«Él y ella podrían estar juntos, pero a veces la vida no es así»
Ella tiene la cara de un ángel, pero los ojos de quien crea un infierno.
Serendipia: Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.
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NEGAN KIRKMAN
𓆝
Grito todo lo que mis pulmones me dejan, abrazo su cuerpo sin vida con desesperación, siento mis lágrimas caer sin control.
Siento mi maldito corazón echo pedazos.
–Alyssa despierta –Habló entre lágrimas, ya sentado en el suelo, escucho a Damián llorar sin descontrol– por favor Alyssa, no nos dejes –Ruego como jamás le he rogado a nadie– No me dejes.
Pero por más que suplique, es inútil, Alyssa ya no está aquí.
Su cuerpo se ha enfriado, sus piel se ha vuelto pálida y sus ojeras se han pronunciado.
No falta mucho para que lo que sigue suceda.
Niego con la cabeza una y otra vez, mis ojos se llenan de lágrimas, sabiendo que soy demasiado cobarde para hacerlo, me aferro a este cuerpo sin vida una y otra vez, pensando que si ruego lo suficiente, quizá mis pecados sean perdonados y me la devuelvan.
Devuélveme a mi bebé.
—Es un sueño —Susurro— vamos imbécil, despierta, estás soñando —Río— sí, esto es un maldito sueño, tengo que despertar, seguramente James y Alyssa ya están despiertos, debo prepararles el desayuno... debo...
Murmuro sin parar, tratando de volver a la realidad.
Pero esta es la maldita realidad.
Escucho a Damián moverse, mira su cara fijamente y la mueve con su hocico suavemente tratando de despertarla.
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¿Que haremos ahora?
Suelto un grito y la abrazo con más fuerza, me balanceo de un lado a otro mientras mi cuerpo no deja de temblar.
—¿S-Sabes? —Susurro entre lágrimas— desde el primer momento en que te ví, supe que te amaría toda mi vida —Sorbo mi nariz— no debí dejarte ir, no debí —Me lamento— perdóname, perdóname —La alejo un poco de mi para ver su cara, pongo un mechón de su cabello detrás de su oreja y apreto los labios— cuánto quisiera regresar en el tiempo y cuidarte cómo se suponía que lo tenía que hacer desde un principio —Me encogo de hombros— tengo tantos malditos defectos y lo único que tú veías en mi eran maravillas, como carajos no iba a amarte —Río bajito— lo siento, lo siento, lo siento –Repito sin parar– Simón tenía razón, es mi culpa, todo es mi culpa.