Capítulo 23 - La inseguridad del mañana

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Wang Yibo

Soy un caos. 

Esa es la manera mas acertada para cómo me siento desde que el mismo infierno se desató. No hay paz, no hay calma, no hay un solo momento apacible para poder respirar. Todo lo que hay, todo lo que se me permite hacer es... existir en una escala de grises.

Eso es lo que me vuelve un caos.

No recuerdo cómo es que sucedió todo, pero de alguna manera, logré abrirme paso entre la marea de gotas que caía a mi al rededor. Me olvidé por completo que todavía quedaba una persona en la entrada del hotel esperando, quizás, por algo o alguien.
Me olvidé por completo de todo lo que una persona debería hacer de forma racional en estos casos.

Lo único que mi cabeza procesó y mi cuerpo acató, es llegar al departamento donde vivo con mi familia.

Porque no habría que ser inteligente para saber que todo esto fue orquestado por el mismo lobo viejo que me enseñó a sobrevivir y planear estrategias de esta clase.
Sé encima de todas las cosas que mi padre es el causante de esto... o quizás, solo es una consecuencia de mis decisiones. Sus acciones fueron empujadas por la manera en que yo ejecuté las mías. 

Y como no hay ninguna voz interior replicando lo contrario al respecto, simplemente dejo que la culpa se asiente dentro de mi. Carcome, duele, pero... es la verdad.

Mi respiración inestable apenas me permitió tener la fuerza suficiente para no desfallecer en lo que el elevador subía los pisos del edificio departamental. La espera se me hace eterna, y entre mas transcurre el tiempo, mas siento que la sangre en mis venas hierve. Hay una clase de ola abrasadora quemando mi ser, esa que me permite pensar correctamente mis acciones.

A causa de ello por supuesto, no lo pienso dos veces antes de prácticamente irrumpir en el departamento con un golpe sordo.
La imagen que me recibe es de Hai-Kuan sentado en el sofá con expresión confusa, rápidamente se levanta de los asientos cuando repara en mi presencia y la forma en que luzco. No debo ser adivino para suponer que estoy hecho mierda

Literalmente.

—¿Yibo? —inquiere.

Con pasos rápidos se acerca a mi y extiende sus brazos hacia adelante. Tiene intenciones de tomarme por los hombros para poder mirarme a los ojos, pero no se lo permito.
Ni bien acorta la distancia yo también lo hago, retrocediendo tras mis pasos. Quizás, en otras circunstancias sería mas amable con la preocupación de mi hermano, pero es de las cosas de las que menos soy capaz de realizar en estos momentos.

Inevitablemente, él también es víctima de mi arranque de ira.  

—¿Dónde está? —pregunto. La voz me tiembla al igual que las manos, pero en ningún momento detengo mi rápido escaneo por el departamento. Cuando no encuentro lo que busco dirijo la mirada hacia mi hermano. —¡¿Dónde mierda está él, Hai-Kuan?!

—¿Dónde está quién? —los entrecejos de mi hermano se fruncen, confundido y estresado. Incluso, su cuerpo da un pequeño respingo cada que mi voz aumenta de nivel. —Yibo, ¿de qué demonios estás hablando? ¿Porqué estás así? ¿Qué fue lo que...?

—Así que ya llegaste a casa.

Unos pasos lentos suenan contra el suelo de mármol, son cuidadosos y lentos. Poco a poco, una silueta conocida sale de una de las habitaciones y se mueve hacia nuestra posición. Mis ojos rápidamente conectan con los de Wang Aaron. Sus ojos a comparación mía, están completamente tranquilos, sin lucir perturbado o consternado... ni si quiera porque estoy empapado y mi respiración es irregular.
Él por el contrario, me evalúa rápidamente con la mirada. Observa de arriba a abajo y cuando vuelve a reparar en mis ojos, suelta una risa. Una risa cargada de burla. Sus brazos están acomodados detrás de su espalda cuando retoma la marcha hacia nosotros.

Atado A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora