Capítulo 7: Caso cerrado (+18)

477 111 65
                                    

Clara invitación de sexo: Masajes, por supuesto.






Narra Ámbar.

—¿Y este trabajo de qué se trata?— pregunta Cassie.

—Fácil, tienen que saber cosas de su vida— digo simple.

—Entonces va a ser muy fácil, nos conocemos desde que nacimos— dice Ethan chocando su palma con la de Cassie.

—Eso es verdad— dice la otra.
Estamos en mí habitación sentados en mí cama sacando nuestras cosas, bueno, menos yo, ya que Ryan no quiso venir porque estaba Ethan.

¿Por qué estarán peleados?

¿Por qué Ethan no me lo dijo?

¿Se pelearon por mí?

El timbre me saca de mis pensamientos.

¿Quién será?

Mis padres a esta hora siguen trabajando y Roxie se fue a hacer las compras.

Y es ilógico que toquen el timbre ya que tienen llave ellos. Tonta.

—Voy a ver quién es— bajo de la cama y salgo de la habitación.

Termino de bajar las escaleras y abro la puerta.

Al abrir esta me llevo una gran sorpresa al ver a la persona que está en frente mío.

Una combinación rara se forma en mí interior.

Felicidad y enojo.

Y hago lo primero que se me cruza en la mente.

—Ahuu, ¿y eso porque linda?— dice sobando su nuca, parece que le pegue fuerte.

Sin pensarlo salto a su cuerpo y lo abrazo mientras me río.

¿Bipolar? No.

Él se tensa pero luego rodea mí cintura y también me abraza.

Uhm... su perfume es tan varonil y embriagante.

—Me mentiste— digo frunciendo el ceño cuando dejo de abrazarlo y me cruzo de brazos.

—Bueno... Al parecer no quiero tejer con mí madre— dice rodando los ojos a lo cuál me río.

—Ya entra, mentiroso.

—¿Ahora me vas a decir mentiroso?

—Si— aunque es broma.

—¿Si?— dice con una sonrisa y se acerca peligrosamente a mí cara. Y lo más loco es que no la aparto, solo estoy quieta.

Él se sigue acercando hasta que nuestras narices se chocan despacio.
Mí respiración es pausada al tener tanta cercanía con este chico.

—Ryan...— susurro.

—¿Que...— responde igual que yo.

—¿Que estás hacien...— y deja un breve beso más cerca de mis labios que ayer y que por más que fue corto despertó algo en mí interior, no lo sé, solo me quedo quieta y lo miro a los ojos.

Esos que son una mezcla perfecta de colores y que son tan hermosos.

Solo me sonríe y sus ojos tienen un brillo excepcional, como si estuviera feliz mientras acaricia mí mejilla.

Siento que estoy más roja que un tomate, casi nunca me sonrojo tanto Dios, y ahora este tiene que ser el que haga que mí cara se caliente con un simple beso.

El Miedo De Ámbar #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora