Lena
Pasó los próximos tres días encerrada en su habitación, en el sanatorio, no comía bien y solo tomaba su medicamento porque la obligaban, ¿de qué le servía estar libre si no podía estar con Matt? Su vida había perdido el sentido una vez más, su corazón estaba roto en mil maneras. La enfermera Celeste entró como de costumbre y le dio el medicamento.
Lena se lo llevó a la boca y lo masticó, al menos el sabor amargo de los medicamentos aun la hacían sentir algo diferente. Ella no miró a Celeste, no le importaba, se podía quedar toda la vida viéndola si ella quería. Y así lo hizo, ella no salió, se quedó ahí, mirándola revolcarse en su propia miseria.
—Lena, te tengo buenas noticias.
Pero Lena ni siquiera la miró, seguía viendo en la misma dirección, a la nada. Celeste se sentó en la cama y tomó aire.
—Alguien vino por ti.
—¿Quién?
—Un familiar.
—Yo no tengo familia, te están mintiendo.
—Tienen papeles, Lena.
Lena apretó los labios, negándose a creer que alguien más se preocupara por ella, por lo que pasaría con ella después de haberse librado de la cárcel.
—Te repito, no tengo familia.
Celeste suspiró y se puso de pie, saliendo. Lena cerró los ojos y recargó su cabeza en la pared, ¿qué haría ahora? A los minutos los enfermeros del horror (que así lo había llamado ella) entraron y la tomaron a la fuerza. Ella luchó con toda su fuerza y mordió al enfermero del terror número uno, rasguñó al número dos, pero al final, la ataron a la camilla de los locos y la sacaron.
Ella luchó y gritó todo lo que pudo, hasta que entró en otra habitación. No tenía ni idea de donde estaba, solo quería liberarse y esconderse en un lugar seguro. Comenzó a llorar como una niña, había tenido todo lo que había querido hace tan solo cinco meses, ahora estaba en un loquero, rodeada de gente más loca que ella, Matt estaba en la prisión y ni siquiera había sido su culpa.
Lo había arruinado todo, absolutamente todo.
—¡No! ¡Basta!
Siguió moviéndose sin control, hasta que el enfermero del horror número uno la sujetó con fuerza, de esa forma, Celeste pudo inyectarle el brazo. Ella gritó y dejó de moverse al comenzar a sentir el cuerpo entumido. Movió la cabeza hacia la izquierda y antes de perder el conocimiento, miró esas caras tan familiares y tan odiabas al mismo tiempo.
******
Matt
Dejó caer de mala forma su charola de comida y tomó asiento. Había pensado que las cosas iban a ser sencillas en cuanto los juicios terminaran, pero no. Es decir, estar en la cárcel no le molestaba, de hecho, no estaba tan mal, todas las personas en ese lugar estaban locas.
El problema era ella, seguía sin saber absolutamente nada, donde estaba, como estaba, como si hubiera desaparecido. Se pasó las manos por la cara, estaba de muy mal humor y quería destrozar todo a su paso. Tomó el tenedor y picoteó su comida. Un sujeto tomó su pudín y él apretó la mandíbula, era un pésimo día para querer joderlo.
Levantó la mirada y Pantera le sonrió, mostrando sus dientes amarillos, con varias coronillas en ellos. Tomó una gran cuchara de su pudín y Matt se puso de pie. La verdad era que el pudín lo tenía sin cuidado, ni siquiera le gustaba, pero, siempre es un buen momento para pelear.
—Te equivocaste de día, Pantera.
Él volvió a tomar una gran cuchara de pudín y luego le sonrió, llevándose a la boca la cuchara. Matt se llevó las manos a las bolsas de su traje naranja.
—Es que, me gusta el pudín.
—Y a mi golpear gente.
—Aww, este niño cree que puede pegarme.
Pantera soltó una ruidosa carcajada y algunos reos lo siguieron, pero Matt, no estaba jugando.
Ese día, cada uno de esos hombres aprendería que, con él, no se podían meter.
—Bájate de tu nube niño, todos sabemos porque estás aquí y el hecho de que mataste al papá de la niña que te follabas, no te hace peligroso.
Matt no dijo nada y Pantera volvió a sonreír.
—¿Sabes en que te convierte eso, niño? En un idiota, arruinar tu vida por una chica que es igual a las demás, es estúpido.
EL chico hizo puños sus manos, Lena no era igual a las demás, Lena era simplemente Lena y el mataría a quien fuera por ella.
—Sí, supongo que lo arruiné, lo arruiné todo.
Pantera negó divertido.
—Será todo un placer, darte la bienvenida, y arruinarte esa linda carita que tienes.
—Bien ¿Y por qué no lo intentas? —Lo retó Matt.
—Uh, que buena idea, eres el tipo de chico que aquí conocemos como "una niña bonita". Apuesto mi revista Play Boy a que estas tan apretado, tan limpio. Tal vez serás mi nueva puta.
—Tal vez tú serás la mía.
Los demás reos soltaron gritos como unos gorilas y Pantera levantó una de sus cejas, los chicos nuevos nunca buscaban retarlo, siempre hacían lo que él pedía con tal de estar en su grupo. Matt sonrió con arrogancia.
—No me mires así, no me importa tu asqueroso ano, prefiero las vaginas.
Pantera tensó la mandíbula y tendió el pudín. Uno de los reos lo tomó y él comenzó a remangarse las mangas del overol naranja.
Matt sacó las manos de sus bolsas y todos los reos comenzaron a agruparse.
—Lloraras, y en cuanto te derrote, te follaré.
—Promesas, promesas.
Matt sonrió y Patera soltó el primer golpe, que Matt esquivó con mucha facilidad. Pantera tomó impulso y se lanzó a él. Matt solo tomó su bandeja de comida y se la estrelló en la cara, haciéndolo caer al piso. Matt soltó una fuerte carcajada y se posicionó sobre él, solo pudo golpearlo dos veces, ya que dos tipos enormes, lo tomaron de los brazos.
Matt tomó el tenedor del suelo y lo escondió en la manga de su traje. Pantera se levantó del suelo y escupió sangre. Golpeó a Matt en el estómago, en la cara que le hizo sangrar la nariz y otro en el pómulo. Matt tomó aire y sonrió.
—¿Esta es tu forma de ganar peleas? Que marica.
El castaño lamió sus labios, limpiando su propia sangre. Pantera se pasó la manga de traje por la cara, limpiándose restos de sangre.
—Mandar a dos grandulones a tomar a un chico de diecinueve años para darle una golpiza es tan pocos huevos. En serio, ¿por qué te temen tanto? Solo eres un ser patético más que le teme a un niño.
El chico soltó una carcajada completamente maniaca, que hizo que algunos reos dudaran un poco sobre la cordura del chico. Matt dejó de reír y movió los brazos.
—Vamos, amigo, suéltame, prometo que después no te haré nada con mi tenedor, porque créeme, me soltaré y cuando me enojo, no distingo entre negro y blanco, así que, hazte un favor —Miró a unos de los sujetos y sonrió. —No pienses que porque eres más alto que yo o porque me doblas la masa corporal te tengo miedo, de hecho, a ninguno de ustedes les tengo miedo —Miró a cada uno de los hombres presentes. —No me conocen y no saben de lo que puedo ser capaz. Así que, si yo fuera tú, me soltaría, prometo darte mi pudín a partir de hoy.
Y los hombres lo soltaron. Matt movió los hombros y sonrió como un maniaco. Pantera dio un paso hacia atrás.
—Que empiece la diversión. —Matt se lanzó sobre él y lo tomó de las piernas, lanzándolo al suelo. El cuerpo de Pantera chocó con brusquedad y Matt sacó su tenedor, clavándoselo en el pecho. Pantera gritó y Matt sonrió. —¡Ahora eres mi puta!
Los reos gritaron como unos locos y unos brazos ajenos lo tomaron de los hombros, alejándolo de Pantera. Eran los guardias y de inmediato se lo llevaron, encerrándolo en aislamiento.
Matt se sentó en la barra de cemento y disfrutó el dolor de sus heridas, al menos así, podía sentir otra cosa y despistar a su cabeza por un momento.
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Mental Decadencia
Teen FictionLena solía odiar todo aquello que tenía en la vida; su casa, la escuela, el pueblo, pero sobre todo a ella misma. Boulder Colorado no le brindaba la seguridad que ella necesitaba, sólo había una razón por la cual ella seguía andando y esa razón llev...