Después de recibir un regaño de Mai y de comer su almuerzo, Sakuta se cambió a su
uniforme y se dirigió a la escuela como había planeado. Después de caminar por unos diez
minutos bajo el ardiente sol, vio que se acercaba a la Estación Fujisawa. Estaba en el
centro de la ciudad con una población de alrededor de 400,000. Las tiendas genéricas y los
vendedores prácticamente rodeaban la estación, y la estación misma era el punto de
encuentro de tres líneas, la línea JR, la línea Odakyu, y la línea Enoden, por lo que cada día
había mucha gente que se dirigía a su trabajo.
Un viaje relajado por el sureste en el límite de la Kamakura-Enoden tomaba alrededor
de quince minutos antes de llegar a la estación Shichirigahama, una estación pequeña que
sólo contaba con una vía que la atravesaba.
Sakuta salió por las barreras para boletos y fue saludado por el olor del mar. Había
pensado que se acostumbraría a él tomando siempre el tren, pero en el instante en que
ponía un pie fuera del vagón, podía sentir el mar, incluso ahora. Si acaso, su apreciación
había llegado al punto en que podía notar las diferencias más sutiles que venían con las
estaciones y el cambio de clima.
Sin embargo, en esta ocasión no pudo evitar el sentir solamente sus piernas, pues Mai
había hecho que se arrodillara por un largo tiempo y ahora se sentían curiosas.
No había más estudiantes en el corto camino a la escuela. Vio a los extraños surfistas
locales cargando sus tablas que realmente trajeron el verano a casa. Estudiantes
universitarios que se dirigían al mar con sonrisas en sus rostros.
Atravesó la puerta, abierta aproximadamente a un tercio, a la escuela. Podía escuchar
los gritos de las actividades de los clubes en el campo de deportes, los beisbolistas
corriendo después de batear. Ocasionalmente, el placentero sonido de un bate de metal
golpeando la bola atravesaba el aire.
Con el torneo de verano finalizado, los estudiantes de tercer año se habían retirado,
por lo que el equipo debía estar reorganizándose para un nuevo sistema. Tan solo unos
pocos jugadores entre las escuelas de Kanagawa tendrían la oportunidad de pisar el suelo
del Estadio Koshien. Este año, los estudiantes de Minegahara se habían enfrentado a los
campeones regionales en el segundo round y fueron totalmente derrotados.
Precisamente porque la cima estaba tan distante, era deslumbrante ver a esos estudiantes
esforzándose al máximo para tener la oportunidad de alcanzarlos.
Escuchando sus gritos, Sakuta se dirigió hacia el edificio de la escuela en búsqueda de
una sombra.
—Futaba, ¿estás aquí? —llamó ligeramente a la puerta del laboratorio de física
mientras abría la puerta.
No hubo respuesta, y el salón estaba vacío. Sin embargo, en el escritorio de laboratorio
había una taza de café a medio beber, por lo que parecía que, en efecto, la “falsa” había
venido a la escuela.
Pensó que tal vez había ido al baño, por lo que asomó su cabeza al pasillo y vio el baño
de chicas. No parecía que fuese a salir nadie.
Su mochila estaba bajo el escritorio, por lo que no parecía que se hubiera ido a casa.
Sakuta vagó por el laboratorio, pretendiendo esperar al regreso de Rio. El cuarto era
casi tan grande como dos salones normales, demasiado grande para perder tu tiempo en
solitario. Pudo sentir el rastro de personas que estuvieron allí por la posición aleatoria de
las sillas, y los distantes gritos de los estudiantes que iban a las actividades de su club
hicieron del salón algo incluso más llamativo.
Estar allí le hacía sentir como si lo hubieran dejado solo dentro de la escuela. A pesar
de que hace apenas unos instantes había tantas personas, ya no había nadie… o eso
parecía decir la atmósfera del laboratorio.
Ese sentimiento se convirtió en inquietud, como si un edificio le presionara alrededor
del estómago. Se preguntó si Rio se sentía de esa manera todos los días, o si era solo su
imaginación.
Para intentar cambiar el ambiente, Sakuta abrió una ventana, lo que permitió que la
brisa, acompañada de los aplausos de afuera, entrara. Al sacar la cabeza por la ventana,
dejó que el entusiasmo de la multitud alrededor del gimnasio lo alcanzara. Había muchos
estudiantes en uniformes de baloncesto alrededor del edificio, algunos iban de diferente
color, tal vez eran de una escuela diferente.
—Cierto, Kunimi dijo que tenía un partido de práctica —se dijo a sí mismo, repitiendo
lo que Yuuma le había dicho el día anterior en el trabajo, que aparentemente tenía un
partido contra una escuela cercana.
En ese caso, la localización de Rio salió sin decirla.
Volviendo a la entrada, Sakuta se cambió a sus zapatos para el exterior y se dirigió al
gimnasio. El ruido de la pelota rebotando, los gritos de los jugadores y el rechinar de sus
zapatos contra el piso se volvían más claros mientras se acercaba.
Las tres puertas equidistantes estaban abiertas para que la brisa entrara, y Sakuta vio a
Rio en la más lejana.
—Conque aquí estaba… —murmuró con una voz ligeramente nerviosa.
Había conocido a la “falsa” el día de ayer, y le había hablado propiamente, tomando su
consejo. En ese momento no había sentido nada, pero ahora que sabía que había dos Rio,
al ver a la otra, un escalofrío le recorrió la espalda.
La miró firmemente. Tenía el cabello amarrado de la misma forma que cuando se
habían encontrado en la librería el día anterior. No estaba usando su bata de laboratorio,
y sus piernas, usualmente ocultas por su largo dobladillo, se mostraban completamente,
dejando a la vista sus muslos ligeramente carnosos. Su blusa parecía ajustada alrededor
del pecho, y el chaleco sobre ésta lo levantaba para formar una curva. Su corbata estaba propiamente atada, y a la par con su mirada seria, hizo que el aumento en su pecho
llamara mucho más la atención.
Algunos chicos de la otra escuela estaban mirándola de reojo, y mientras pasaba cerca
de ellos, pudo escuchar:
—¿Será de tercer año?
—Es algo sensual, inteligente y sensual.
—Ve a hablar con ella.
—Ve tú.
Pudo comprender sus sentimientos mientras su conversación sin sentido se
desenvolvía. Ciertamente, Rio parecía más adulta con su cabello levantado de esa forma, y
también se veía sensual. Encima de ello, su mirada sin lentes, mientras los ocultaba,
parecía menos apática, y te hacía querer hablarle.
Sin embargo, Rio solo tenía ojos para una persona, y la estaban siguiendo. Rio no
estaba viendo el partido, estaba viendo a Kunimi Yuuma, sus ojos no seguían al balón en
absoluto.
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Seishun Buta Yarou
Teen FictionSíndrome de la pubertad: ciertas experiencias poco corrientes que se rumorea en Internet que son la causa del exceso de sensibilidad e inestabilidad durante la adolescencia. Este año, Sakuta Azusagawa, estudiante de segundo en una preparatoria cerca...