Capítulo 33 - Tormenta

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Tacones resuenan furiosamente contra el suelo del departamento, a medida que se mueve. Xuan Lu luce ojerosa, nerviosa y molesta... principalmente porque tiene media hora tratando de convencer al chico para que descarte la idea que corroe su cabeza desde hace rato.

Lo toma del brazo. –Definitivamente, no. –indica. El chico la mira, inquisitivo, pero también inquieto. –¡Solo no, Zhan! Esto no resolverá en absoluto la situación con la empresa que es lo más importante en este momento, ¡necesitas ir conmigo para que levantemos una denuncia y...!

Zhan enseguida mira hacia otro lado de la habitación. El temblor en su ceño refleja lo hastiado que se encuentra de escucharla repetir lo mismo... pero por supuesto, no se lo dirá directamente. En su lugar, tiene que respirar hondo mientras zafa lentamente su brazo de su agarre.

–Basta, Lu. –murmura, aun sin mirarla a los ojos. –No intentes convencerme más tiempo. No haré caso. Necesito ir con él... –su semblante cambia ante la última oración, el de ambos lo hace. –Necesito ir con Wang Aaron.

–¿¡Por qué!? –la chica estalla con los ojos abiertos y las manos extendidas a los costados. –¿En que parte de esto se supone que él soluciona el problema, Xiao Zhan? ¡Se supone que el tipo es peligroso y Yibo te lo dijo, él te dijo que...!

Quizás hubiera entendido las intenciones de su amiga un par de oraciones antes. Tal vez la hubiera escuchado un poco más... de no ser porque dijo el nombre prohibido. No fue intencional, pero su rostro se contrajo en una mueca dolorida cuando escuchó el nombre. Su pecho dolió... y de pronto, la sensación enfermiza en su pecho pareció resucitar.

Enseguida la cortó. –Pero Yibo no está más –el peso de sus palabras cae lentamente en el silencio que se asienta después. Incluso, sus ojos se apagan un poco. –No puedo seguir manteniéndome al margen esperando que haga algo por mí. Ya no.

"Ya no porque hasta donde él mismo me lo dijo... orquestó todo esto." Pensaba en sus adentros, con el pecho dolorido. "Él fue quien tiró todo esto a la mierda".

Zhan ya no esperó un segundo más para seguir lidiando con los nervios alterados de Lu. En algún lugar de su cabeza, se disculpaba con ella por dejarla en ese estado dentro de su departamento... pero nada podría importarle menos. Ahora que tenía aquella opción latiéndole fuertemente en el pensamiento, necesitaba anestesiarla... necesitaba satisfacerla para que dejara de doler como una llaga a punto de reventar.

Tomó sus pertenencias básicas y las metió a una mochila. Casi al instante cuando la pelinegra notó sus acciones, estiró sus brazos hacia él tratando de frenar sus acciones. Entre eso, ambos comenzaron a forcejear y jalonearse entre si.

Lu tuvo que quitarse los tacones para maniobrar mejor... y Zhan por supuesto la miró estupefacto, pero aún mantenía el brazo alzado con su mochila colgando en lo alto, sin darle posibilidad a la chica de arrebatársela.

–¡Lu, basta! –demandó, prácticamente arrastrando su peso muerto y el de él hacia la salida del departamento. –Solo estás retrasando lo inevitable, ¡déjalo estar!

Se sentía irritado, estresado, ansioso... estaba tratando de controlarse, pero ella no se lo estaba haciendo fácil. Al contrario, complicaba todo todavía más. Pero por más que lo intentó, ella permaneció reacia a soltarlo, aunque fuera un poco. En ningún momento aflojó su agarre y en lugar de eso prácticamente se colgó de él como un mono.

–¡No! –rugió ella, aferrándose todavía más al torso del chico alto. Había pequeños motes de lágrimas en sus ojos... y solo por esos instantes, Zhan dudó. –No voy a permitir que vayas tu solo... ¡ni si quiera dejaré que vayas en primer lugar! Estás poniendo tu vida en peligro porque no conoces nada de esas personas... ¡ya viste de lo que son capaces, y quieres ir directamente al infierno!

Atado A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora