Después de todo... Kevin no es precisamente el segundo papá.
Narra Erick.
Está dormida. Posiblemente en un coma, quién sabe. Al menos siento que respira, y eso es bueno.
Sus manos quedaron posadas en mi cuello y sus piernas rodean todo mi cuerpo. Es como un monito enganchado a su mamá, buscando calor y protección...
La miro un instante. Se la ve tan... Inocente, cuando hace rato me la chupó como si no hubiera un mañana. Cosas de la vida.
—Así que me amas...— musito agarrando un poco de su cabello húmedo, casi seco, para jugar con él y dejarlo atrás de su oreja.
»Y yo no sé como corresponderte...— suspiro algo ¿Molesto? No tengo idea.
»Solo sé que no quiero que te alejes de mí. Porque me mataría a vivir triste y solo.
¿Por qué me cuesta decirle "yo también te amo"?
Porque vivi la mitad de mi desastrosa vida en un "hogar" sin recibir amor o cariño y algunos años en orfanatos asquerosos que arruinaron gran parte de mi vida donde no me saludaban siquiera ni me miraban de una forma como la que me mira ella puede ser y aún no me acostumbro a recibir ese amor o cariño.
Me quedo mirando al techo algunos minutos. Quizás horas.
Mi vista cae rápidamente a la puerta. Escucho.
Pasos.
Alguien caminando por el pasillo.
Frunzo el ceño. Kevin no puede ser porque dijo que quedaría en mi casa con mis padres.
—¿Lizz?— susurro. No necesito de Lizzie para que "matemos" al desconocido que camina por la casa, pero necesito saber si aunque sea se mueve.
Nada. Está tan exhausta que ni se inmuta cuando la saco de mi cuerpo para acostarla y taparla con las sábanas.
Le doy un beso rápido y me paro.
Me pongo una remera y unos shorts negros que tengo guardado en el armario de Lizzie.
Salgo descalzo con mi daga en la mano. Camino relajado, como si no hubiera ningún desconocido en la casa de mi tío.
Sigo hasta que escucho ruido proveniente de su oficina.
La abro y él se da vuelta mirándome levantando una ceja.
—Eh... Hola, soy tu tío, lunático de mierda, baja tu arma poderosa— rueda los ojos y vuelve a acomodar sus papeles.
—¿Qué haces aquí?— dejo la daga en un estante —Se suponía que estarías en mi casa.
—Se suponía pero no. Liam me contó que venga aquí después de unas horas de su mensaje porque dijo que tenía miedo de que le hicieras algo a Ámbar. ¿Es cierto?
—Es muy dramático. No hice nada— me apoyo en la puerta, cruzándome de brazos.
"Excepto, ahorcarla un poco sin objeción alguna de ella, dejarle su hermoso culo marcado por múltiples nalgadas, y chupones por todo el cuerpo" pienso.
—Tuvieron una pelea, me dijo. Y no una pelea en el ring o en el octágono, sino una fuerte discusión según él. ¿Podrías explicarme?
—Fue solo un malentendi...— me corta alzando una mano diciendo que no terminó de hablar.
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El Miedo De Ámbar #1
Teen FictionUn simple apodo puede desestabilizarla. Un nombre tan común puede enloquecerla. Una mínima coincidencia se relacionan con sus pesadillas y recuerdos. Lo superó. O eso creyó. Ámbar prometió nunca enamorarse después del acontecimiento que vivió. Tien...