—¿estas dormida?
Escucho un susurro en la oscuridad, que sueño tan raro estoy teniendo en estos momentos.
—¿Quién es el que te mando una canasta llena de bollos y te puso en la tarjeta "lo siento por lo de hoy, ricos bollos para mi pequeña bollo favorita"? ... ¿quién tiene tan horrible sentido del humor?
Gruño exhausta.
—¿estoy escuchando a Bael también en mis sueños? —susurro aun con los ojos cerrados.
—¿también?
Abro mis ojos dando cuenta de tres cosas:
1.-Las luces de mi minidepartamento estaban prendidas.
2.-Bael estaba parado en mi cocina sujetando la canasta de Bollos que José me había mandado como disculpa por la forma extraña de comportarse por la vídeollamada.
3.-Que eran más de la media noche, según el reloj de mi mesa de noche, que yo solo tenía una blusa y bragas.
—¡¿se puede saber qué haces aquí y cómo entraste?!
Me tapo con la manta que estaban al pie de mi cama totalmente avergonzada.
Bael deja la canasta en su lugar y se acerca lentamente a mí.
—¡Bael!
Me alejo mas que puedo sin bajarme de la cama, el solo se sienta en ella y mira el suelo.
—mi hermana despertó y discutí con ella por lo de hoy, estaba muy enojado y no sabía dónde ir...
Sigue mirando el suelo masajeando sus manos como si estuviera ansioso, me controlo a mi misma y cubro todo mi cuerpo con la manta.
—podemos hablar cuando quieras—digo casi susurrando—pero me gustaría que me llamaras antes y no entraras como si fueras un ladrón...
—eso sería más aburrido—sonríe un poco para después soltar un poco de aire—verte sonrojada es divertido.
—estoy casi desnuda—oculto mi rostro dejando mis ojos—no esta bien que me veas así.
El solo alza su mirada y puedo ver el cansancio en sus ojos.
—¿por qué? —alza una ceja—¿eso molestaría a tu nuevo novio?
—Liam y yo aun no somos novios—lo corrijo rápidamente—estamos saliendo.
—¿después de todo lo que te dije? —yo esquivo su mirada—¿después de todo lo que hicimos?
Quedamos en silencio por un minuto, yo sentía querer llorar y no entendía por qué.
—me gusta— hablo —realmente me gusta, y quiero darle una oportunidad.
Un par de minutos de silencio siguen después de eso.
—esta bien— lo escucho bufar— ¿Quién soy para meterme en eso?
No tengo ganas de responderle.
—estoy cansado, voy a quedarme a dormir aquí.
—¿que?
El simplemente me ignora, se saca los zapatos, se quita la ropa y se tumba en ropa en interior a mi lado.
—¿Qué se supone que haces?
—estabas avergonzada por que te vi en ropa interior, pues ahora estamos iguales.