Capítulo 26: Confirmación.

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Los regalos siguen llegando. Tranquilos, esta vez no es una parte humana.







—Vas a estar bien. Estoy seguro que te hará bien despejar un poco la mente estando lejos de tu casa.

Eso quiero creer.

—Tal vez tengas razón— apreto su mano dejando caer la cabeza en el asiento cerrando los ojos intentando relajarme y dejando los pensamientos atrás como el avión dejando la pista debajo suyo mientras despega.

Yo misma le pedí que vayamos igual a Grecia porque de verdad necesitaba descansar y olvidar aunque sea unos días su partida.

Toda la noche en vela. Sin pegar un ojo. Con mi arma debajo de mi almohada y Carly en el piso cerca de mi.

Tenía miedo. Porque sabía que Derek era un método para alertarme a mí de lo que me podría pasar.

Y no entiendo porqué. No entiendo que querrían de mi.

Apenas pude poner ropa en la maleta cuando llegué a casa después de terminar mi cumpleaños de una manera tan triste y dolorosa.

Cuando pude conciliar el sueño, solo lo hice por cinco minutos, porque soñé primero con Erick y como había dicho, después con Anderson en los siguientes minutos que pude dormir. Aunque luego desperté y no pude dormir más.

Soñé la vez que le había dicho mi intención, mi favor y porqué queria eso. Y como nuestra amistad terminó por eso.

Flashback.

Hace 3 años (2018)

—¡Suéltame Anderson o te arrepentirás el resto de tu vida. Lo juro. Suéltame!— grito pero es en vano porque el agua congelada toca mi piel en milisegundos. Y parecían como millones de agujas clavándose en mi piel cuando estoy en su piscina por completo.

—Feliz cumpleaños atrasado Sevedo— lo oigo decir cuando saco solo la cabeza del agua. Siento el cuerpo caliente por la intensidad del agua congelada.

—¡Estás muerto!— grito saliendo del agua. Empieza a correr dentro de la casa maldiciendo y aunque quiera mantener mi cara de "asesina en busca de verganza", me terminó riendo cuando se tropieza en la cocina y una olla con sopa ya fría que él olvidó guardar, se le cae en la cabeza por el impacto que pego con su cuerpo a la isla.

Suelto una carcajada que todo el vecindario tal vez escuchó.

—¡No te rías!

—¡¿Que no me ría?!— sigo con mi carcajada —¡Es lo mejor que eh visto en toda mi vida Anderson! Te vez tan asqueroso que valió la pena haberme tirado en el agua.

Un estornudo y después otro y otro salen de mi boca.

—Claro. La gripe de tu vida valió la pena— se ríe el ahora, pero yo también porque se ve adorable tirado en el piso aunque asqueroso y pegajoso.

Así que los dos nos terminamos riendo.

***

—¿Te sientes mejor?

—Uhm hum— asiento terminando de beber el té.

—No fue buena idea tirarte. Lo siento— me tapa mejor con la frazada y le sonrío en agradecimiento.

—Pero me gustó mucho verte todo cubierto de sopa— revuelvo su cabello húmedo. Recién se bañó.

—A mí tu cara azul— me río —pero te curé rápido. Sino tus padres me iban a matar. Tres té, un baño caliente, pastillas analgésicas, solo una para evitar que te ataque la gripe que al final no lo hizo y una frazada enorme al frente de la chimenea. Siéntete agradecida.

El Miedo De Ámbar #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora