31. Help me, help me.

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Aiden

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Aiden

Me ha dolido verla después de casi dos meses sin saber nada de ella. Cuando me ha abierto la puerta con los cascos puestos, he notado como mi corazón comenzaba a latir más deprisa y con más fuerza. Me he vuelto a sentir bien, como antes, o al menos hasta que me ha cerrado la puerta en las narices que entonces esa sensación ha sido substituida por un desazón increíble.

En el momento en que me ha dejado pasar, solo podía mirarle, no tenía ojos para nada más. Estaba increíblemente guapa, aunque solo llevara unos pantalones cortos negros y una camiseta de manga corta blanca. Me han entrado ganas de abalanzarme sobre ella, de hacerle el amor contra cualquier pared y encerrarnos allí para siempre; pero me he contenido y simplemente me he sentado en el sofá.

Al contarme lo de aquella noche, ni pude ni puedo creer que matara a alguien, pero fue en defensa propia. El otro le estaba pegando y, además, iba borracho y drogado. Joder, si no estuviera muerto sería yo quien lo mataría a golpes por atreverse a ponerle un solo dedo encima. Ella no se merece nada de lo que le ha pasado. No entiendo porque quiere alejarme de su lado, yo quiero estarlo, me da igual que pasara lo que pasó. Cuando ha empezado a ver que yo estaba alucinado y que no daba a crédito, ha encajado las piezas hasta darse cuenta de que le he mentido diciendo que sus amigas me lo habían contado todo y de ahí a que me echara de su casa y se enfadara conmigo. Me ha dolido que no me dejará explicarme y que me expulsase de su casa y de su vida. Ahora entiendo cómo tuvo que sentirse cuando yo hice lo mismo con ella, el momento que intentó largarse en mitad de la noche sin decirme nada.

Ya derrotado antes su negativa de dejar de explicarme, me fui hacia la puerta y le dije que la quería. Decirle eso me salió automático, sin pensarlo, porque realmente es lo que siento. Joder, la quiero y nunca he estado más seguro de nada. Se que suena muy romántico, empalagoso y cursi pero, a decir verdad, yo soy un tío que nací enamorado del amor y no me da miedo admitirlo.

Al principio me costó un poco entender la vida. Entender que a veces pensamos blanco cuando haremos o sentimos negro. Que podemos amar a la persona equivocada. Que hay situaciones o momentos en los que la palabra amor no tiene significado. Que hay gente que de boquilla regala lo que no tiene ni para venderte. Que nada es eterno. Que nada es tan grave. Que todo pasa. Y todo llega. Y que en el centro del pecho lo tenemos todo a la espera de ser descubierto. Ella, Irune, le ha dado significado a la palabra amor. Me ha hecho sentir un montón de cosas que ni yo sabía que existían. Irune me ha ayudado a salir de mi pozo, de mi rutina. Me ha hecho ver que no todas las mujeres son igual de egoístas y creidas. Ha hecho que quiera comprometerme a tener algo serio con ella. La quiero en mi vida, como mi pareja. ¿Obstáculo? Que no me quiere ver ni en pintura porque está enfadada conmigo, que conste que me lo tengo merecido. ¿Solución? Pedirle perdón, sincerarme y decirle lo que siento por ella. ¿Como lo hago? Ni puñetera idea. Pero sé que tengo que darle tiempo para que procese todo. Me he dado cuenta de que cuando son emociones fuertes o son muchas en muy poco tiempo, le cuesta digerirlas y procesarlas.

Ratoncita de BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora