"Tú, perteneces a ese grupo de individuos que son poco comunes. Tú, tienes la capacidad de sentir amor. Tú, pudiste enamorarte de aquella chica de ojos oceánicos que cargaban una tristeza tan profunda como el mar".
Lena
Habían pasado más de dos horas desde que la policía se los había llevado. Los habían metido en patrullas diferentes y ahora, estaban en habitaciones separadas. Lena no había dejado de llorar y tenía los pies sobre la silla, abrazándose a sí misma. La habitación era cuadrada y pequeña, el foco estaba encendido y solo había una mesa y una cámara en la esquina.
Había un vidrió negro en frente y ella sabía que era probable que alguien la estaba viendo. No tenía ni idea de dónde estaba Matt y eso la tenía aún más triste. No mentiría, no dejaría que Matt se sacrificara por ella.
Un par de policías entraron a la habitación y cerraron la puerta, tomaron asiento en frente de ella y dejaron unas carpetas en la mesa.
—Yo soy el oficial Mitman y ella la oficial Clayton.
Ella levantó la cabeza y miró a los oficiales, la mujer era castaña y tenía unos bonitos ojos miel, el hombre era rubio con ojos chocolate.
—¿Nos dirás que pasó? Porque, hay un cadáver y dos sospechosos —Dice la oficial Clayton.
Lena cerró los ojos durante unos segundos y se sorbió los mocos. Odiaba la situación en la que los había metido.
—¿Podría darme mis pastillas?
—¿Disculpa? —Pregunta el oficial Mitman.
—Estoy enferma, tengo que tomarla sino tendré una crisis.
—¿Y qué tienes?
Lena miró hacia la pared oscura y se sintió vulnerable, como hace meses no se sentía. Se veía obligada a contarle sus problemas a unos completos desconocidos.
—Esquizofrenia —Dijo en un murmuro.
—¿Qué? no te creo.
—Puede verlo en la etiqueta del frasco.
—Pero...
—Solo ve por el frasco, Mitman —Lo interrumpe Clayton.
El oficial se puso de pie de mala gana y salió dando un fuerte portazo. Lena respingó y tomó aire, tenía que ser valiente.
—¿Me dirás que pasó?
—¿Dónde está Matt?
—Él está bien, ahora, dime, ¿qué sucedió en esa casa?
—¿Iré a la cárcel?
—Depende, ¿eres culpable?
Ella no contestó, y repitió la historia que Matt le dijo antes de ser llevados. Culparlo era fácil, pero no quería hacerlo.
—Será más fácil si hablas, no hay necesidad de ocultarlo, tenemos huellas en toda la escena.
—¿Huellas?
—Tuyas y del chico, así que, si hablas, tal vez puedas quedar libre.
—¿Usted cree que Matt lo hizo?
La policía no le contestó, solo la miró y Lena apartó la mirada. El oficial Mitman dejó el frasco de pastillas en la mesa y Lena estiró la mano para tomarlas, pero el oficial las apartó.
—Te las daré cuando nos digas que pasó.
—Bien, veamos cómo se va a ver esto en las noticias, cuando dos policías le negaron su medicación a una chica esquizofrénica que terminó suicidándose en su interrogatorio.
El oficial Mitman le acercó las pastillas de mala gana y Lena las tomó de inmediato. Tomó una de las píldoras y se la metió a la boca, pasándosela sin problema. Ella dejó el frasco en la mesa y cerró los ojos durante unos minutos, estaba lista para confesar. Bajó los pies de silla y los miró.
—Matt no hizo nada, yo lo asesiné, lo apuñale hasta que no pude más, incluso me duele la muñeca. Al parecer se necesita tener mucha fuerza física para hacerlo y yo no la tengo.
Los oficiales se miraron y se pusieron de pie, tomaron las carpetas y salieron de la habitación. Lena se limpió las lágrimas y miró hacia la pared negra.
—Perdóname, Matt.
******
Matt
Matt comenzaba a desesperarse, ¿cuánto tiempo tenía que esperar para que le hicieran el jodido interrogatorio? No sabía cuánto tiempo tenía ahí sentado, solo que se sentía como si hubieran pasado años, pero, sin duda, lo que más le preocupa en ese momento era Lena. Se balanceó en la silla en declaración de fastidio y se dejó caer hacia adelante cuando los oficiales entraron a la habitación y se sentaron en frente de él.
—Soy la oficial Clayton y él el oficial Mitman.
—¿Y?
Los oficiales se miraron y Matt sonrió con arrogancia. Miró las carpetas amarillas en la mesa y sintió curiosidad.
—¿Qué tienen ahí?
—Nada que te importe —Contestó el oficial Mitman. —La confesión de tu amiga.
Matt puso una expresión dura en el rostro, pero la cambió de inmediato a una relajada y sin preocupaciones.
—¿En serio? ¿Qué les dijo?
—Confesó, ella lo asesinó.
Matt soltó una fuerte carcajada y los oficiales lo miraron desconcertados. Él se llevó las manos a la panza, fingiendo que le dolía por tanto reír.
—Lena es muy graciosa a veces.
—Entonces, ¿es mentira?
—Por supuesto que sí, es esquizofrénica, no sabe ni que día es hoy.
No se sentía cómodo haciéndola quedar como una loca, y esperaba que algún día lo perdonara, pero Lena había roto el plan, así que tenía que buscar una forma de acusar se.
—Hablando de eso, ¿ya tomó su pastilla? Porque se pone toda loca cuando no.
—Ella está bien.
—Bien.
Él se recargó en el respaldo de la silla, haciéndolos esperar. La oficial Clayton suspiró, tratando de no perder la paciencia.
—Hay huellas tuyas y de la chica por todos lados.
—Ella vive en esa casa, creo que es lógico que haya huellas de ella —Dice Matt con obviedad.
—¿Ella y tú tenían algo que ver?
—¿Me está preguntando si me la follaba? Pues sí.
Mitman levantó una ceja y Matt sonrió con descaro. El oficial solo suspiró y negó, harto de la actitud del chico.
—Ya me cansé, Clayton, tenemos la confesión de la chica, dejemos a este idiota arrogante en paz y prosigamos.
—¿En serio? Oficial, ¿cree en el testimonio de una chica esquizofrénica? Que decadente es la justicia últimamente.
—Entonces, dinos la verdad —Agrega Clayton.
—Bien, les diré la verdad; yo lo maté. El maldito era un cerdo, estaba obsesionado con Lena, en serio. Y se la llevó a la fuerza y trató de estrangularla, pueden ver sus marcas en su cuello, así que tomé el cuchillo y lo apuñalé.
—No luces arrepentido.
—Porque no lo estoy, de hecho, estoy feliz de que este muerto.
—¿De verdad?
—Sí, ese hombre lastimó de una manera horrible a Lena, la destruyó por completo y lo único que dejó de ella fue un cuerpo sin alma. Solo véanle los brazos, está muy mal, de verdad. Un intento de suicido, dos tal vez.
Los oficiales se miraron y se pusieron de pie, saliendo de la habitación. Matt se pasó las manos por la cara y tomó aire.
—Jesús, Lena.
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Mental Decadencia
JugendliteraturLena solía odiar todo aquello que tenía en la vida; su casa, la escuela, el pueblo, pero sobre todo a ella misma. Boulder Colorado no le brindaba la seguridad que ella necesitaba, sólo había una razón por la cual ella seguía andando y esa razón llev...