Me: No creo que les guste mucho este capitulo.
Also me: Me vale madre, a mi me gusta.
¡Hola!
¿Alguna peruana o peruano aquí?, les escribo para decirle que si alguno de ustedes va a marchar el día de hoy, cuídense mucho y hagan su mejor esfuerzo para que su voz sea escuchada. Hoy yo también me sumo a la marcha nuevamente, justo en el momento en el que escribo esto, saldré a las calles para unirme a las protestas. Deséenme mucha suerte.
Gracias, besos y abrazos.
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—¿No es hermoso?—habló Gabriela bajándose del lomo del lobo de Jose.
Jose se transformó, apareció detrás de Gabriela y la abrazó por la espalda haciéndola sonreír.
—No conocía esta parte de la isla—dijo Jose besándole la mejilla—. Nunca me había adentrado tanto.
—Una vez, Bael y yo tomamos sin permiso las motos de mi papá y mi tío Alex, condujimos como locos hasta que se acabara el combustible y llegamos hasta esta cascada—Gabriela se dio la vuelta abrazándolo—. Es un lugar secreto.
Jose acaricio su rostro y la beso animosamente, Gabriela se separó, lanzó su mochila al suelo y empezó a desvestirse.
—¿Qué haces?
—Voy a meterme a nadar, ¿no es obvio?
Gabriela se burló socarronamente y se desvestía lentamente mientras Jose la miraba embobado, cuando quedó en ropa de baño se acercó como leona arrinconado a su presa, lo beso rápidamente y repasó sus palmas por el uniforme de transformación que traía Jose.
—¿Por qué no te quitas ese feo uniforme y te metes conmigo a nadar?
—No traje ropa de baño—dijo sonrojado.
—Puedes meterte desnudo, no me molesta.
Gabriela corrió hacia la orilla de la cascada, Jose se preocupó cuando supo que iba a hacer Gabriela.
—¡Gabriela no...!
Gabriela se lanzó en un clavado, Jose se acercó rápidamente, pudo respirar cuando vio como Gabriela emergía del agua feliz.
—¡Lánzate cobarde!
Jose se quitó el uniforme y quedó en bóxer, tomó un poco de vuelo y se lanzó siguiéndola.
Se sumergió hasta el fondo de la cascada y emergió buscándola, ella huía nadando. Pudo alcanzarla rápidamente y presionarla contra una gran roca.
Ella reía a carcajadas mientras él besaba todo su rostro.
—¡Déjame respirar!
Jose le mordió los labios para poder besarla, después de varios minutos ellos se separaban para poder respirar de su sesión acalorada de besos.
—¿Dónde está mi regalo?
—Gabriela, sabes que no me gusta que hables así...
—¡¿En qué piensas sucio?!—se burló Gabriela—. Yo me refiero a mi regalo de aniversario.