Capítulo 29 - Sobre la eterna noche del mañana...

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Xiao Zhan

El paisaje montañoso a través de la ventana del autobús, tranquiliza los nervios atolondrados que me han estado alterando desde que inició el día. Me hacen ignorar, la desagradable sensación de pesadez en mis entrañas...

Desde que Yibo y yo hemos puesto un pie dentro del autobús, su comportamiento ha sido totalmente distante y extraño.

Quizás, sé que no es para menos.

He tratado de capturar su atención desde hace aproximadamente dos horas de viaje. Pero, todos mis intentos han resultado en un rotundo fracaso porque, el empresario no se ha dignado si quiera a mirarme un poco cuando hablo sobre cualquier cosa. Ni si quiera porque, sea una pregunta directa hacia él.

Responde, por supuesto. Entabla una conversación decente conmigo, también. Pero, lo que conlleva a mirarme a los ojos... no lo ha hecho ni una sola vez en el día. Y quizás en el fondo no puedo evitar sentirme culpable al respecto porque pienso en las mil y un explicaciones que tiene su comportamiento conmigo.

Porque siento que, dentro de todas ellas, tengo un poco de culpa.

Su mirada está constantemente perdida en la ventana, como si algo le preocupara o lo martirizara en exceso, lo suficiente como para mantenerlo en transe a pesar que, este sería nuestro primer viaje juntos, solos y... sobre todo, después de días de no poder vernos. El mero pensamiento que eso supone, me desanima más de lo que quiero permitirlo. Pero no puedo controlarlo.

Solo está ahí.

No puedo evitar sentir un punzón extraño en el pecho cuando pienso en eso.

Por eso mismo, es que las preguntas dentro de mi cabeza no se han detenido ni por una breve cantidad de segundos. No importa en qué trate de concentrar mi atención –o incluso, no importa la lógica que quiera aplicarle a la situación-. Nada suena lo suficientemente convincente para explicar el apático comportamiento de mi novio fuera de que es muy probablemente mi culpa. Fuera de que mis acciones son las causantes de este extraño ambiente en el que nos encontramos.

Estoy recargado contra su cuerpo, mientras siento como la incomodidad crece cada vez más a medida que las horas de viaje continúan. Y, mis ojos caen en su mano que permanece libre sobre el muslo de su pierna, curiosamente abierta, como si esperara a que la mía en cualquier momento cayera dentro de la misma. Luce como si, estuviera esperando el toque de mi mano pacientemente.

Pero no entiendo este extraño sentimiento que me reprime. Por mucho que ansío su toque... ni si quiera puedo mover la mano con la intención de entrelazar nuestros dedos sin sentir esa presión desagradable en el pecho. Porque, cuando lo intento si quiera, las imágenes de anoche arremolinan mi cabeza.

Y empeoran todo. Me hacen retraer mi mano y dejarla hecha un puño ansioso sobre mis muslos mientras trato de perder mi mirada también en el paisaje del autobús.

Entre toda la oscuridad de la habitación, soy capaz de ver como la pantalla de mi teléfono se ilumina. Después, comienza a vibrar y a sonar el tono de llamada. No tengo que mirar con atención para saber de quién se trata

...Porque incluso, ya tiene un tono de llamada predeterminado en mi teléfono.

El sentimiento de pesadez en mis entrañas fue creciendo cuando las llamadas perdidas aparecieron en la bandeja de notificaciones del teléfono. Con esta, sería la cuarta llamada perdida de la noche y la que también me despertó de mis largas horas de sueño.

–¿Qué horas son...? –pienso en voz alta, murmurando entre mis labios. La incómoda sensación de resequedad en mi boca y garganta aparecen cuando hago uso de mi voz y, carraspeo para poco a poco irla disipando. Todavía siento la desagradable sensación en mis entrañas, pero no termino de identificarla correctamente.

Atado A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora