Capítulo 46

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Gritó

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Gritó.

Claramente no servía de nada. No recordaba cuánto tiempo llevaba gritando solo para irritarlo. ¿Una o dos horas? Ni siquiera llevaba la cuenta. Viró su rostro a un lado a su mano que era sujeta por una cadena bastante ancha y larga que le prohibía salir de la zona. Estaba sujeta a una gran tubería al otro lado de la alcantarilla. Al menos tenía la libertad de moverse alrededor. Muy considerado de su parte.

Jaló la cadena por milésima vez volviendo a marcar sus muñecas que ahora estaba amoratada y de ella salían hilillos de sangre, aburrida. Su garganta le dolía un poco y tenía una molestia en el estómago que no la dejaba en paz. Volvió a dejarse caer al suelo y se sentó, volvió a trazar figurillas de tierra en el suelo mugroso.

Nunca creyó que estando lúcida en aquella alcantarilla se la pasaría tan jodidamente aburrido. Había recorrido el hoyo como diez veces los últimos días, según su cálculo si estaba en lo correcto llevaba diez días en el hoyo. Había fisgoneado en la pila de escombros de basura y se encontró con la sorpresa de que había bastantes cosas. Incluso encontró una vieja revista de moda, la releyó como cinco veces hasta que se aburrió. Cortó las hojas e hizo figuras de origami. Hizo cisnes, barcos, corazones, rosas, incluso hizo un cuchillo de papel. Todas ellas se las había enseñado Freya alguna vez hacía un largo tiempo. Le sorprendía recordarlo todavía.

Cuando se aburrió de los origamis volvió a fisgonear, pero ya no encontró algo de su interés. Decidió en ese momento recostarse boca arriba y observar los cadáveres de los demás niños, se puso contarlos pero a cada segundo perdía la cuenta. Lo único obvio era que eran demasiados. Se recostó boca abajo y escuchó el suelo. Podía escuchar el agua correr por las tuberías. Prestó atención minutos eternos hasta que volvió a aburrirse y volvió a explorar.

Esa vez decidió ver hasta qué punto podía extenderse la cadena que sujetaba su muñeca, caminó hasta uno de los túneles donde la cadena detuvo su camino. No podía ni siquiera poner un pie en el túnel, trató incluso de estirarse y poner el pie fuera pero no funcionaba. Volvió a tirarse al suelo y trató de dormir.

Pero el sonido de las agua residuales estaba tan presente, parecía como si estuviera justo a su lado. Gruñó y volvió a sentarse, llevó sus piernas a su pecho y comenzó a contar para reunir paciencia nuevamente.

Gateó hasta las figuras de origami y fue deshaciéndoselas todas, con sus filosas uñas comenzó a recortar pequeñas letras de textos y títulos. Dejó los recortes en el suelo y comenzó a formar oraciones.

'Púdranse todos'

'Quiero morir'

'Tengo hambre'

'Quiero una hamburguesa'

Don't Have Fear ⊶ b. s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora