—¿Eso es todo lo que tienen?
Alan esquivó tres rayos eléctricos que caían del cielo hacia él, voló entre ellos haciendo acrobacias con sus alas, la verdad es que estaba un poco impresionado, pero jamás se los diría.
Bael hacía lo posible para que la mayor bolas de fuego atacaran a su padre. Era algo difícil de hacer, ya que a la vez intentaba que la ira no le gane.
Es solo un objeto, es solo un objeto; se repetía mentalmente para poder concentrarse.
—¿Tu no podías hacer que el fuego se propagara por el suelo sin que quemara nada? —casi gritaba Estefan, mientras seguía concentrado en atacar a su tío.
Bael asintió.
—Haz que el fuego se expanda por toda la llanura y cuando mi tío esté cerca del suelo, lo intentas atrapar...
—Mi papá... ha manejado el fuego más tiempo que ustedes... zopencos—gemía Gabriela, mientras empujaba con gran ametralladora.
Estefan maldijo y Bael la miró pasmado.
—¿De dónde has sacado esa cosa enorme?
—Estuve coqueteando con el nuevo encargado del almacén de armas toda la maldita mañana —se quejó Gabriela, posicionando bien la descomunal arma—. Me ha dado buenos juguetes, los hombres son realmente idiotas.
—Tu papá quiere que utilicemos nuestros poderes —gruño Estefan sin dejar de atacar a su tío.
—No, mi papá dijo que lo ataquemos con todo lo que tenemos —sonrió Gabriela—. Y tengo este hermoso bebe, además yo no puedo usar mis poderes, la sangre y los muertos vivientes no creo que sirvan de mucho.
—¿Sabes usarla? —pregunto Bael temeroso de que dañara realmente a su padre.
—Masomenos —dudo Gabriela.
Ella se acomodo para usar el arma.
—Bien —Bael los miró a los dos—. Estefan, lanza tantos rayos a la vez, que formen un círculo atrapando a mi papa, Gabriela dispárale de una forma que no pueda escapar mientras Estefan intente atraparlo. Yo concentrare todo el fuego dentro del piso y haré que el fuego ascienda rápidamente atacando a mi papa.
Los dos asintieron, Bael esperó unos segundos antes de darle carta libre para que empiecen. Estefan empezó a lanzarle varios rayos a la vez de diferentes lados para que su tío no se diera cuenta que estaba quedando atrapado. Gabriela había logrado sacar ventaja disparándole a gran velocidad, su papá no había pensado que su hija utilizaría una arma tan mortal contra él.
Alan maldijo cuando una bala le dio en el brazo y otra en la parte baja del estómago, los rayos y los disparos casi lo tocaban a cada momento. De un momento a otro se dio cuenta que los rayos se empezaban a juntar entre ellos y vio cómo Estefan empezaba a moldear la electricidad haciendo que se forme una barrera circular atrapándolo adentro.
No le había dicho a su sobrino que su punto débil era la electricidad, y no se lamentaba, porque apostaría que su sobrino haría que el campo se redujera a velocidad electrocutándolo, al contrario vio como el fuego del suelo iba subiendo.
Ilusos, pensó Alan, ¿Piensan asfixiarme o algo así?
—No puedo mantener el campo de fuerza eléctrica mucho tiempo —se quejó Estefan—. Pronto cederé, estoy agotado.
—Ya estoy atacándolo con el fuego —Bael tan bien estaba esforzándose demasiado—. Pero algo está combatiendo con fuerza.
—Hay algo empujando—habló Estefan—. Ya no puedo...