Capítulo 31

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Estar en aquella habitación de hotel no pareció ser tan malo como esperaba

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Estar en aquella habitación de hotel no pareció ser tan malo como esperaba. Alice esperaba perder la cabeza encerrada tanto tiempo bajo el mismo techo en el que se encontraba su madre. Cuando escuchó que Dewey le decía todas las reglas el día que llegaron no creyó ser capaz de seguirlas.

Fue muchísimo más fácil de lo que se esperaba.

Tampoco era que tuviera muchas cosas que hacer en las calles del pueblo. Y también era más fácil sobrellevarlo ya que en ese mismo hotel que proveía la estación también se hospedaban Freya y Mia afortunadamente. Era la mayoría por esa razón.

La primera semana pasó rápidamente, Alice se quedaba el día entero encerrada en su habitación mientras observaba el cielo nublado con incomodidad y nostalgia. Había veces que llovía y lo disfrutaba, para llenar el silencio. Agnes afortunadamente le daba su espacio y no la forzaba. Fue un poco difícil, pero no lo demasiado para perder la cabeza.

La segunda semana pasó incluso más rápido que la anterior, los días fueron menos pesados y dolorosos y logró salir de su habitación para dirigirse al baño del pasillo a hacer sus necesidades. Agnes la miró y no pudo evitar sentirse aliviada al ver que finalmente salía de su encierro. Alice volvió a su encierro pero fue más fácil y se dio la libertad de salir y explorar la gran habitación.

La tercera semana fue más fácil, salió de su habitación y se dio una larga y relajante ducha, se vistió con su usual sudadera y pants deportivo. Estando con la mente más clara volvió a observar la habitación y notó cosas que no había visto la primera vez que exploró. Al terminar de analizar fue a la sala y encontró a Agnes parada en el balcón con una taza de café que probablemente tenía algún vinoprobablemente solo para taparlo. Acercó la taza a sus labios y le dio un buen sorbo. Alice se dirigió a la cocina y comenzó a rebuscar algo comestible, sorprendentemente ya no estaba ese paquete de cervezas que siempre estaba ni el plato donde antes se encontraba la comida china que apartaban para ella, fue extraño. Y recordó que él ya no estaba con ellas. Fue incluso mucho más extraño.

Al volver a la realidad de su situación actual tomó las verduras que se encontraban en el refrigeradoragradecía infinitamente que Dewey les quitaba el peso de conseguir comida. Todo lo colocó en la barra de la cocina y comenzó a preparar una ensalada.

Agnes se giró por el sonido del cuchillo contra la tabla de madera, ahí estaba ella preparándose su comida. No pudo evitar que ese nudo en su estómago desapareciera al ver que después de tanto tiempo volvía a comer por su cuenta. Sabía que obligándola se alejaría más de ella y no lograrían nada en su relación, le dio su espacio y esperó. Nunca pensó que una idea suya fuera a dar resultado. Reprimió la sonrisa que quería formarse en sus labios y siguió tomándose su vino tinto oculto en la taza de café en el balcón.

La cuarta semana pasó en un parpadeo, Alice le dirigió la palabra a Agnes. Fueron como tres palabras, pero Agnes lo vio como un logro. Alice pasó menos tiempo encerrada, cuando Agnes volvió de su visita a la habitación de Freya la vio en el balcón, sentada en la silla-sofá cubierta con una manta gris y observando el cielo. Agnes sintió que el alma le volvía al cuerpo y se sintió inmensamente feliz. Estaba mirando el cielo. Se controló al instante y se dirigió a la cocina y tomó una manzana.

Don't Have Fear ⊶ b. s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora