¡No mola nada!

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- ¿Puedo sentarme?


Alex volteó la cabeza, encontrándose con una pelinegra de piel olivacea con una gorra verde que parecía querer cubrir su cabeza entera. 


- Entonces... ¿Sí?


Alex no se había dado cuenta que se le había quedado mirando... le parecía tan familiar. 


Habían ido a su habitación, arreglado, vestido, comido, y ahora sus compañeros estaban perdiendo el tiempo (o eso pensaba Alex) en unos estúpidos juegos. La pelinegra no quería estar allí. Sonaba caprichoso, lo sabía, pero ese lugar no le parecía del todo... normal. Ya vestida con una camiseta de los Rolling Stones, unos tejanos sueltos y su mochila al hombro, salió a encontrar un lugar más callado donde poder escuchar música o leer tranquila.


- Sí - dijo volviendo su vista a su libro "Cien años de soledad".


La otra chica se aproximó y se sentó algo alejada de ella, pero, a diferencia de Alex, esa chica no intentaba ignorarla. O tal vez sí, pero no sabía hacerlo muy bien, volteaba a verla cada cierto tiempo, como si temiera hablarle, pero no quisiera irse. Alex volteó a verla incómoda por sus miradas. Ahora que la veía de más de cerca, parecía tener su edad, o tal vez un poco más.


- ¿Pasa algo? - preguntó intentando disimular su curiosidad por aquella chica.


- Suelo venir aquí, hay menos ruido - respondió con menos vergüenza -. Pero esta vez tu estabas aquí, y bueno. Supongo que debo irme, antes de que Nico cause algún desastre...


Alex asintió, confundida. ¿Alguna vez han visto a alguien por casualidad, pero tuvieron el deseo de conocerlo más? Porque así se sentía Alex. Esa chica le parecía familiar. Además, ¿quién era Nico? y peor aún, ¿por qué a Alex le importaba?


En el momento en que la chica iba a abrir la puerta de roble blanco para salir, llegó corriendo un pelinegro bajito, cerrándole la puerta en la cara a la chica, una vez dentro intentó regular su respiración.


- Bianca, que bueno que te encuentro, yo...


La chica (al parecer Bianca) soltó un suspiro cansado y se llevó una mano a la frente. Alex intentaba ignorarlos, pero ahora los dos chicos llamaban su atención más que cualquiera había hecho antes.


- ¿Qué hiciste ahora, Nico di Angelo? - parecía molesta. 


- Estaba jugando mitomagia en el cuarto de videojuegos viejos, pero llegó Darrin.


- ¿Ese chico que se viste raro?


- Si, si, ese. Y... bueno empezó a hacer mucho ruido... El punto es que no me quiere vivo - Bianca parecía a punto de hablar, pero "Nico" la interrumpió -. ¡Hey! ¡Hiciste una amiga! ¿Por qué no me dijiste? - se volteó a Alex con los ojos brillantes -. ¿Sabes jugar? - le mostró unos cromos y cartas bastante raros... parecían... ¿dioses griegos?

Semidiosa y Bruja (PJO y HP) 1 LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora