Capítulo 3: Ethan y Cassie.

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¿Otro integrante en la familia? No, no hablo de un hermanito. Sino del mejor amigo.





Llego a mí casa agotada, siento que me aplasto un camión, literal. Ok no es literal, sino es mi forma de expresarme.

Estoy por abrir la puerta, cuando un nombre se me viene a la mente. Cassie, esa perra, la voy a asesinar, por su culpa ese estúpido trabajo lo tengo que hacer con un chico arrogante y egocéntrico.

Pero lindo me dice mí sub conciente.

Ay cállate, igual sigue siendo un idiota, le digo a mí mente. Sí, no estoy bien de la cabeza.

Entro a mi casa y voy a la cocina a beber algo mientras mí madre cuelga su saco y las llaves del auto.

Siento que de la cocina viene un rico olor a salsa, ese es mí padre, estoy segura, porque Roxy, la empleada de la casa hace spaghettis pero no tiene ese aroma tan delicioso, amo como cocina spaghetti mí padre porque le pone mucha salsa. Se me hace agua la boca de tan solo pensarlo.

—Hola William— sobresalto a mí papá que no se había dado cuenta que llegamos —mmm... que rico huele— digo encantada.

—Para ti soy papá, primero y principal y segundo es obvio que huele rico si lo hago yo— dice con una sonrisa arrogante. Sonrisa que quizás en su adolescencia habrá roto millones de corazones excepto el de mi mamá.

—Hey los estoy escuchando, yo también cocino riquísimo el spaghetti. ¿Quién te crees que eres, MasterChef?— aparece mamá poniendo cara de sería pero se le va cuando se ríe.

Mí madre siempre se turna con mí padre para cocinar, depende el horario en el que lleguen a casa, aunque cocinen los dos muy bien, mí padre con sus spaghettis hace que le gané a mí mamá por un poquito.

—Pero no más que yo— dice mí padre con aires de superioridad.

—Si, claro Sevedo— dice con una sonrisa falsa.

—¿Qué, no me crees?— le roba un pico a mí madre. Ella se hace la sorprendida.

—Agh solo llámenme cuando esté lista la comida ¿Sí?— digo interrumpiendolos —iré a mí cuarto. Empalagosos— finjo un escalofríos.

Como no me dicen nada, capaz que ni siquiera me escucharon porque están haciendo a quien aguanta más sin pestañear. Muy maduros, subo a las escaleras para tomar un baño y llamar a Cassie.

Mientras me baño el agua caliente pasando por mí cuerpo me relaja por completo y de repente se me viene a la mente el beso que casi nos damos con Ryan, sonrió recordando cuando se disculpó, esperen, yo, Ámbar Elizabeth Sevedo ¿Desde cuándo estoy pensando en un chico como ese?

Salgo del baño con una toalla alrededor del cuerpo y marco el número de mí mejor amiga -que ahora la quiero asesinar- pero la sigo amando.

Un pitido, dos pitidos...

—¡¡Hola zorra!!— y encima me habla entusiasmada sabiendo que la voy a matar, no literal pero... —antes de que me insultes o me mates no fui al instituto porque estoy recontra resfriada, cada dos segundos...— se escucha un estornudo —estoy estornudando— termina diciendo.

—Mierda, además de enferma, bruja— parece que no entiende porque se quedó callada —tonta, bruja porque sabías que te iba a insultar y matar— le digo obvia riéndome.

Ahh, ahora entiendo— se escucha que se ríe fuerte. Mí amiga cuando se ríe parece una foca con epilepsia, mientras se ríe, aplaude y se mueve mucho. Me da mucha risa —entonces ¿A qué se debe tu inesperada pero hermosa llamada?— pregunta riéndose un poco.

El Miedo De Ámbar #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora