******************************************************************
Caminaron varios metros y entonces se dieron cuenta de que se les olvidaba algo.
- ¡Michael!
- ¿Qué pasa? - gritó asustado.
- ¡Las cartas! –explicó- Tenemos que dejárselas, le pertenecen.
- Vale, como quieras. Pero trata de no infartarme cada vez que quieras decir algo –dijo ofreciéndole las cartas.
- Está bien, iré yo.
Laura dejó las cartas y se despidió por última vez.
- Se nos olvidaba dejarte esto, menudos despistados. ¿Cómo íbamos a llevarnos tu historia? Estoy segura de que Julie... -se disponía a decir cuando vio como una mano retiraba las viejas flores para poner unas nuevas y frescas. Supuso que sería Michael, pero cuando le oyó toser a su espalda se dio cuenta de que no.
Enseguida se puso en pie y elevó la vista. Y si con lo de Jhon no pudo evitar llevarse las manos a la boca, esta vez no podía hablar si quiera.
Era una mujer mayor, bastante avejentada y estropeada por el paso de tiempo. Era castaña a juego con sus ojos color café y llevaba el pelo recogido. Esos rasgos le eran familiares, no era la primera vez que veía aquella cara.
- Es ella –murmuró Michael. –La mujer de la foto.
Laura abrió aún más los ojos cuando vio que no era la única que pensaba que aquella mujer era Julie o una réplica de ella.
- ¿Has dicho Julie? ¿Julie Rocks? –dijo aquella señora.
Ellos no sabían qué contestar y no le hizo falta más que observar las cartas para saberlo todo.
- ¿Esas cartas van dirigidas a Julie? –dijo la mujer con lágrimas en los ojos.
- Sí –afirmó Michael.
La mujer se abalanzó a leer las cartas, no pudo evitar romperse a llorar.
Los chicos estaban de piedra, no sabían qué hacer ni decir.
- ¿Dónde las habéis encontrado? –dijo dejándolas de nuevo.
- Verá, estábamos de alquiler vacacional en una cabaña a media hora de aquí y aparecieron cientos de ellas en una caja antigua de cartón.
- Esa cabaña era como un refugio para él –dijo ella con cierta nostalgia. – Y supongo que las habréis leído todas –dijo irónicamente.
- Sí, esperamos que no le haya molestado. Es solo que nosotros no sabíamos hasta dónde nos llevaría esto. –dijo Laura avergonzada.
- Fue tan triste todo. –dijo ella- Es mismo día había recibido un telegrama de su madre que me anunciaba que él venía a buscarme, aunque él no quería que yo lo supiese. Me quería sorprender –dijo soltando una pequeña sonrisa- Recuerdo que en esa época no era muy seguro volar y que él siempre le había tenido mucho miedo a los aviones. Yo le estaba esperando cuando me enteré de lo sucedido y me puse histérica. Al principio parecía todo tan surrealista que ni me lo creía y cuando vi a la gente de mi alrededor desesperarse por saber sobre sus familiares, reaccioné. El amor de mi vida se había muerto.
- ¿Y qué pasó con Robert? –preguntó Laura de un pequeño impulso.
- Robert ni si quiera viajó conmigo porque yo nunca pude olvidar a Jhon y él no pudo entenderlo.
- Él te quería –dijo Michael.
- El amor era mutuo. Créeme joven, no he amado a nadie tanto como le amé a él. Apenas me enteré, recogí mis cosas y volví a Australia. Entendí que yo no tenía nada que hacer allí si no era con él a mi lado. Y desde entonces le he visitado lo más seguido que he podido y nunca me he perdonado el haberme marchado.
ESTÁS LEYENDO
Navidades australianas.
RomanceLasPolens están acostumbradas a pasar las navidades en países diferentes. El destino de este año sería Australia, pero lo que ellas no sabían es que habría varios contratiempos que cambiarían por completo sus planes allí .