«Él y ella podrían estar juntos, pero a veces la vida no es así»
Ella tiene la cara de un ángel, pero los ojos de quien crea un infierno.
Serendipia: Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.
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ALYSSA FLEMING
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—Yo opino que eres un tarado —Murmuro recostada en la cama de Negan, con mis pies sobre la pared.
—Yo opino que no me importa lo que opines —Contesta recostado a mi lado cureosando uno de los libros que el mismo me dió.
—Eso no es una opinión —Respondo mirándolo mal.
—Oh, cállate —Ríe.
—Tú cállate —Me quejo con un puchero.
Después de habernos ido de Alexandria al ya encontrar la dichosa arma que no aparecía, decidí pasar el rato con Negan ya que, James está coqueteando con una chica cinco años mayor que el, y Simón está comiendo.
Y nadie quiere molestar a Simón cuando está comiendo.
—Oye... —Lo llamo después de un rato, el hace un sonido con su garganta para que continúe— ¿Te puedo pintar tu tatuaje? —Pregunto emocionada.
—Uhm... ¿Que colores tienes?
—Rosa, amarillo, azul y verde —Contesto viendo los marcadores en mi mano.
—No uses el rosa.
—¡Pero el rosa combina con el amarillo! —Me quejo.
—¿Quieres pintarlo o no? —Alza una ceja.
Suelto un bufido pero acepto, me pongo de rodillas a su lado, se saca la camisa y se da la vuelta, le quito la tapa al maracador celeste y empiezo a pintar.
Éste lo tiene en su espalda, cerca de su cuello, a diferencia del que compartimos los cuatro, serendipia. Ese lo tiene en su pecho, de lado del corazón.
El tatuaje de Negan me encanta, es un león dividido entre triángulos situados de distintas maneras en todo el animal, que me permiten que sea más fácil pintarlo.
—¿Tiene algún significado? —Pregunto después de un rato en silencio, pintando está vez con el verde.
—Rebeldías de un adolescente de 17 años, mi madre decía "¡no te harás un tatuaje mientras vivas sobre mi techo!" —Dice imitando voz de mujer— y yo le respondía "¡Haré lo que yo quiera cuando quiera, es mi cuerpo y no tienes poder sobre él!" Salí de casa dispuesto a desobedecer a mamá —Cuenta entre risas, yo también río.
—¿Y se enojó?
—Recibí sus dos zapatos directo en mi cara cuando llegué a casa y después no contenta con eso, me lanzó la escoba —Ambos volvemos a reír.
