Atado A Ti

Capítulo 50 - En paz

Cuando las cosas parecían volver finalmente a la normalidad, los hermanos supieron que había una cosa pendiente por hacer.
Por ese motivo, no esperaron más tiempo antes de tomar un automóvil y dirigirse a las afueras de la ciudad, precisamente, hacia aquellos paisajes que Xiao Zhan conocía bien de memoria: montañas, naturaleza, lagos y tranquilidad.

Y cuando el pelinegro comenzó a ver lo familiar, solo pudo suspirar melancólico.
Había decidido acompañarlos en el viaje, por mero apoyo emocional. Sin embargo, no se había dado cuenta que esto también terminaría involucrándolo profundamente a él.

Eran después de todo, los lares por donde su madre vivía cuando era mucho más joven.

Un suave apretón de manos lo distrajo de sus pensamientos, haciéndolo girar la cabeza para encontrarse con unos ojos cafés.

Yibo sonrió, ladeando la cabeza. –¿Qué sucede, amor?

Zhan solo en ese momento se dio cuenta que había estado muy callado durante el viaje. Independientemente de eso, ¡que había estado muy arisco con Yibo!
No había sido intencional, por supuesto. Era solo que esto lo ponía a pensar y divagar demasiado, que ignoraba momentáneamente el hecho que no estaba solo, que estaba acompañando a los Wang.

Estaba sentado en los asientos traseros junto a Yibo y Hai-kuan, mientras un trabajador de Yunxi les hacía el favor de conducir la camioneta. En un principio quisieron ir solo ellos, pero el amigo del mayor insistió en que era lo menos que podía hacer por ellos.

Hai-kuan suspiró ruidosamente, con una expresión lamentable. "¡Prácticamente nos sacaste de un agujero enorme! No has hecho menos." Pensaba.

Zhan observó un momento a Yibo antes de sonreírle gentilmente. –No es nada. –admite. –solo... mamá me había hablado de estos lugares. Pero nunca había venido. Sé que tienen un especial significado para ella, y que lamenta no haber podido venir con nosotros.

Eso era cierto.
Todavía estaba recuperándose, por lo que las indicaciones del médico fue absoluto reposo y un gradual avance en actividades físicas, pero con mucho cuidado. Por lo tanto, un viaje en carretera casi a mitad de la naturaleza no se veía en las posibilidades.
Quizás después, en algunas semanas, ella también podría venir aquí. Lo necesitaba después de todo.

Tanto como los propios hijos de Han-Eul.

Yibo asintió, murmurando. –comprendo. –luego, afianzó el agarre que tenía desde hace rato en la cintura del menor, acercándolo a él. Zhan por costumbre dejó caer su cabeza contra el hombro del chico. –la próxima vez prometo traerlos, ¿está bien?

Zhan negó suavemente. –No te preocupes. Ella dijo que vendría sola también. Necesita esa privacidad.

Hai-kuan, aunque no conversaba en esos momentos, seguía prestando atención a todo. Este iba más sumergido en sus pensamientos por múltiples razones... en especial, cuando comenzaron sus crisis.

No creyó que el haber asesinado a su padre tuviera represalias reales. En realidad, incluso, recuerda que en el momento se sintió increíblemente bien. ¡Había sido un héroe! Salvó la vida de muchas personas y vengó el nombre de otras tantas... entre ellas, su madre. ¿Por qué entonces, sentía una gran opresión y vacío en el pecho?

Analizándolo detenidamente, sabía que no extrañaba a su padre. Ni si quiera lo quería ver en pintura de nuevo. Pero, eso no evitaba que durante las primeras noches que todo regresó a la calma, tuviera estos ataques nocturnos.
Yibo quién estaba a su lado en esos momentos, recuerda haber despertado alterado en mitad de la madrugada por los gritos que provenían de la habitación aledaña. Temiendo lo peor, cuando iba a socorrer a su hermano, para su sorpresa no se encontraba ningún atacante: