21. ¿Subirme ahí? Ni loca.

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Irune

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Irune

—¿Yo?

—Sip. Llevo teniendo esas pesadillas desde hace un mes y la única vez que desaparecieron fue el día que dormí contigo en casa de mis padres. Esa noche no tuve ninguna.

—Oh. Qué cliché.

—La verdad es que sí pero cambiemos de tema a uno que me interese más.

—Siento atracción por las chicas con el cuerpo tatuado, no todo el cuerpo, eh. He visto que tienes varios tatuajes: un pequeño girasol en el cogote, la palabra "Shensi " en el costado derecho y unas alas de ángel pequeñas encima de tu codo izquierdo. Doy por hecho que tienen algún significado, ¿verdad?

—Venga di, listillo.

—¿Tienes algún fetiche?

—Mmm... No creo que sea un fetiche pero, desde pequeña, siempre he querido que dos hombres se peleen por mi a lo Diario de Bridget Jones. ¿Y tú?

—Yo si que tengo.

—A ver, ¿cual?

—Verdad.

—¿Y me lo vas a contar?

—De momento... No. Poco a poco. Dame tiempo.

—Está bien —dice poniéndose encima mío, justo antes de ir creando un sendero de besos por mi cuello mientras yo me remuevo debajo suyo porque me hace cosquillas.

—¡Para! —le pido riendo.

—Ni de coña. —dice con rotundidad, quitándome una de sus camisetas que me puse antes.

***

—¿Estás dormida?

—Casi...

—¿No vamos a hablar más?

—No me apetece, tengo sueño...

—¿Y me dejas solo?

—No... no me voy a ir a ningún sitio...

—¿Y qué voy hacer mientras duermes?

—No lo sé, algo se te ocurrirá...

—Está bien...—dice acariciándome la espalda, justo antes de acercarse y darme un beso—. Descansa.

—Tú también... —le digo sacando sus audífonos de las orejas, apagándolos y dejándolos en la mesita de noche de al lado de su cama.

***

Escucho el tono de llamada de mi móvil sonar desde lejos desde hace un buen rato, pero no me apetece levantarme, me da mucha pereza. Espero a que cuelguen y cuando lo hacen, me giro con una sonrisa y me acurruco junto a él. A pesar de estar dormido, cuando siente mi presencia a su lado, me rodea con su brazo y me estrecha contra él. No sé qué hora es pero doy por hecho que serán las siete o las ocho de la mañana y no voy a poder dormirme de nuevo. En vez de eso, decido observarle dormir. La expresión de su cara está relajada, tiene la boca entreabierta y su pelo marrón está revuelto. En definitiva, está tremendamente sexy. Parece un adolescente, pienso sonriendo. Empiezo a jugar con el vello de su pecho mientras le observo dormir. Es un puñetero dios griego, perfecto como él solo y es todo mío porque le gusto yo. ¡Es mío guarras! Sonrío al pensar eso, a veces mi lado posesivo hace acto de presencia. El teléfono vuelve a sonar y, muy a mi pesar, me levanto de la cama en busca de mi móvil que se oye desde... ¿el recibidor? No. ¿el comedor? ¡Si! Lo cojo y descuelgo.

—¿Si?

—¿Cómo ha ido la noche?

—¿De verdad, chicas? Son las... —compruebo el reloj antes de continuar—, ocho y cuarto de la mañana, ¿No os podéis esperar a esta tarde?

—Ehh... No. —Sentencia Giselle.

—Gis, tía, ¿No tienes que ir a trabajar?

—Si, pero eso no tiene nada que ver ahora.

—Vale, os cuelgo. Esto ya pasa de castaño a oscuro, cotillas. Ya os contaré esta tarde después de trabajar.

—¡No! —grita Mae justo antes de que cuelgue y ponga el teléfono en modo avión para que no me lleguen ni las llamadas ni los mensajes.

Ahora son las ocho y veinte, creo que él entra a trabajar a las nueve así que tendré que despertarle. Me dirijo otra vez a la habitación y me tumbo encima suyo mientras apoyo mi barbilla en su pecho desnudo.

—Despierta... que hay que ir a trabajar... —le hablo al oído y se que me ha escuchado porque se remueve y niega con la cabeza—. Vamos...

—No... Quiero dormir más... —replica adormilado.

—Ya. Pero no se puede porque hay que ir a la oficina a trabajar, así que despierta.

—Mmm...

—Va... -insisto besándole una mejilla y luego la otra para, justo después, darle uno en los labios, al cual me corresponde.

—¿Me vas a despertar así todas las mañanas?

—Depende de mi estado de humor, no siempre me levanto con tan contenta —respondo mientras me quito de encima suyo.

—No te quites...

—Si, si lo hago porque hay que ir a trabajar, así que mueve el culo y sal de la cama —ordeno y empiezo a buscar mi ropa para vestirme.

—Uf... —se queja mientras busca sus audífonos, provocando que ponga los ojos en blanco.

***

Nos acabamos de vestir, comemos lo que pillamos y salimos de su casa.

—Vamos en mi moto —propone cuando estamos enfrente de ella.

—¿Subirme ahí? Ni loca.

—¿Por qué?

—Ya te lo dije, es una mala manera de morir.

—Que va. Una moto en sí, no es peligrosa, lo peligroso es la persona que la conduce. ¿Confías en mí?

—Eh... ¿Debería?

—Tú falta de confianza hacia mí, me duele. Pero va, te juro que no nos pasará nada. Sube.

Le observo mientras él se pone su casco, sube a su increíble moto negra y me tiende un casco para que me lo ponga. Me mira a los ojos muy intensamente y yo, super abrumada, acepto el casco, me lo pongo, subo detrás suyo y rodeo su cintura con mi brazos.

—¿Me quieres estrangular?

—¿Qué? —pregunto confusa hasta que me doy cuenta que estoy apretando demasiado mi agarre—. ¡Ay! Perdón.

—Voy a ir despacio —asegura al momento que enciende el motor y arranca.

—Más te vale.

Realizamos el trayecto bastante bien, aunque muy rápido para mi gusto, pasando por sitios emblemáticos y bonitos como la Puerta del Sol y el Palacio Real de Madrid hasta que llegamos a mi editorial.

Me bajo de la moto, me quito el casco, se lo tiendo y el muy canalla sonríe sabiendo que no lo he pasado tan mal y que he hecho un drama para nada.

—¿Qué te ha parecido el trayecto?¿No ha sido tan malo, no?

—Mmm... No.

—¿Eso significa que te volverás a subir?

—Puede ser —levanta una ceja—. Vale, sí, me volveré a subir. Lo que soy capaz de hacer por no oler los sobacos apestosos que van en el mismo vagón que yo... —digo provocando que su sonrisa se ensanche.

—¿Luego comemos juntos?

—Sip.

—Perfecto.

—¿Irune? —nos interrumpe una voz detrás mío.

No puede ser.

—¿Nico? —pregunto dándome la vuelta con una sonrisa justo antes de salir corriendo hacia él para tirarme encima suyo y abrazarle.

Ratoncita de BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora