Capítulo 34 - Y vivieron felices por siempre

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El gigantesco salón a orillas de la playa, está adornado de todas las maneras posibles. El lugar es tan grande como para poder albergar un ejercito entero y más encima, algunos suministros.
Tanto las familias Wang como Yang, decidieron no escatimar en gastos en lo absoluto.

Por supuesto que quién definitivamente rebasó los límites, fue la propia Sra. Yang, la madre de Yang Zi.
La mujer casi siente que le daba un infarto cuando el propio Aaron tuvo que mantenerla al tanto de toda la situación que había ocurrido en menos de 2 semanas. Ambos padres sintieron como el alma escapaba de sus cuerpos pero... afortunadamente, el "problema" había sido resuelto.

Ahora mismo se encontraban en una de las habitaciones privadas de la gigantesca residencia, esperando. Los padres de Yang Zi en el ala oeste y Wang Aaron con Hai-kuan en el ala este.
La blanca mansión ajena a las celebraciones también quedaba a orillas de la playa. Era casi tan lujosa como su residencia en China pero definitivamente, con el estilo Europeo característico de la región.

Ese día los cielos estaban azules y soplaba una brisa fresca desde el mar. Las cortinas de la habitación de Yang Zi ondeaban con el viento mientras, las asistentes que su madre habían contratado terminaban de abrochar los botones que sujetaban el vestido.
La chica estaba frente a un espejo, tenía retoques en su cabello, estaba maquillada minuciosamente, se veía preciosa... pero ya no se sentía como una muñeca de porcelana.

Más bien, lo más parecido ahora era... una patética muñeca de trapo.

Los grandes ojos de largas pestañas negras observaron el reflejo en el espejo. El largo vestido blanco con velo se ceñía a su delgada figura, resaltando sus curvas. El velo por otro lado, cubría parcialmente su rostro una vez que fue terminado de ser colocado por la señorita a sus espaldas.
Era joven, americana probablemente... pero hacia fervientemente su labor.

Cuando acabó, se retiró unos pasos solo para verla a través del espejo. –Ya está lista, señorita. –informó, con voz dulce. –Le avisaré a su madre que ya puede entrar.

Yang Zi no respondió, se limitó a asentir. ¿Qué caso tenía estar emocionada por una boda que no deseaba? Ni si quiera su propio marido la deseaba a ella... entonces, ¿qué caso tenía todo este circo?
Suspiró fastidiada, asqueada, aburrida... pero, siguió parada ahí como un títere controlada por cuerdas.

Casi al instante que la americana había salido, reconoció los rasgos de su madre reflejados en el espejo cuando la puerta se abrió.
La señora dejó escapar un chillido mientras se cubría la boca con las manos y, comenzaba a abaniquearse. Estaba emocionada.

Yang Zi rodó los ojos suspirando. "No es para tanto, dios mío" pensó. "Como si fuera la primera vez que visto un vestido de novia".

Su madre, sin embargo, ignoró por completo el gesto. –¡Te ves tan hermosa! Dios mío, no puedo creer que finalmente hoy sea el día de la boda. ¡Después de tanto que hemos atravesado, hoy finalmente vas a casarte!

Los ojos de la muchacha se atenuaron. Se apagaron. El pensamiento no le gustó.
Ella nunca quiso casarse en primer lugar. Solo quería... quería estar con la persona que la trató bien y con amor desde el principio, quería permanecer a su lado y tener una vida común y corriente tal y como lo haría a sus 21 años.
Pero por supuesto, obró por completo mal.

Sus ojos se cierran con dolor cada que lo recuerda.

Las cosas no le salieron si quiera cercanas a como quisiera. Al final después de todo, su propio futuro marido terminó estando con su ex pareja, enredando la situación que ya era de por si complicada.
Y si tuvo las intenciones de separarlos antes porque se sentía dolida... al final, nadie ganó nada.

Atado A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora