa noche, tampoco pudo dormir, no dejaba de ver la puerta, imaginándose que en cualquier momento su padre entraría y la apuñalaría hasta que si esternón quedara destrozado. A la mañana siguiente se dio un baño, tomó su mochila, sacó todo de ella y salió de la habitación.
Caminó con lentitud y estuvo alerta, ante todo. Su padre estaba dormido en uno de los sillones, suponía que borracho. Miró su billetera tirada en el suelo y se acercó con cautela, la tomó y la abrió, sacó todo el dinero en ella y salió de casa. Estaba completamente segura de que no echaría de menos ese dinero.
Esperó el autobús por casi veinte minutos y se sentó hasta atrás cuando llegó. Recargó la cabeza sobre la ventana y cerró los ojos, cuando los abrió, el autobús estaba por llegar al cetro. Bajó junto con un par de personas.
Pasó el resto del día comprando algunas cosas que necesitaba, buscaba con urgencia distraer su cansada mente. Cuando entró a su habitación, el sol se estaba ocultando, le quedó tiempo suficiente para hacer su tarea y dormirse temprano.
Al otro día, al llegar al colegio, no le permitieron ir a su salón de clases, ya que estaban entregando el gas pimienta y los silbatos que los padres de Michael y Jackson prometieron dar. La hicieron formarse y esperar un largo rato para su turno. Le dieron un silbato plateado que colgaron en su cuello, con las instrucciones de que solo lo usara en caso de emergencias, que cualquier persona que lo oyera, la ayudaría de inmediato. Le dieron su gas pimienta y la dejaron ir.
Ella entró al salón, varios de sus compañeros ya estaban ahí y ella tomó su asiento. Matt entró minutos después, con el silbato en los dientes, se sentó a lado de ella y dejó caer el silbato.
—Veo que a ti también te dieron tu arma de defensa personal.
—Sí.
Ella tomó el silbato y no pudo entender como ese jodido silbato la iba a salvar de un posible asesino. Lo volvió a dejar caer, para ella era una enorme perdida de dinero. Matt seguía viendo el silbato en su cuello.
—Mierda, eso solo significa que no me será tan fácil matar a alguien, ese silbato me destruirá.
Lena soltó una leve carcajada, al menos no era la única que creía que ese silbato era algo estúpido y poco útil.
—Al menos hiciste que los ricos gastaran sus ahorros —Replica la chica.
—Oh, sí, ellos dejaron a sus hijos sin sus prometidas vacaciones a España y nosotros obtenemos silbatos tontos.
—Es lo que Michael y Jackson hubieran querido.
Matt sonrió de lado y asintió, los ricos siempre necesitaban una excusa para llamar la atención. Lena perdió de vista al chico en la segunda clase y tampoco lo vio en la tercera.
A la hora del almuerzo, ella solo tomó un pastelillo y su jugo de uva, así que, terminó rápido. Dejó la charola en la fila de las charolas y caminó a través de la cafetería. Tal vez iría al salón a leer un poco.
—¡Lena!
Ella se detuvo de inmediato y miró hacia una de las mesas. Gina Jefferson, la ex novia de Michael, le sonrió y se puso de pie. Acomodó su falda y tomó su vaso de café Starbucks sin tapa. Se llevó el popote a los labios y bebió, hasta que quedó en frente de ella.
Todos en la cafetería guardaron silencio y miraban la escena con curiosidad. Lena intentó caminar, no tenía ganas de dar un espectáculo ese día, pero Gina, le cortó el paso.
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Mental Decadencia
Teen FictionLena solía odiar todo aquello que tenía en la vida; su casa, la escuela, el pueblo, pero sobre todo a ella misma. Boulder Colorado no le brindaba la seguridad que ella necesitaba, sólo había una razón por la cual ella seguía andando y esa razón llev...