Capítulo 32 Dorian Gray

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Lena

Tres meses habían pasado desde que estaba en la casa de sus captores. Se había integrado a la vida a la fuerza, comenzó a ir a terapía y a los centros de apoyo. Su medicación estaba controlada y ya no se sentía tan desastrosa como antes. Pero el vació que sentía en el alma no podía quitárselo, no dejaba de extrañar a Matt y de preguntarse como estaría.

La situación con sus familiares no había cambiado, seguía siendo mezquina con ellos, no podía evitarlo, no después de su cruel abandono. La dejaron a cambio de una casa bonita que es demasiado fría y con mucho eco.

Se mordió la uña, había pensado en trabajar, juntaría dinero y regresaría a Boulder para esperar a Matt, y cuando saliera, podrían irse a cualquier lado, solo los dos.

—¿En qué tanto piensas? Puedo oler tu cerebro quemándose —Dice Jacob.

Al final, con el único que se llevaba bien era con el novio de Thomas, porque sí, su padre tenía razón; a Thomas nunca le gustaron las vaginas.

—Nada, solo pienso en...

Lena dejó la oración a medias, pero Jacob lo supo, ese chico del cual Lena estaba completamente enamorada.

—Bueno, puedes seguir pensando en eso en el coche, Thomas nos espera.

Ella asintió y se puso con pie. Iría con ellos a comer sushi. Se abrochó el cinturón y se puso el cabello detrás de las orejas. Lena miró por la ventana en todo el caminó y se fue al baño cuando llegaron al restaurant.

Regresó después de lavarse las manos y se sentó en frente de los dos chicos.

—Ordenamos por ti —Dijo Thomas.

Lena no le contestó, solo se quitó su abrigo y lo puso en la silla vacía a su lado. Ella juntó las manos sobre la mesa y no miró a Thomas. Jacob sonrió y buscó un tema rápido de conversación, las discusiones entre ambos siempre lo ponían incómodo.

—Hace rato, Thomas y yo hablábamos de los libros, ya sabes, esos que nos marcaron y se convirtieron en nuestro favoritos ¿cuál es el tuyo?

—El niño con el pijama a rayas —Contestó sin pensarlo demasiado.

—¿Por qué?

—Es muy trágico, la crueldad humana no tiene límites, solo toma pedazos de ti hasta que te destruye, convirtiéndote solo en un cuerpo vacío.

—Eso es cierto.

Lena sonrió un poquito, recordando a Matt, leyéndolo antes de irse a dormir, como usó una bolsita de paleta como separador.

—Se lo regalé a Matt el día de su cumpleaños el año pasado y le encantó. Me dijo que sería su segundo libro favorito, el primero es el retrato de Dorian Gray.

—¿Por qué?

—Es que Matt es como Dorian, son tan atractivos y magnéticos, pero, detrás de tanta hermosura, se esconde un ser oscuro que puede destruir todo a su paso. Pero, a diferencia de Dorian, Matt es capaz de hacer sacrificios por las personas que quiere.

—Jum, ¿y qué sacrificó por ti? —Pregunta Thomas en tono destructivo, como siempre que el nombre de "Matt" salía de los labios de su hermana menor.

—Más de lo que tu hiciste.

Jacob tomó aire, no importaba lo mucho que él tratara de llevar las cosas bien, si Thomas no dejaba de hacer comentarios que para Lena eran hirientes, ella nunca dejaría de contestarle de forma agresiva, como si él fuera su enemigo. Eran hermanos, deberían tratase como tal.

—¿No crees que es suficiente ya tanto desprecio? —La cuestiona.

—Mmm, no lo sé, ¿crees que sea suficiente por ocho años de abandono?

—Oh, por Dios, Lena, madura.

—Madura.

Repitió ella con amargura, que sabía Thomas sobre la vida, sobre su vida. Él era feliz dentro de su burbuja rosa y lo demás, no le importaba.

—Pues sabes, yo estaba demasiado bien en Boulder, comenzaba a tener una buena vida y era feliz, en ningún momento les pedí que fueran por mí.

—¿Una vida feliz? ¿Al lado de ese asesino?

Lena puso una expresión dura en el rostro. Odiaba que se dirigieran hacia Matt como "ese asesino", porque no era la primera vez que lo decían, no. Lo decía Norah, lo decía Thomas, hasta su estúpido padrastro Kellan. Los odiaba.

—Ese asesino, Thomas, ese asesino hizo lo que tú y Norah nunca hicieron por mí; me sacó del infierno en el que ustedes me dejaron y me dio una vida mejor. Comenzaba a tener esperanza y Barry la destruyó. Así que, mejor cállate y cierra tu puta boca, Thomas, no sabes nada.

El ambiente en esa mesa se puso tenso y Jacob se frotó la frente; sabía la historia, del porque Thomas había escapado de casa, cansado de tanto maltrato por parte de su padre, y realmente trataba de entenderlo y apoyarlo, pero luego estaba Lena, la pobre niña que tuvo que quedarse y aguantar. Podía entender porque ella estaba tan herida.

—Eso fue cruel.

—Soy esquizofrénica, Thomas, no me importa otra cosa que no sea mi propio sufrimiento, así que, tus estúpidos sentimientos están en lo último de mi lista en pendientes por ver.

La incómoda reacción de Thomas se vio interrumpida cuando el mesero dejó la comida en la mesa. Lena tomó su sushi y sus palillos chinos.

—¿Tanto daño te hizo que me fuera? ¿Que fuera libre y me buscará una vida? —Pregunta Thomas.

—Dios, Thomas —Se quejó Jacob.

Pero Lena lo ignoró, ya estaba harta de tanta estupidez, y solo se comió ese jodido sushi.

Mental DecadenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora