Mentiras y más mentiras. Esta vez es una historia.
Narra Ryan.
Esa puta camiseta.
Joder, esa maldita camiseta me va a volver tonto, loco y más.
La forma en la que le queda puesta es impactante y alucinante. Como le va suelta y grande a los costados pero que de alguna forma se ciñe a su cuerpo. Como se le notan los puntos de sus preciosas tetas bajo la prenda. Si la miro justo ahí demasiado tiempo, se me va a poner dura de nuevo. Ya se había sacado la falda y puesto la braga y ahora mismo está sentada arriba mío mientras acaricio sus muslos de arriba hacia abajo.
Ya acabamos de hacerlo hace unas 2 o 3 horas creo. Bueno en realidad no tengo ni la más mínima idea, porque me quedé embobado en sus ojos y en su labios perdiendo la noción del tiempo y el espacio que existía entre nosotros.
—¿En qué piensas?— pregunta la mujer que me gusta mucho más de lo que esperaba. Su pelo cae alrededor de nosotros como una cascada tapando mi vista a los alrededores. Sus manos están puestas en mis mejillas y tiene una sonrisa radiante.
—En lo hermosa que eres— respondo sin vergüenza.
Ámbar se muerde los labios y se sonroja al instante.
—Mientes— trata de negar lo que dije pero es imposible.
—Claro que no linda, pensé es eso y también en lo sexy que te ves con mi camiseta— me río y ella también —definitivamente te la tengo que regalar.
—¿Qué dices?, me queda horrible.
—Tú no eres de esas personas que dejan puesto algo que les queda “horrible”— digo con sarcasmo.
—Solo la tengo puesta porque a tí te gusta como me queda.
—Y a tí también.
—Que no...— se empieza a reír.
—Que si..., no me mientas porque hace unos minutos te ví oliendo mi perfume impregnado en ella— le robo un beso y suspira resignada.
—Atrapada.
—Lo sabía.
Se ríe nuevamente hasta que para y me mira sin hablar.
»¿Qué?— pregunto nervioso.
—¿Emily nos habrá escuchado?
Que estúpida pregunta pienso entre risas mentalmente.
—Es más que probable, seguro la pobre quedó más que traumada— su cara es de espanto total.
—No ayudas— rueda los ojos.
—Lo sé.
Pone su cabeza en mi cuello estremeciendo cada músculo de mi piel. Joder, me encanta esta chica de ojos avellanas.
Cada vez que respira me hace cosquillas y ella lo nota porque se ríe y respira muchas más veces.
Jamás estuve así. Si follaba con alguien, apenas terminaba de venirme, me ponía mi ropa y salia del lugar donde estaba.
Pero Ámbar tiene como un magnetismo que me impide alejarme de ella y termino haciendo lo opuesto que cotidianamente hacía, y no solo hace que no quiera alejarme de ella, sino que quiera que estemos abrazados, acostados, y besándonos todo el día si es posible.
Lo que también tiene Ámbar es un aura intimidante. Lo sé, suena algo demente, y digo intimidante por no decir secreta. Cualquier persona que la viera por primera vez, diría que es un ángel. Lo cual es, pero hay algo que oculta, tal vez no es nada serio o malo, o... tal vez sí.
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El Miedo De Ámbar #1
Teen FictionUn simple apodo puede desestabilizarla. Un nombre tan común puede enloquecerla. Una mínima coincidencia se relacionan con sus pesadillas y recuerdos. Lo superó. O eso creyó. Ámbar prometió nunca enamorarse después del acontecimiento que vivió. Tien...