Uno - Luna nueva

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-       ¿Hola? – pregunté al contestar el celular.

-       Morgan, que alegría encontrarte. – dijeron en la otra línea.

-       ¿Alice? – pregunté, no tenía registrado este número. – No me avisaste que cambiaste de número. Además, no te escuchas muy alegre que digamos. – solté una risita.

-       ¿Dónde estás? – me preguntó angustiada mi hermana.

-       En Forks, aquí en la casa. Quería darles una sorpresa, pero... la sorprendida fui yo. – anuncié subiendo mi maleta a mi antigua habitación.

-       Necesito que vengas a la dirección que te mandaré, es urgente. Es Edward. – y sin más colgué.

Estar décadas lejos de casa no ayudaba mucho que digamos, desde que Carlisle me acogió y adoptó como su primer "hija" nunca habíamos estado alejados tanto tiempo, pero desde que me decidí a recorrer el mundo todo cambió.

Claro que tampoco lo dejaba solo y desamparado, estaba mi mamá Esme y mis cinco hermanos; Alice, Jasper, Emmet, Rosalie y por supuesto, Edward. El cual no quería que me fuera por nada del mundo, ya que era la única que pasaba demasiado tiempo de calidad con él.

Volteé a ver mi celular y ya se encontraba el mensaje de Alice con una dirección, salí corriendo hacia el lugar. La brisa chocaba en mi rostro y podía percatarme de cómo algunos pájaros salían despavoridos cuando chocaba con sus árboles por accidente.

Al llegar me encontré con una bella casa de dos pisos, se veía muy acogedora y tranquila. Me acerqué a la puerta dispuesta a tocar la puerta y sacudiendo un poco el polvo que recogí al correr por el bosque. Justo cuando mi puño iba a hacer contacto con la madera de la puerta, un brazo me estrelló con la pared, ocasionando que cerrara mis ojos.

-       ¿Quién eres? – me preguntó la persona que me estrelló. Y no respondí, aunque su voz se me hacía de lo más dulce y varonil. - ¿Quién eres? – me volvió a preguntar la persona.

Poco a poco fui abriendo mis ojos, con la intención de decirle quien era y que hacía ahí, pero al momento de estrellar mi mirada con la él. Algo más sucedió.

Ya no era la tierra lo que me mantenía fija en el piso, era él, el apuesto joven que me tenía contra la pared y no me dejaba mover. Sus bellos ojos oscuros me teletransportaron al paraíso, si así pudiera denominarlo. Podía sentir como mi frío corazón comenzaba a descongelarse poco a poco, la sangre corriendo de nuevo por mis venas, mis órganos funcionar uno por uno. Como el aire que no había respirado por años, pedía un rápido acceso a mi sistema. Y como aquel apuesto joven seguía viéndome sin emitir ni una sola palabra, hasta que aflojó su agarre y cayó de rodillas. No podía quitar mi vista de encima y sentía mis mejillas enrojecer.

-       Morgan. – volteé y ahí tenía a mi hermana, junto a una humana, con olor a nerviosismo, miedo y rosas.

-       Llegué. – dije retomando mi postura. - ¿Qué sucede?

-       Ella es Bella. – señaló a la nombrada y ella alzó su mano tímida.

-       Bella Swan, la chica de Edward. Un gusto. Soy Morgan Cullen. – la humana me sonrió y no me percaté del momento en el que el chico se puso de pie y se posicionó junto a la humana. - ¿Ya me dirás qué pasa?

-       Bella murió... por unos segundos y... Edward llamó aquí, para ver si seguía con vida. – se detuvo pensando sus palabras. – El perro. – dijo señalando al chico. – Le dijo que los Swan no estaban, que estaban organizando un funeral. Edward cree que Bella está muerta y se va a entregar a los Volturi.

-       Eso es un suicidio. ¿Ya lo llamaste? – dije angustiada y con mi corazón a tope, hace años no lo sentía latir.

-       No responde, ni a mí, ni a Bella.

-       Debemos ir a Italia.

-       ¿Qué? ¿Irse? – por primera vez hablo el susodicho.

-       Jacob... - así que ese era su nombre. – Tú no puedes decidir por mí, iré por Edward no importa que pase.

-       Vámonos. – dije firme y tomé las llaves del auto de Alice.

Me dirigí al auto, con Alice detrás de mí y una Bella angustiada fue por una sudadera y un cambio de ropa. Me posicioné en el auto del piloto, con Alice de copiloto y esperando a la chica Swan.

-       ¿Sucedió? – me preguntó Alice. La miré con duda. – No me veas así, escucho tu corazón y como la sangre corre por tus venas. – me fijé en el retrovisor y vi como Bella iba hacia el carro.

-       Lo hablamos después, Edward es primero.

Jacob iba detrás de Bella, tratando de detenerla. El olor de Jacob era... desesperación pura, con un toque de... amor. Me imprimé de alguien enamorado. La puerta del auto me distrajo, era Bella que había entrado en la parte trasera y fue mi señal para encender el auto. Iba a avanzar y Jacob me detuvo.

-       ¡Joder! ¡Casi te plancho! – le grité molesta, pero él solo se dirigió a la ventana de Bella.

-       Por favor. Quédate aquí. – desesperación y más desesperación. – Por Charlie o por mí. Quédate.

-       Tengo que ir con él.

-       Te lo ruego. – y en ese momento, mi energía terminó en el suelo. Me imprimé de alguien enamorado o... tal vez imprimado. Alice me tomó la mano y me dio una pequeña sonrisa. Sentí la mirada del lobo sobre mí. – Bella, por favor.

-       Lo lamento, Jacob. Morgan, arranca.

Jacob se alejó del auto completamente desanimado y yo apreté el acelerador como si mi vida dependiera de ello. Nunca había manejado tan rápido en mi vida. Alice y Bella se mantenían en una constante plática mientras yo solo podía pensar en tres cosas; Jacob, los Volturi y la estupidez de Edward.

Al llegar al aeropuerto me dirigí a comprar los boletos de avión hacia Italia y para nuestra fortuna alcanzamos el avión que salía en una hora. Corrimos hacia la puerta y abordamos el avión. Ahora, lo único que debíamos esperar era a no llegar lo suficientemente tarde.

You (Jacob Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora