Capítulo 37: Borracheras olvidables.

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Pastel, whisky, tequila y champagne. Kev se merece esto y más.








Entro a la casa de Kev guardando el regalo que compré hace unas horas en el bolsillo de mi chaqueta.

Miro el reloj en mi muñeca. Aún falta. Recién son las 22:30.

—¡¿Kev?!— hay música clásica sonando despacio por toda la casa. Me gusta.

Llego a la inmensa cocina donde lo veo haciendo filete de carne por el olor y arroz que está colando. Por eso es la razón de semejante lavadero en la panza. Las comidas sanas son parte de su rutina para mantenerse así como está.

No negaré que me encanta comer porquerías, pero siempre vuelvo terminando con las comidas de Kev que son muy ricas.

Apoyo la mochila en una de las sillas, al igual que mi celular y llaves de su casa, mi casa y el auto.

Lo abrazo por detrás, descansando mi cabeza en su espalda. Sigue volteando los filetes sin molestarle mi abrazo. Nunca le molestó mis muestras de afecto hacia él. Siempre fui la única con la que se dejó.

—¿Cómo estás?— me pregunta apagando la hornalla, se da vuelta para saludarme con un beso en la coronilla.

—Mejor porque me cocinaste.

—Si, claro... Pensé que no venías pero siempre cocino para dos para que quede al día siguiente— me siento en la isla después de ayudarlo a poner la mesa, nunca cenamos en el comedor, mucho lío.

—Quería venir, me gusta quedarme a dormir aquí.

—Lo sé— se sienta sirviéndome un plato. Dios, el estómago me ruge —¿Entonces te sientes bien?

—Si, de verdad gracias por preocuparte. Después te cuento. No quiero pensar en eso. Solo quiero cenar, ducharme, y hacer tarea.

—Tus calificaciones bajaron.

—¿Mamá o papá te contaron?

—No, tu director. Llamaron primero a tus papás pero como ambos no contestaron al principio, me llamaron a mi porque en tu ficha de inscripción tienen mi número en caso de emergencias. No sé si sentirme culpable de que tus notas bajaran por mantenerte ocupada aquí.

—No es tu culpa Kev— le tomo la mano mientras cenamos. Él me sonríe —es la mía por estar distraía con Dereck, y con la cita que me pidió Ryan y lo dejé plantado por cobarde. Aún no me siento lista... Parece que fue ayer cuando vimos esa película— se me dibuja una sonrisa triste.

—Te entiendo Ámbar, también hubo una etapa de mi vida en la que simplemente hasta la vida resulta estresante. Es una mierda.

—Lo es. Ahora solo quiero ponerme al día aunque necesite disparar o boxear.

—Te voy a ayudar así terminas rápido. Siempre fui uno de los mejores de la clase junto con tu papá.

—Gracias Kev— beso su mejilla. Levanto los platos, los lavamos juntos haciendo chistes y hablando de los alumnos del curso, los nuevos, los que vienen desde que estoy yo, terminamos y lo dejo unos minutos para bañarme en mi habitación.

El Miedo De Ámbar #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora