Se sentía bien, era su cumpleaños número dieciocho e iría a algún lugar con Matt, no podía pedir algo más. Puso un listón en su cabello e hizo un moño arriba, tomó su mochila y salió de casa, emprendiendo su camino al colegio.
Sus primeras dos clases eran deportes, pero el entrenador Miller nunca le exigía entrenar con los demás, él pensaba que ella tenía algún tipo de anemia por lo delgada que estaba. Nunca lo corrigió, no le interesaba en lo absoluto andar corriendo por todo el campo como gallina sin cabeza.
En la siguiente clase no hubo tampoco inconveniente la profesora McLarty no había asistido, así que, el día de su cumpleaños iba bien, nadie se había detenido para molestarla y no había clases, sonaba como el país de las maravillas para ella.
A la hora del almuerzo, la señora Mendoza le dio una rebanada extra de pizza por ser su cumpleaños. Lena le agradeció y se fue a sentar a su mesa, abrió su jugo de uva como todos los días y le dio un sorbo.
No se sorprendió cuando Matt se sentó con ella. Ella miró su charola, solo quedaba una rebanada de pizza y la orilla de la otra estaba en la orilla de la charola, su gelatina estaba a medio comer y su manzana estaba intacta.
—¿Quieres una?
Lena le ofreció una de sus pizzas, tres rebanadas eran demasiado para ella, cada año llevaba su comida extra a casa y la comía, pero ahora, tenía con quien compartir.
Matt no dijo nada, pero ella se la volvió a ofrecer y él la tomó.
Ambos comieron en silencio, al parecer ninguno de los dos tenía algo que decir. Lena se sentía bien con la compañía de Matt, siempre estaba sola en esa mesa y era agradable ver a alguien más en frente de ella. Entraron a su salón de clases y se fueron a sus asientos.
Matt estuvo presente en las últimas clases y Lena lo miraba de vez en cuando, asegurándose de que él no desapareciera. Ella se fue hasta su casillero cuando las clases terminaron, dejó sus cosas y cerró su casillero de inmediato, estaba emocionada.
Caminó más de prisa que de costumbre, no quería hacer esperar a Matt. Se fue hacia las gradas y tomó aire cuando lo miró, ella se acercó y Matt la miró de inmediato.
—¿Estás lista?
—Sí.
Matt asintió y le dio vuelta al coche, metiendo su cuerpo por la ventana del conductor, tomó una caja color plata y regresó con Lena. Ella miró la caja en sus manos, pero no le puso mucha atención, esperaba que Matt le dijera que era hora de irse.
Él se recargó en el coche y le tendió la caja a Lena, ella la tomó sin entender y la observó, era plateada con un moño rosa; Matt le estaba dando un presente. Lena miró a al chico, ese estaba siendo el mejor cumpleaños en mucho tiempo.
—Feliz cumpleaños, Lena.
La ojiazul tomó un poco de aire y las manos le sudaron. Levantó la tapa de la caja con lentitud y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al ver el contenido.
—¿Unos guantes?
—Sí, siempre tienes frías las manos.
Lena los sacó de la caja y los admiró; eran unos guantes de lana color azul y le encantaron completamente, era el mejor regalo que le habían dado, sin temor a equivocarse.
—Me encantan, Matt, gracias.
Volvió a ponerle la tapa a la caja y la guardó en su mochila, no quería perderlos o ensuciarlos. Matt rodeó el coche y subió, Lena lo imitó y el chico prendió el coche, arrancando.
—¿A dónde vamos?
—Al boliche, ¿sabes jugar?
—Más o menos, solía ir con mi hermano cuando era niña.
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Mental Decadencia
Teen FictionLena solía odiar todo aquello que tenía en la vida; su casa, la escuela, el pueblo, pero sobre todo a ella misma. Boulder Colorado no le brindaba la seguridad que ella necesitaba, sólo había una razón por la cual ella seguía andando y esa razón llev...