Ethan no puede callarse cuando toma. Ni siquiera para guardar el secreto del regalo.
Aprieto tanto los dientes que puedo jurar que si aprieto un poco más, se me van a romper y una vena va a saltar de mi frente.
—¿De quién estás hablando?— pronuncio apenas.
—De Erick, por deossss enana ¿No lo conezes?— dice las palabras con la "z".
—Depende. ¿Cómo es él?
Sostiene su mentón pensando.
—Tiene unos ojos mas grises que una corbata, eso te lo aseguro— frunzo el ceño por esa comparación tan extraña.
Okey... Él no los tenía de ese color.
—¿Qué más? ¿Color de pelo?
—¿Cobre?— se empieza a reír.
—¿Cobre?
—Si, "noshe", es como un ¿Rojo? Pero bien oscuro. Más oscuro que el de Archie Andrews, eso te lo aseguro— repite de nuevo.
Suspiro con alivio. Definitivamente no es él.
Ni cerca está de serlo.
Paranoias mías.
Paranoias mías.
—No, no lo conozco. Vamos— intento levantarlo pero frunce el ceño al ver mi venda.
—¿Qué carajos te pasó ahí?— me toca justo en la sutura y ahogo un grito de dolor. Suspiro.
—Nada, me caí. Vamos Ethan— lo levanto y lo llevo escaleras arriba.
Él se empieza a reír de la nada y descontroladamente.
»¡Cierra la boca quieres!— susurro exasperada.
—Shhh... La cerraré...— y se vuelve a reír fuerte.
—¡Ethan!— susurro de nuevo.
Se tropieza unas cuantas veces hasta que llegamos arriba en el pasillo. Dios, que castigo.
—¿Ámbar?— susurra con una mirada como diciendo que va a hacer una travesura.
—¿Qué?
—Quiero dormir contigo.
Suelto aire por la boca.
—Primero te bañarás.
—¿Y después?
—Déjame curarte y luego te irás a dormir.
—¿Contigo?— dice con un intento de picardía.
—No. Dormirás en tu cuarto.
—Contigo— afirma.
—No, yo dormiré en mi cama y tú en la tuya.
Pone una cara triste cuando entro a su cuarto para llevarlo al baño.
Cuando veo la bañera me tenso. No lo meteré ahí ni loca aunque este sea su cuarto. Abro la ducha.
—¿Te acuerdas cuando hablamos en español? ¿Esa vez que fuimos a Argentina?— sonrío. ¿Cómo piensa justo eso?
—Sí, lo recuerdo.
—Teníamos 12 años. Yo te había dicho: "estos pibes son re copados". Y tú dijiste: "re buena onda"— suelta una carcajada y yo también porque el recuerdo fue muy gracioso.
—Parecíamos dos gringos. Teníamos un acento mexicano mezclado con inglés— se ríe asintiendo.
—Después te dije: "vos sos una amiga de 10"
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El Miedo De Ámbar #1
Teen FictionUn simple apodo puede desestabilizarla. Un nombre tan común puede enloquecerla. Una mínima coincidencia se relacionan con sus pesadillas y recuerdos. Lo superó. O eso creyó. Ámbar prometió nunca enamorarse después del acontecimiento que vivió. Tien...