Nada que decir. El momento hay que dejarlo fluir.
Estoy casi segura de que en alguna película o programa escuché la frase:
Nunca se sabe qué entrará por esa puerta.
O algo así. No recuerdo.
El punto es que desde mi punto de vista pienso algo como:
Nunca se sabe que pasará cuando entres por esa puerta.
Así. Literalmente lo pienso así, y con una voz gruesa de un vendedor.
Porque de todas las cosas que pensé que haríamos es su habitación, ninguna de ellas era justo lo que estamos haciendo ahora.
Ah ya recuerdo, era de "El precio de la historia" la frase.
Suena extremadamente extraño lo que estoy diciendo y estarán pensando:
¿Qué carajos le pasa a Ámbar y porque está pensando eso? Y encima con voz de vendedor.
Y ahí está la trampa.
No estoy pensando.
O si lo estoy, solo que lo hago con la mente y el juicio nublado.
O también por el deseo de querer más desde que Ryan no me dejó salir por su puerta y que justo ahora me esté besando y yo me esté derritiendo en sus brazos ante la sensación tan agradable que siento por todo mi cuerpo.
Como decía un viejo amigo:
La vida es muy impredecible Lizzie.
No. Borró inmediatamente esos pensamientos y solo me concentro en la persona que tengo en frente mío.
Lo primero que tenía pensado hacer en cuanto Ryan me acorraló contra la puerta, era, o pegarle en los huevos por imbécil y discutir sobre su "cuando sea el momento", o darle un rodillazo en el estómago y dejarlo ahí llevándome mi dignidad intacta y saliendo de su casa con la cabeza en alto. Y evitarlo toda mí vida por no contarme lo que tengo derecho a saber.
La segunda opción no te la crees ni tú. Es obvio que nunca podrás evitarlo y es obvio que la dignidad se te fue hace años, dice la estúpida voz en mí cabeza, pero le hago caso omiso y gimo cuando Ryan muerde mí labio inferior entre sus dientes y lo tira bajo mi atenta mirada.
Lo deseo. Él lo nota. Me desea. Yo lo noto.
Creo que los labios de Ryan son los más suaves que alguna vez besé y probé en toda mí vida.
Sus manos dejan mis pechos para bajar hacia mí trasero donde lo levanta y por costumbre envuelvo mis piernas en su cadera.
Introduce su lengua y la acaricia con la mía, enviando corrientes de electricidad por toda mí piel, pero en especial hacia mí vientre por sentir su dura y evidente erección mientras camina hacia la cama y me acuesta en ella subiéndose arriba mío y volviendo a besarme.
Agarro su pelo rubio y tiro de él cuando se acomoda arriba mío posicionándose en mi entrada apretando y haciendo formas sobre ella.
Suelta mi cabello dejándolo hacía atrás y sus labios abandonan los míos para dejar besos en mi cuello y mordidas.
Es como un "Déjà vu". Él parece leer mi mente cuando me mira y dice:
—Otra vez te voy a dejar marcas linda, para que te acuerdes de mí durante estos días— me muerdo los labios esperando que marque todo mi cuello y toda mi piel sí él quiere y desea.
ESTÁS LEYENDO
El Miedo De Ámbar #1
Teen FictionUn simple apodo puede desestabilizarla. Un nombre tan común puede enloquecerla. Una mínima coincidencia se relacionan con sus pesadillas y recuerdos. Lo superó. O eso creyó. Ámbar prometió nunca enamorarse después del acontecimiento que vivió. Tien...