Día 14.

185 12 6
                                    

Se me hace raro despertar en la habitación de arriba, pues ya estaba acostumbrada a levantarme en el salón y girar la cabeza para mirar a Luke. Pero hoy las cosas eran diferentes, mejor dicho, desde ayer las cosas eran diferentes. Hoy mis vistas, al girar la cabeza, ya no era aquel rubio durmiendo con esa cara de inocencia. Hoy, tan solo veía a las chicas dormidas en un par de sábanas y aquel gran ventanal que tenía la habitación. Debo admitir que los cambios no me agradan y menos cuando son para mal. Pues cuando ya nos habíamos ganado nuestro lugar en la vida de los chicos, y ellos en la nuestra, llega el trío ‘Lalala’ a fastidiarlo todo. ¿Por qué? ¿Qué ganaban ellas haciendo esto? Y por supuesto, ¿Qué vieron ellos en ellas?

Suspiré varias veces a la vez que mis propios pensamientos me torturaban y, tras pasar un rato de reflexión, las chicas despertaron. A diferencia de todos los días, hoy había un silencio incómodo entre nosotras. Ninguna quería hablar ni mucho menos levantarse a desayunar. Pero supongo que no podríamos estar todo el día ahí, tiradas, fingiendo que nada había ocurrido, a pesar de que quisiéramos. Así que, por una vez, tomé la iniciativa y las animé a desayunar ofreciéndome a hacer yo sola el desayuno.

- Supongo que no nos quedará otra. –dijo María recogiéndose el pelo.

- Vamos. –dijo Laura. Y es que cuando algo le duele, es de las personas más serias y calladas que conozco. Quizás también un poco rencorosa, pero supongo que todos lo somos cuando algo nos importa.

Bajamos a desayunar. La casa estaba en completo silencio, así que supuse que los chicos seguirían durmiendo. Por lo menos, de esta manera, tendríamos un poco más de tiempo para relajarnos y pensar en cómo reaccionaríamos al verles. Pues la sorpresita de aquella visita nocturna, digamos que sólo les causó gracia a ellos.

- ¿Qué tal habéis dormido? –dije tomando un sorbo de mi té mañanero.

- No muy bien, la verdad. –dejó hacer María.

- No contéis conmigo para esto. –dijo Laura.

- ¿De qué hablas? –dije confusa.

- De fingir que no ha pasado nada y que todo sigue perfectamente, de eso hablo. –me explicó.

¿Y qué se suponía que debía decirle? Esta vez no tenía argumentos para contradecirle, no tenía argumentos para negar lo ocurrido.

- Creo que no se trata de fingir, pero sí de calmarnos y escucharles. Quizá las cosas no son como pensamos. –nos intentó convencer María.

- Osea ¿Me estás diciendo que unas chicas, que conocen de un par de horas, llegan por arte de magia hasta una cabaña que está perdida en medio de la montaña en la que ó casualidad están ellos? JAJAJA si quieres creerte eso, problema tuyo. –dijo Laura bastante seria.

- No digo eso, pero sí que quizás nos estamos adelantando antes de saber si quiera lo ocurrido. –discutió María.

- Si se trata de saber, yo tampoco estoy interesada en que me cuenten sus rollos express. –dije impulsivamente.

Después de recoger todo, escuchamos un par de ruidos de alguien bajando las escaleras. Así que nos damos prisa a salir, pensado en evitar cruzarnos con los chicos, cuando se cae una camiseta de la silla en la que yo estaba sentada.

No era nuestra pero recuerdo haberla visto en alguna parte, así que la recojo pensando que sería de los chicos.

- ¡Oh, menos mal que has encontrado mi camiseta! –dice una voz desde el marco de la puerta de la cocina.

- ¿Perdona? –digo mirando a aquella chica, que demasiado calor debería de tener para llevar tan poca ropa.

- ¿Qué hacéis aquí? –dice María al trío ‘Lalala’ de anoche.

- ¿Qué crees que hacen? –Se ríe nerviosa Laura.- ¿Necesitas un croquis? –añade.

- Pues somos Lenia, Leslie y Lilith. –dijo quien decía llamarse Leslie, arrebatándome la camiseta de mis manos.

No pude evitar reírme al oír los nombres pues, al final, si tenían algo de trío ‘Lalala’ ¿O no?

- No sé qué es lo que te causa tanta gracia. –dijo esa tal Lenia.

- ¿Quieres saber qué nos causa gracia? Yo te lo digo. –Respondió Laura- Que estéis en nuestra cabaña cuando nadie os ha invitado ni os quiere aquí, eso me causa gracia o quizás más bien pena. –añadió.

A aquel grupo de chicas no les causó demasiada gracia la respuesta de Laura y nos lo hicieron notar.

- Perdona, pero creo que la única que da pena aquí hablando sin saber eres tú. –Respondió Lilith- Pues no hemos venido a veros a vosotras, si no a ellos. Y no parece que les moleste mucho nuestra presencia ¿No creéis, chicas? –se dirigió a su grupo de amiguitas.

Se empezaba a notar la tensión en el entorno y lo menos que quería era acabar cogiendo de los pelos a aquel grupo de presumidas. O eso es lo que pensaba, hasta que siguieron metiendo el dedo yaga.

- Quien no contesta, pocos argumentos tiene. –se rio la imbécil de Leslie.

Entonces, comencé a aplaudir y todas me miraron.

- Ups perdona, pensaba que habría festejar la primera vez en la que tus dos neuronas hacen conexión y dices algo productivo. Porque, por si no te queda claro, desde que has llegado no has hecho más que decir estupideces. –dije callándola de una vez por todas.

- Y, por si se os olvida, la cabaña es nuestra…-dijo María cuando Lenia la interrumpe.

- ¿Y qué vais a hacer? ¿Nos vais a echar? –se reían aquellas usurpadoras de cabañas.

Supongo que estaríamos hablando más alto de lo que verdaderamente pensaba, pues los chicos se levantaron y vinieron a ver qué pasaba.

- ¡Eh! ¿Qué pasa chicas? –dijo Cal medio dormido aún.

Aquella situación no me podía dar otra cosa que risa. Qué bajo habían caído.

- Nada, que vuestras amiguitas están hambrientas. –dijo Laura haciéndose paso entre ellas para irse.

Supuse que sería lo mejor que podríamos hacer. Pues si ellos nos veían discutiendo con esas idiotas, esto no acabaría bien.

Subimos a cambiarnos y nos cruzamos con los chicos.

- ¿Queréis que desayunemos juntos? –disimuló Ash todavía frotándose la cara de lo dormido que estaba.

- Que os hagan compañía ellas. –gritó Laura desde el piso de arriba y cerrando la puerta de un golpe.

Mickey me paró para hablar, puesto que era la que menos corría por no decir que ni lo hacía.

- Aub, no confundáis las cosas. –Me dijo aquel pelirrojo adormilado- Una cosa es que intentemos explicaros algo una o dos veces. Pero ya no tenéis quince años y nosotros tampoco, este tipo de escenitas hace tiempo que las dejamos atrás.

- Mira Michael, no me vengas a hablar de madurez cuando sois vosotros quienes habéis traído a estas ‘agradables’ chicas hasta la cabaña. –nótese la ironía en el ‘agradables’- Y ahora déjame pasar porque esta discusión, en condiciones como estas, no va a acabar demasiado bien.

Y ahí acabó nuestra discusión, seguida por un hábil movimiento para escaparme de Luke y subir a por las chicas.

- Se les está yendo de las manos… -les oía decir mientras subía las escaleras.

Y ahí estábamos, ellos acompañados por tres imbéciles en el piso de abajo y, sobre todo, pasándolo bien. Mientras que nosotras estábamos en el piso de arriba, muriendo de la rabia por haber vuelto a caer en algo que nos prometimos no volver a hacerlo.

Y por una parte siento que tengo un poco de culpa en todo esto, pues si yo no hubiese perdido ese maldito mapa hoy no estaríamos pasando por esto.

Navidades australianas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora