Semidiosa y Bruja (PJO y HP) 1 LIBRO

Annie domadora de perros del infierno

Era casi media noche, y estaban en las puertas del Inframundo... o mejor dicho, en las puertas de los "Estudios de grabación el otro barrio". Un título bastante creativo. Siendo sincera, Alex nunca había estado allí, siempre entraba al inframundo por el Central Park, usando algo de música para que se le permitiera el ingreso. 

Como siempre, tenía reglas: Abogados no, vagabundos no, vivos no. Los abogados siempre intentaban interponer sus reglas mortales por encima de lo que el consejo decidía, lo cual era un verdadero dolor de cabeza (según su padre). Vagabundos... Alex supuso que no tenían con qué pagar, y que Caronte no estaba interesado en ellos. Como sea, lo de los vivos era muy tonto como para explicarlo. 

Percy la sacó de su mente.

- Muy bien, ¿recuerdan el plan?

- ¿El plan? - Grover tragó saliva -. Sí, me encanta el plan. 

El plan era... muy, muy malo. 1. Entrar. 2. Encontrar el rayo maestro. 3. Salvar a la madre de Percy. 4. (y el más difícil) Salir. 

Haber, y cabe recalcar que Alex se sentía horriblemente mal. Sabía que su padre no era el ladrón, la ansiedad de no saber lo que pasaría la ahogaba, además de no saber qué hacer. No temía por ella, más temía por sus tres acompañantes por los cuales (muy probablemente) su padre no tendría piedad alguna. ¿Era muy tarde para volver atrás? 

- ¿Qué pasa si el plan no funciona? - preguntó Annabeth. 

Alex se abstuvo de responder que lo más certero sería preguntar qué no pasaría. 

- No pienses en negativo - le aconsejó Percy. 

- Vale - dijo Annabeth, aunque Alex detectó cierto sarcasmo en su voz -. Vamos a meternos en la tierra de los muertos y no tengo que pensar en negativo. 

Percy sacó las tres perlas de su bolsillo y las miró dudando. No lo habían hablado, pero todos tenían bastante claro quien se quedaría, y nadie parecía querer mencionarlo. 

Annabeth le puso una mano en el hombro. 

- Lo siento, Percy - le dijo la rubia -, los nervios me traicionan. Pero tienes razón. Lo conseguiremos, todo saldrá bien -  les dio un codazo no muy disimulado a Alex y Grover. 

- ¡Oh, claro que sí! - dijo él, asintiendo con la cabeza -. Hemos llegado hasta aquí. Encontraremos el rayo maestro y salvaremos a tu madre. Ningún problema.

- Vamos, cuando antes mejor - habló Alex intentando mantenerse fría y no empezar a temblar. Ir a casa de su padre no era tan... lindo. Siendo sincera tenían una relación fría que no contó a nadie. En el tiempo que estuvo allí, casi nunca hablaban, solo en sus entrenamientos. Además, siempre que salía el tema de sus hermanos, Thalía, los demás dioses, etc, el dios se ponía histérico. Nunca la tocó, nunca la maltrató, pero la frialdad en él y en todo el lugar era escalofriante. De alguna manera ella lo había absorbido.