Capítulo 25

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Las tragedias de Alice Vanderwoodolf
(2)

Alice disfrutaba pasar los ratos en el río Penobscot. Cuando estaba deprimida o simplemente quería relajarse un poco.

El río Penobscot siempre era la salida.

Iba y se sentaba a observar el agua correr por las pequeñas piedras y ver a los renacuajos nadar en ella.

El sonido de las aves cantando y el agua correr era su sonido favorito.

Hasta que dejó de serlo.

STRUMMER GORDON

*muerto*

Pasar el rato con Mia y Freya le gustaba bastante. Freya era una mujer calmada y linda, siempre era amigable con Alice. Siempre pensaba que ella era la suertuda al tener una madre como ella.

Su madre pudo haber tenido tantas oportunidades. Era una mujer hermosa en todos los sentidos, y muy inteligente. A pesar del Infierno en el que vivía con su esposo siempre sonreía. Alice admiraba a Freya.

Freya era la madre que siempre había deseado. Siempre luchando.

—Y Alice —habló Freya, sonriente. Alice la miró y sonrió —. ¿Sigues yendo al psicólogo? —preguntó, amablemente. Alice supo que su intención no era incomodar. Sonaba preocupada.

Alice se esforzó en sonreír notablemente incómoda, Mia lo notó y miró a su madre fulminante—Mamá —la regañó, Freya la miró con el ceño fruncido no entendiendo el punto —, a Alice no le gusta hablar de este tema —la sonrisa de Freya se desvaneció y se tensó.

—¡Oh, lo siento tanto, cariño! —dijo, notablemente arrepentida de su error —No era mi intención incomodarte.. sólo.. —. Freya se vio entrando en pánico, el sonido de las hojas bajo sus pies descalzos crujieron.

—Oh, no, está bien, Freya —Freya se mordió el labio inferior con fuerza mientras daba pisotones ansiosamente y totalmente arrepentida. La tensión que había sentido Alice al momento de la pregunta se desvaneció y un sentimiento de culpa la reemplazó. Extendió su mano por arriba de la pequeña mesa de madera de pino y la posó con calma arriba de la de la mujer. Ésta dejó de moverse bruscamente y miró los calmantes y hermosos ojos cafés claros de Alice Vanderwoodolf. Su corazón dejó de latir con fuerza —. Está bien, Freya.

Su voz le hizo sentir escalofríos pero al momento una calma y paz absoluta en todo su cuerpo, sus hombros cayeron de la tensión y dejó de apretar su mandíbula con fuerza casi dislocando su quijada. Pasó una mano por su alborotado cabello rizado y trató de peinarlo. A Freya le calmaba peinar su cabello en momentos así. Mia y Alice se miraron y se dedicaron sonrisas tristes.

Don't Have Fear ⊶ b. s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora