Nueve

9.4K 590 26
                                        

Llegar al hogar de Emily ahora me resultaba complicado, se me hacía difícil y pesado. ¿Debería de ser así? ¿Realmente debía doler? Billy había dicho que no la noche anterior. No debía dolerme tanto, ahora odiaba esta imprimación y odiaba a Bella Swan.

-       ¡Morgan! – los brazos de Leah me rodearon rápidamente. - ¿Estás bien? Desapareciste tres días.

-       Desaparecí de aquí, Leah. Estuve en mi casa. – pasé de largo y me adentré al hogar de mi amiga, donde se encontraban todos los demás.

-       Morgan, que alegría verte.

Sonreí pesadamente, lo que venía a decir no era sencillo, al menos para mí. Desde que Sam y los demás me aceptaron y me tatuaron la marca de la manada, ya no era sencillo para mí tomar decisiones tan pesadas.

-       ¿Harás de cenar hoy, Mo? – preguntó Paul. – Extraño tu comida.

-       Chicos, no vengo a cocinar. – todos me miraron expectantes y el ambiente se tensó. – Vengo a despedirme.

Nadie habló, ni siquiera el alfa que iba entrando a su hogar con un Jacob Black molesto a su lado.

-       Creo que escuchamos mal, Mo.

-       No, Embry. He tomado la decisión de no venir a la reserva por un tiempo.

Leah se levantó y corrió directo a Jacob, que salió de su ensoñación gracias al puñetazo que recibió de la morena.

-       Esto es tu culpa, si tan solo lo hubieras admitido. – los chicos tomaron a Leah de los brazos y la jalaron hacía la otra esquina. – Tú y tu maldita humana hicieron esto.

-       ¡A ella no la metas en esto! – brincó Jacob a la defensiva de la chica. – Si Morgan quiere largarse que lo haga, no es culpa mía, al fin y al cabo, solo es otro maldito chupasangre.

-       Retíralo, Jacob. – dijo Seth. Jacob solo me veía enojado. - ¡Retíralo!

Jacob avanzó hacia mí y lo siguiente que sucedió fue la gota que derramó el vaso. "Yo no quería imprimarme de ti, solo eres un error". Mi pecho comenzó a arder, las lágrimas se acumularon en mis ojos del dolor, sentía los oídos sordos. Tomé a Jacob del brazo y con mi poder lo arrojé fuera de la casa, lo levanté y lo dejé caer al suelo. No me reconocía, no sabía lo que hacía, era como si mi lado vampiro trabajara solo y yo no lo quería.

-       Me voy.

Salí corriendo a mi hogar, dejando atrás un aroma a dolor, arrepentimiento y pena. Al llegar a casa esquivé a todos y subí a mi cuarto rápidamente, no quería hablar con nadie. Abracé mis almohadas y esperé hasta que mi dolor cesara y me dormí. Un toque en mi puerta me despertó y no me dejaron decir "adelante" cuando Emmet y Jasper ya estaban dentro.

-       Vamos, enana. Tenemos que buscar a alguien.

-       Emmet, no tengo ganas de nada.

-       Pero de esto sí, saltamontes. Alguien entró a casa de Bella y vamos a seguir su rastro. – bufé.

-       Si se trata de ella, menos me quiero levantar.

-       Andando.

A rastras me sacaron de mi hogar, fuimos al hogar de Bella, percibimos el olor y salimos corriendo directo a donde se había ido. Fue una búsqueda rápida, el desconocido se perdió a los pocos kilómetros. De regresó a casa las luces de la sala estaban encendidas y toda la familia estaba reunida.

-       ¿Reunión familiar? – dije cínica. – Lástima, iré a dormir. – el brazo de papá me detuvo y me sentó en un sillón.

-       El aroma desapareció a 8 km de la casa de Bella. – anunció Jasper.

-       Alguien está orquestando todo. – dijo papá, en lo que yo me levantaba del sillón y me dirigía a la mini cantina.

-       ¿Victoria? – una preocupada Bella preguntó.

-       Alice la hubiera visto. – tomé un sorbo de mi vaso de tequila, extrañaba este sabor. – La pelirroja no se ve tan... inteligente.

-       Deben de ser los Volturi. – ay, Edward, no entendiste nada.

-       No creo que sean ellos. – dijo Alice.

-       Claro que no son ellos, tengo un trato. No los pueden tocar y tampoco a la humana. – mi desprecio podría notarse a kilómetros.

-       Seguiremos buscando. – la seguridad de Emmet siempre me gustó.

-       Hay que turnarnos para proteger a Bella. – me atraganté y todas las miradas fueron directo a mí.

-       ¿Otra tarea de protección?

-       Estoy con Rose. – levanté mi mano en forma de votación. – Les recuerdo que debemos cazar a Victoria.

-       Y alimentarnos.

-       Morgan, Rosalie – regañó mamá.

-       Tienen razón. – nos apoyó Bella. – No pueden hacer eso y además cuidarnos y buscar al intruso.

-       No te dejaré indefensa.

-       Valiente, Edward. No te salvamos de Italia para esto. – un dolor de cabeza comenzó a presentarse.

Mis padres me veían sorprendidos, mis hermanos divertidos, claramente, el lector de mentes, no. Y la humana me afectaba de maneras impresionantes. Me sentía débil y decaída, sin fuerzas. De un segundo a otro el vaso resbaló de mi mano, haciendo un gran estruendo y llevándome con él, mi cabeza azotó en el suelo. Todo se volvió negro.

Desperté dolorida, mi cuerpo apenas quería responder y ya no estaba segura si había sido el alcohol o que mi impronta me negara días antes.

-       Escuché que dejaste la manada. – mamá entró con una bandeja repleta de comida y la dejó a un lado de mi cama.

-       Es algo temporal... espero. – tomé el tocino y comencé a devorarlo.

-       Pero... ¿irás a la fogata de Billy?

-       Lo prometí, ma. Y la legendaria Morgan Cullen jamás rompe sus promesas. – mamá rio conmigo.

-       ¿Y Jacob?

-       Enamorado de Bella, quiero confiar que en algún momento lo aceptará. Pero, en lo que eso sucede no quiero ni verlo. Creo que falta mucho por conocernos.

-       Tiempo al tiempo, preciosa. Y de ese tenemos mucho.

Mamá salió dejándome sola y pensando en lo que acaba de decir, teníamos mucho tiempo, en exceso.

Después de una gran y relajante ducha, acompañé a Edward por Bella a su casa. Si de por si iba con un gran desagrado, se hizo más notorio al saber quién estaba en la casa. Edward estacionó y bajamos, quedando yo recargada en el auto.

-       Te cae mal, ¿cierto?

-       Me estás dando la espalda... y no me cae mal, me cae mal que mi impronta esté enamorada de ella. – hablando del rey de Roma.

-       Quienquiera que haya sido dejo su olor. – él si odia a mi hermano. – Será fácil notarlo cuando aparezca. Nos haremos cargo. – reí.

-       No necesitamos que se encarguen de nada. – me separé del auto acercándome al trío. – Ni de nadie.

-       No me importa lo que necesites.

-       Princesas, no hagan esto más grande. – me puse en medio de los dos.

-       Bien, nos vamos. – Edward tomó a Bella.

-       No, ¡tú te vas!

-       ¡Basta! – esos son ovarios, Bella Swan. – Estoy harta de esto. A partir de ahora soy Suiza, ¿quieres ser Suiza, Morgan?

-       No me vendría mal ser Suiza. – me sonrió Bella. – Somos Suiza.

Primera noche cuidando a Bella, genial.

You (Jacob Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora