13. Árbol genealógico.

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Irune

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Irune

—Bueno... Son nueve... Son ruidosos, algunos aún se cagan encima, las chicas están en la edad del pavo, y algunos de los chicos tienen granos en la cara y se la deben cascar...

—¡Aiden! —le interrumpo a mitad de la frase.

—¡¿Qué?!

—¿Cómo que qué? ¡Eso no me ayuda! No me interesa saber cada cuánto se la casca tu sobrino, sino si es más de fútbol, ​​de básquet o de hockey —le digo mirándole con los ojos muy abiertos mientras nos dan los bocadillos que pedimos antes—. No conoces a tus sobrinos, ¿no?

—¡Son nueve y solo los voy a ver una vez al año o dos como mucho! ¡¿Qué esperabas ?!

—No sé... Son tus sobrinos...

—No soy muy... familiar que digamos.

—¿Por qué? —le pregunto mientras empiezo a engullir el bocadillo.

—Porque somos muchos y me agobio —dice antes de que salgamos del local.

—¿Y?

—Que se reúnen mucho, por todo, y yo no soy así y me mantengo alejado de tanta... reunión familiar.

—¿Y dices que no llevas los calzoncillos apretados? Porque ahora mismo no es que pienses de forma racional...

—Irune, somos cuatro hermanos y tres han tenido hijos como si no hubiera un mañana. En quince años ha habido nueve partos en mi familia y dentro de poco viene uno más. Eso da un parto cada dieciocho meses y medio. Cuatro hermanos más dos padres y diez niños, uno de ellos en camino, dan veinte personas contando a sus respectivas parejas. ¡En Abril, se reúnen cada puto fin de semana! Así que empecé a pasar de ir... y ahora solo voy para algunas fiestas.

—¿En serio? —digo mientras él asiente y se encoge de hombros—. ¿Y qué te dicen los demás?

—Según dicen ellos, pasan de mis chorradas de inmaduro y que lo que digo, no tiene sentido.

—Lógico. A ver, háblame de tu familia.

—Bueno... Mi padre se llama Jose y era paleta. Ahora está jubilado. Mi madre se llama Erin y trabajaba en una tienda de ropa porque tenía que irnos a buscar al colegio y esas cosas y el horario era más compatible con su rutina.

—Ajá

—Ponte cómoda, que voy.

—Lista —digo tragando para prestarle toda la atención que puedo.

—Primero nació Nora. Lista y formal. Siempre fue muy buena en todo. Un ejemplo a seguir. La perfecta hermana mayor. Ahora tiene treinta y ocho años, es profesora, está casada con Pol y tienen tres hijos, dentro de poco cuatro: Nil, quince, Carla, trece, Arnau, once y el nombre del que viene se lo están pensando.

Ratoncita de BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora