Desde la vez que impedí que Jacob matara a mi hermano, no la había vuelto a ver. No tenía su número, ni una forma de poder contactar con él. Mi mente pedía que no buscara a alguien enamorado de Bella, pero mi corazón aseguraba que nuestra imprimación había sido mutua.
Me levanté temprano y tomé la decisión de ir a La Push, para después ir a visitar a Billy. Agarré mi mochila, la aventé por la ventana y salté entrando en fase. Tomé mi mochila con mi hocico y salí corriendo hacia la playa. El viento chocaba con mi rostro y podía más libre que nunca.
Al llegar a la playa y salir de fase, tomé mi traje baño junto con el short y el top que llevaba. Me cambié y me acerqué a una de las rocas más altas que pude encontrar. Saqué de la mochila mi cuaderno de bocetos y algunos lápices, para de esa manera comenzar a dibujar el hermoso mar que tenía frente mío.
- ¡Hey! – escuché una voz que me gritó a lo lejos. - ¿Quién eres tú?
Mi mirada se dirigió a la voz y me encontré con un hombre alto, de no más de unos 25 y al lado suyo otros dos algo más jóvenes.
- ¿Estás sorda? – me preguntó uno de los chicos que iban a su lado. Todos olían a... a lobo.
- Am... no. Lo siento. – salí de mi ensoñación. – Soy Morgan Cullen. – anuncié.
- Los Cullen no pueden estar en La Push. – miré al que se veía más joven extrañada por la declaración.
- Pero, ella si puede. – dijo el más grande en mi dirección. – Soy Sam Uley. – se presentó. – Ellos son Embry. – señalo al que me dijo que no podía estar aquí. – Y él es Jared. – mencionó al otro chico.
- Lamento mucho si les molesta mi presencia, esta es la única playa cerca. – dije apenada, levantándome de la roca y recogiendo rápido mis cosas, poniendo a un lado mi cuaderno.
- ¿Tú lo hiciste? – me preguntó el que parecía ser Jared y asentí. – Es increíble.
- Gracias, aun me faltan los detalles y poner a los lobos corriendo. – dije acelerada.
- Hey, calma. – dijo Sam. – No te estamos corriendo, sabemos quién eres y lo que eres. – mis ojos se abrieron como platos.
- Ustedes... ¿cómo? – me quedé pensando. – Jacob. – susurré.
- Telepatía de lobos. – me dijo Embry con una linda sonrisa, mientras Jared me devolvía el cuaderno y lo metía en la mochila. – Ven con nosotros.
- ¿A dónde? – pregunté extrañada.
- A casa de Emily, mi impronta. – lo pensé un poco. – A lo mejor Jacob estará ahí. – seguía dudando en si ir o no. – Habrá comida.
- ¡De acuerdo! – salté emocionada y los fui siguiendo.
El camino fue en completo silencio, y reorganicé todo mi plan en la cabeza: ir un rato con ellos, ir a visitar a Billy y finalmente regresar a casa, e inscribirme para un último mes de escuela por petición de Carlisle.
Al llegar una bella casita se posaba frente a mis ojos, era realmente preciosa y no me creía que pudiera sentirse la calidez del lugar. Olía a pan recién hecho y a felicidad pura.
- ¡Regresaron! – salió gritando un chico que se veía muy tierno. - ¿Quién es? – preguntó en general.
- Seth, ella es Morgan. – le dijo Jared y el pequeño me saludó.
- Hola. – agité mi mano en forma de saludo y Seth me lo regresó alegre.
- Entremos, de seguro Emily ya terminó la comida. – entro corriendo Embry seguido de los otros dos y Sam esperó a que yo entrara primero.
Si la casa era bonita por fuera, era preciosa por dentro y me impresionaba lo bien decorada que estaba. Dejé de admirar el lugar y mi vista se dirigió a una hermosa chica, con una cicatriz a mitad de su cara.
- Hola, Morgan. – dijo muy alegre y acercándose para abrazarme. – Que alegría por fin conocerte. – la miré dudosa.
- Jake no deja de hablar de ti, dice que eres un enigma. – dijo Jared logrando que soltara una sonrisa.
- Y tampoco deja de hablar de la chica Swan. – dijo un chico que iba entrando. Adiós sonrisa. Agaché mi cabeza y Embry le dio un codazo en el estómago.
- No le hagas caso al idiota de Paul. – me dijo Seth acercándose.
- Está bien. - miré mi reloj, apenas me daría tiempo de ir a ver a Billy. – Aun así, es momento de que me vaya. – dije levantando mi mochila del suelo y colgándola de nuevo en mi hombro. – Gracias por todo.
Salí de la casa y corrí hacia la casa de Billy, hace años que no iba, pero el olor a pino, aceite de autos y loción me guiaba. Después de segundos me encontraba frente a una hermosa casa roja y acogedora. Había una camioneta fuera y un como granero cerrado. Me acomodé la mochila que se estaba cayendo de mi hombro y toqué la puerta. No pasó mucho cuando un suave "voy" se escuchó de fondo. Abrieron la puerta y frente a mí, estaba mi viejo amigo... en una silla de ruedas.
- ¿Morgan? – preguntó impresionado.
- Hola, Billy. – su sonrisa se hizo enorme y abrió sus brazos permitiéndome darle un abrazo. – Te extrañé tanto. – lo apreté a mí.
- Pasa, por favor. – se hizo a un lado y me dejó entrar a la casa. - ¿Cuándo volviste?
- No hace mucho. – me senté en un sillón de dos plazas. – Pero, apenas me pude despegar de mi familia.
- Ya te pasó, ¿no?
- ¿Disculpa?
- Te imprimaste, se nota en tu tono de piel. – me observó fijamente. – Ya no estás tan pálida. – bajé mi cabeza avergonzada.
- Lo siento.
Lo miré. No pude evitar el recordar a su bella y dulce esposa.
- Aun huele a ella. – toqué una foto en el mueble de la pequeña sala.
- Nunca ha dejado de hacerlo, después de tantos años...
Abracé a Billy y al separarnos solo hablamos de todas las posibles caras de sorpresa al contarle la verdad a la manada.
Salí de la casa y corrí a la bella mansión Cullen, el aire pegaba en mi rostro y un olor especial me detuvo. Un enorme lobo marrón rojizo estaba a dos pasos de mí.
- Hola, Jacob.
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You (Jacob Black)
Фанфик-La amas. -¿Qué? -Aún la amas, Jacob. Y no te importa que... -¿Qué qué? - no hablé, solo apreté el volante. - ¡Contesta! -¡Que estoy imprimada de ti! Y me duele cada maldita parte de mí. ---- La hermana mayor ha vuelto y es momento de que su vid...