Capítulo 41 - Arrebato

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Wang Yibo

No he logrado conciliar el sueño desde hace horas.
Y es que aún si hubiera podido hacerlo, no lo tomaría en la menor posibilidad. No cuando, después de tanto tiempo... tengo este extraño privilegio de observar nuevamente el pacífico rostro dormido del pelinegro a mi costado.

Zhan está completamente desnudo. He colocado un par de sabanas encima de él para poder amortiguar su baja temperatura corporal, para que el frío no lo azote con tanta fuerza.
Quizás abrazarlo sería una buena opción... pero después de lo que pasó, ya no me atrevo a tocarlo en lo más mínimo.

La suave extensión de seda deja descubierto una porción lisa de su hombro. Fuera de eso, prácticamente está envuelto en las sabanas con la respiración tranquila.
Dentro de toda la situación problemática, ha sido difícil no asociarlo a nuestras tardes de antaño, cuando también se cubría celosamente con toda tela que estuviera en su alcance.
Eso ha logrado que mi rato aquí despierto apreciando las facciones suaves y relajadas haya sido menos tortuoso de lo que debería...

Porque mientras me familiarizo con este nuevo Zhan, me permito recordar al chico de ojos oscuros que se emocionaba con cada toque, gesto o palabra mía. Sé sin duda que, difícilmente nos aguarda una posibilidad de recupera el tiempo perdido en el futuro.
Y eso por sobre todas las cosas, me aterra muchísimo.

Sin que pueda controlarlo, mis largos dedos viajan a su rostro. Quiero tocarlo, de verdad quiero tocarlo. Pero en automático mi cuerpo se reprime ante la necesidad.
Aunque las vividas imágenes de su rostro completamente sonrojado, húmedo y excitado me recorren cada cierto tiempo, no siento la clase de satisfacción familiar que cuando tengo buenos recuerdos de él.

El que nos hayamos reunido mediante engaños aquí, le da un sabor amargo a la situación.

Un suspiro cargado de frustración, culpa y arrepentimiento escapa de mis labios. Con los ojos opacos y el corazón en la mano, alcanzo a susurrar. –Lo siento. –digo, sin esperanzas que él pueda escucharme. De todas formas, el que esté presente mientras lo digo alivia un poco los malestares en mi pecho. –De verdad, no tienes idea de cuanto lo siento, cielo.

"Pero es que si te hubiera dicho que yo ya había pagado la operación de tu mamá desde hace mucho, sin la certeza de que vendrías o no... ¿me creerías?" pienso. Ante la imposición de no tocarlo en lo más mínimo, solo alcanzo a hacer puños mis manos sobre mi abdomen. "¿Me hubieras dejado verte aun así?".

Si tal vez Zhan hubiera accedido a venir por voluntad propia sin la necesidad de tener un incentivo para verse obligado a venir... tal vez no me sentiría tan mal conmigo mismo. Pero la verdad detrás de todo, es que si no se encontrara tan necesitado como ahora, nunca pisaría este lugar conmigo aquí.
Y no sé cómo sentirme al respecto.

Como si hubiera dicho todo esto en voz alta, de repente, mi corazón se detiene.
Lo hace porque el rostro pacífico de Zhan, ha adquirido una arruga en su entrecejo. La respiración acompasada también deja de ser para transformarse a una profunda. Cuando sus parpados se mueven, sé que... está a punto de despertarse.


Y el pánico me congela en mi lugar.

Lentamente, sus parpados se abren dando lugar a unos grandes ojos negros somnolientos. Estos permanecen entrecerrados, ligeramente perdidos en algún punto de la cama. Luego, conforme pasan los segundos, se abren por completo.
La confusión abandona los ojos de Zhan cuando lentamente comienzan a trazar camino. Y su mirada se transforma en una llena de pánico, dolor, realización...

De repente, parece recordar de golpe todo lo que sucedió anoche.

Como el silencio es tan amedrentador entre nosotros, apenas he logrado acarrear un poco de valor interno para hablar. Mis labios se sienten demasiado pesados, pero me las arreglo para poder expresar lo que quiero decir.

Atado A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora