Irune Ortiz es una chica fuerte, responsable y decidida.
Aiden Moore es engreído, muy inteligente, aprovechado, cabezota y mujeriego.
***
Ella nunca se ha enamorado.
Él no quiere volver a enamorarse.
Ella pasa de él.
Pero él no de ella.
Una noche, e...
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Aiden
¿¡Nico!?¿Quién es ese?¿porque se ha tirado encima suyo y lo ha abrazado?¿Estoy celoso? No puede ser, yo no soy celoso, de hecho, nunca lo he sido. Ahora me he vuelto monógamo de nuevo. Me hierve la sangre. Tengo ganas de cogerla, darle un beso que le deje las piernas de gelatina y llevármela lejos. Vale, sí, estoy celoso. Odio que cuando se trate de ella me afecte tanto.
—Eh... Nico, él es Aiden —interrumpe mis pensamientos Irune.
—Aiden, él es Nico. —nos presenta.
—Hola —digo justo antes de bajarme de la moto y estrecharle la mano. Tiene los ojos verdes, el pelo rizado y negro. Es alto, pero no más que yo, y tiene una sonrisa traviesa dibujada en la cara. Es bastante guapo y ella podría sustituirme perfectamente por él.
Te dejará si sigues pensando así de ti mismo.
—Hola. —Me saluda antes de girar la cabeza hacia Irune —. ¿Es tu novio?
Pum. Pum. Pum. El corazón me retumba a un volumen demasiado alto. Supongo que tengo miedo de la respuesta.
—Eh... —Duda mientras busca mi mano a tientas y me la estrecha. A modo de respuesta, rozo mi pulgar por la suave piel de su mano—. Si.
Pum, pum, pum, mi corazón se dispara.
—¡No me habías dicho nada!
—Es que hace relativamente poco que nos conocemos.
—Ah. Oye, ¿tienes tiempo hoy para comer conmigo? Te tengo que poner al día de todo, ya sabes... sobre Dana y demás cosas. Además, no soy el único, tú a mí también.
—Eh... yo... he quedado con El Pelapatatas...—dice mirándome con una pequeña sonrisa.
—Da igual. Ve. Tenéis pinta de no haberos visto en mucho tiempo. Ya comeremos juntos mañana —le interrumpo, muy a mi pesar, porque no quiero quedar mal delante de él y me apetecía comer con ella. Además son amigos y confío en ella.
—Gracias, gracias, gracias —dice, justo antes de acercarse a mí y darme un beso.
—Mierda, llego tarde —comenta el otro mirando el reloj—. Bueno, os dejo, pareja. Luego te envío un mensaje y quedamos. Adiós, empollona —dice dándole un beso en la coronilla, justo antes de irse.
—¿No te habrás enfadado, verdad? —pregunta cuando estamos solos.
—No —contesto pero ella arquea su ceja izquierda y me mira como si no se lo hubiera creído, así que añado—. De verdad.
—Solo es el hermano de una de mis amigas, a la que no veo desde hace mucho tiempo, y mi amigo. Además, aunque es muy guapo, es gay y tiene pareja.
—Oh.
—Si, oh —sonríe a la vez que niega con la cabeza—. Bueno tonto, que tengo que entrar ya.
—¿Sin darme las gracias por haberte traído?¿Es que no te han enseñado modales, jovencita?
