Capítulo 29

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Mia había provocado eso

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Mia había provocado eso. Era su culpa. Trataba de convencerse cada que podía, sostenía el cigarrillo entre sus pequeños dedos, su mano recargada en el reposabrazos de la silla. Su rostro apuntaba hacia el cielo pero mantuvo sus ojos cerrados todo el tiempo sumida en la oscuridad de su ser. Olió la menta en el aire y sintió un tipo de satisfacción que no había sentido en un período de tiempo bastante largo.

Abrió sus ojos con lentitud perezosamente y su mirada se posó dentro de la habitación y miró el reloj rojo en la pared. Faltaba un minuto para la medianoche. Soltó un suspiro cansado y volvió a su posición inicial pero extendió su brazo para acercar el cigarrillo de menta en sus labios. Nunca había fumado antes, no le llamaba mucho la atención. A veces Mia la tentaba en el Instituto pero nunca aceptaba. Pero ésta vez que se lo ofreció había aceptado y ahora no podía dejarlo. No era porque le encantara y hubiera obtenido una adicción por fumar, era porque podía distraerse. Ahora usaba cualquier cosa para poder distraerse.

Giró su rostro al reloj de nuevo, y justo en ese momento la pequeña manecilla negra se giró al número doce. Doce en punto. Le dio otra calada al cigarrillo y cerró sus ojos nuevamente. El sabor a menta recorriendo su boca y la abrió un poco para dejar salir el humo.

Estaba exhausta, quería dormir. Pero no soportaba la idea de que probablemente Mia estaría despierta en su habitación esperando su regreso. Se había vuelto un hábito de ella desde que se había mudado temporalmente con ella y Freya. Siempre esperándola mientras ella hablaba por teléfono con alguna de las chicas o alguna vez con Horace, el nuevo chico que se había conseguido. Suspiró pesadamente y arrojó el cigarrillo a la orilla del balcón donde se deslizó y cayó. Acomodó la manta y se cubrió hasta el cuello cubriéndose de la helada brisa de mayo.

¿Alguna vez dejaría de pesar tanto?

Todo la estaba devorando y poco a poco iba empeorando. Quería mejorar y volver a ser la misma Alice de hace un año. Quería volver a cuando todo estaba bien algo así.

Estaba cansada. De todo.

Todo el peso iba hacia ella y no soportaba cargarlo durante más tiempo. Los muros que logró construir se derrumbaron cuando ese maldito hombre entró en su vida y la jodió más de lo que ya estaba.

Aunque lo negara, ese hombre se había ganado un espacio especialmente para él en su mente. Un mes atrás deseaba con todo su ser saber los secretos que ocultaba, quería saber todo de él y en qué retorcidos asuntos estaba metido. Ahora solo quería olvidarlo. Se arrepentía de haber metido su pequeña nariz en esos retorcidos asuntos. Lo odiaba a él más que nada. Solo se había metido a joderlo todo.

Ya no quería estar ahí. Siempre terminaba en él. Siempre lo haría. No había escapatoria de él.

Se levantó de la silla y tomó la manta para comenzar a caminar hacia la habitación de Mia. Dejó sus pantuflas al lado del sofá y comenzó a caminar de puntillas evitando despertarla si es que estaba dormida. Se acercó a la puerta y tomó el pomo con delicadeza y lo giró lentamente. Se le hizo eterno. Cuando finalmente la puerta se abrió le sorprendió ver la luz de la pequeña lámpara de noche apagada. Miró su entorno acostumbrándose a la oscuridad de la habitación y logró ver el bulto en la cama en el lado izquierdo. Mia dormía plácidamente e incluso escuchó suaves y delicados ronquidos.

Don't Have Fear ⊶ b. s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora