Capítulo 28

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El humo del cigarrillo se fue desvaneciendo a medida que salía de sus labios

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El humo del cigarrillo se fue desvaneciendo a medida que salía de sus labios. El sabor a tabaco le hizo sentir una corriente eléctrica en todo su cuerpo. Muy placentero.
Volvió a colocar el cigarrillo entre sus labios y le dio otra calada, ésta vez más profunda, su garganta se contrajo provocándole sacar el cigarrillo de sus labios pero soportó las ganas de toser. Tocó sus labios con las resecas yemas de sus dedos y soltó el humo, ésta vez era una menor cantidad que la pasada.

La calle a su alrededor estaba completamente vacía y sin vida, como siempre. Rara vez veía demasiada gente en las calles del pueblo. Y la poca gente que vivía ahí pasaba su mayoría en sus hogares o en algún lugar de ahí. Escuchó pasos en el callejón y giró su rostro. Dos chicos de al menos unos dieciséis años, uno de ellos estaba diciéndole algo al otro en susurros inaudibles. El que hablaba le extendió su mano al otro, logró ver una pequeña bolsa azul con un polvo blanco. El otro chico la tomó gustoso y le extendió tres billetes, guardó el polvo en la bolsa de su pantalón y ambos se separaron. Uno de ellos salió del callejón y el otro se adentró. El chico siguió su camino tranquilamente por la calle, como si no acabara de comprar droga de manera ilegal en el callejón junto al bar de Gregory.

Sonrió burlón y volvió a acercar el cigarrillo a sus labios para darle otra calada, ésta vez más calmada. Su atención se posó en la tienda de en frente. Cerrada, como siempre. La mujer ya no se había aparecido para abrirla. Solía abrir todos los días desde las ocho de la mañana, cerraban a las tres y a las cuatro volvía y cerraba hasta el siguiente día a las once. Usualmente la mujer se quedaba a comer algo de su tienda. Le parecía extraño el que no abriera. Sabría la razón de no ser porque había destruido su tapadera él mismo.

Y como siempre la pequeña Alice siempre sería impredecible.

Lo que esperaba que pasara no sucedió. Pero se llevó otra gran sorpresa.

Sacudió su cabeza con rabia y acercó sus labios al cigarrillo para dar otra calada, el sabor del tabaco desapareció, alejó el cigarrillo, ya se había acabado. Lo arrojó al suelo y le dio un pisotón, llevó su mano al interior de su chaqueta y rebuscó la cajetilla de cigarrillos. La encontró y la sacó, con sus dedos abrió la cajetilla. No había ninguno, solo los pequeños restos de tabaco en ella. Gruñó con molestia y arrojó la cajetilla a la calle y llevó su mano su cabello peinándolo hacia atrás, pero éste volvió a los lados de su rostro. No se había hecho un buen corte de cabello desde hacía tiempo. Ya le hacía falta.

Quitó de su mente el corte y comenzó a pensar en alguna otra tienda en la que pudiera conseguir otra cajetilla, habían muy pocas en el pueblo, y había una que otra en la carretera pero no tenía medio de transporte para ir solo por una puta cajetilla. Comenzó a molestarse. Y pareció que escucharon sus plegarias porque justo frente a él una mujer de cabello castaño rizado pasó en dirección a la tienda, con su habitual ropa de jovencita. La mujer caminó de mal humor hacia su tienda e insertó la llave en el pomo de la puerta de cristal y se adentró, un minuto después el letrero neón se encendió y debajo de él la palabra 'abierto'.

Don't Have Fear ⊶ b. s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora